Sinopsis
Goku no ha logrado coronarse campeón del Gran Torneo de las Artes Marciales. No obstante, esta decepción es irrelevante porque Krillin fue asesinado repentinamente. Ante la muerte de su amigo, Goku se enfurece y persigue al asesino, quien resulta ser un demonio a las órdenes de Piccolo Daimao. ¿Y quién es este nuevo villano? Piccolo Daimao, el rey de los demonios, instauró un reinado de terror hace mucho tiempo. Su dominio llegó a su fin gracias a Mutaito, el maestro de Mutenroshi, quien pudo sellarlo en una olla a cambio de su vida. ¿Podrá Goku salvar al mundo de este diablo y devolverle la vida a Krillin?
La nueva fórmula de Dragon Ball y la primera amenaza existencial
La saga de Piccolo Daimao es uno de los arcos más atractivos por las novedades que presenta al público. El planteamiento está en sintonía con el boom de la fantasía heroica y la temática demoníaca durante la segunda mitad de la década de 1980 en Japón. Desde videojuegos como Dragon Quest (1986) e Ys I: Ancient Ys Vanished (1987) hasta animes adultos como Wicked City (1987) y Devilman (1987). En concreto, nos referimos a un mal sellado tiempo atrás que regresa para atemorizar a la humanidad. Piccolo amenaza con instaurar un nuevo orden donde los demonios surgidos de su vientre pasarían a ser la especie dominante, destruyendo poco a poco la civilización humana. La única excepción serían los criminales, que podrían dar rienda suelta a su actividad delictiva como pasa en multitud de obras postapocalípticas de la época. Esta premisa regresaría en multitud de ocasiones para distintos largometrajes (Dragon Ball Z: Garlic Junior inmortal, 1989; o Dragon Ball Z: El ataque del dragón, 1995), aunque destacó sobre todo en la saga de Buu.
El presente arco argumental, no obstante, es importante por la fórmula que cambió a DB para siempre: un enemigo desconocido capaz de destruir el mundo aparece frente a los héroes. Su meta es la conquista o la destrucción del planeta (o el universo), empujado probablemente por sentimientos de venganza en contra de un viejo enemigo suyo. El protagonista y sus amigos son inicialmente sorprendidos por este nuevo villano (y sus habituales secuaces), que explica por sí mismo o a través de un segundo personaje cuál es su origen y su meta a alcanzar. Poco a poco, los héroes van cayendo uno tras otro hasta que Goku (y, en contadas ocasiones, otro saiyano como Gohan) es el único capacitado para vencerlo. El villano, no obstante, obtendrá algún tipo de power-up (a menudo, una transformación) con el cual superará al protagonista, pero este con la ayuda de otro power-up o la cooperación de sus compañeros logra derrotarlo finalmente. Aquí no hay dudas: Piccolo Daimao aparece y amenaza el planeta con su poder. Ciertamente no busca venganza, pero el objetivo de matar a los artistas marciales más fuertes se ajusta un poco al requisito. Sus secuaces, Tambourine y Cymbal, tienen un poder superior a los héroes (a excepción de Goku) y obedecen sus órdenes fielmente. Mutenroshi expone el trasfondo necesario del antagonista, sin esconder nada al lector. Héroe y villano obtienen sus power-ups: la juventud eterna y el agua divina respectivamente. Goku tiene una dura batalla y gana. Fin.
La construcción de esta primera amenaza existencial fue muy convincente desde el inicio. A pesar de que DB fue adquiriendo progresivamente mayor gravedad en tono, sobre todo desde la introducción de Tao Pai Pai, los acontecimientos que ocurren en la saga de Piccolo Daimao nos advierten de que nada será como antes. El humor y la distensión dejan paso al drama y la agitación. El detonante fue el asesinato de Krillin, provocando un giro de 360º en la narrativa donde la tensión narrativa va elevándose. Las posibilidades de triunfar en esta misión parecen escasas una vez tiene lugar la derrota humillante de Goku frente a Tambourine, convenciendo al lector de que el nuevo enemigo es superior a nuestros héroes. El peligro va en aumento una vez nos enteramos de que Piccolo Daimao planea eliminar a los artistas marciales más fuertes del mundo usando la lista robada de los participantes del Gran Torneo de las Artes Marciales. Aquí ciertamente la tensión queda rebajada debido a las victorias de Goku y Yajirobe frente a los subordinados de Piccolo, pero este error pronto se revierte cuando Piccolo Daimao castiga al protagonista al punto de dejarlo casi muerto. El asunto se redondea plenamente una vez el Duende Tortuga fracasa en su misión de sellado, costándole la vida; y el antagonista destruye a Shenron, descartando la posibilidad de resucitar a los caídos.
Una evolución insatisfactoria
Con tales factores en juego la saga presente prometía como ninguna otra lo había hecho hasta el momento. Por desgracia, la irregularidad fue la tónica general. El inconveniente deriva de la gestión de la amenaza, con Toriyama exhibiendo sus defectos al lidiar torpemente con este nuevo obstáculo. Una situación extraña, ya que hasta ahora el mangaka había sido capaz de ir más allá de lo esperado en sus empresas. Su evolución profesional, sin embargo, parece que le llevó por un camino alejado de sus puntos fuertes tradicionales: el humor, la extravagancia de los personajes, el ingenio de las resoluciones, etc. Nada de esto está muy presente en esta ocasión, por lo cabe pensar que tal vez apuntó muy alto. Veamos cuáles fueron los problemas con esta parte.
Como punto de partida, Goku asumió el papel heroico más importante de su “carrera”. Tal y como había profetizado Baba, la Adivina, el protagonista se transformó en el héroe destinado a salvar el mundo. El asesinato de Krillin (y posteriormente de otros amigos) desató su faceta más emocional, buscando venganza contra el enemigo. Por esa razón, su enfoque al pelear se vuelve más agresivo, atacando de inmediato a la primera oportunidad. Este cambio de actitud del personaje fue una novedad, pero su supervivencia y progresión como luchador estuvieron mal conducidas. Por una parte, hay un evidente abuso del plot armor al permitir que el héroe sobreviva a los ataques de Tambourine y Piccolo Daimao. En especial, el último debió acabar con heridas mortales o aparatosas. No obstante, la onda expansiva que recibió de lleno solo le incapacitó temporalmente. Por otra parte, la forma de alcanzar el poder necesario para lidiar con Piccolo Daimao fue, de lejos, la más decepcionante hasta la fecha. La prueba consiste en beber el agua divina, un agua mágica capaz de extraer todo el poder latente. Ahora bien, si se carece de él, el veneno del agua lo matará. El mero hecho de beber el agua para obtener poder supone un esfuerzo creativo pobre y una dificultad nula como prueba. Ni siquiera elaboraron un retrato del sufrimiento de Goku que merezca la pena. El anime llevó a cabo mejor su tarea: el protagonista debe buscar el agua divina al internarse en un laberinto de hielo y hacer frente a una ilusión creada por su guardián.
Su batalla final, en cambio, fue muy positiva. Desde una óptica puramente narrativa, se trata de la primera batalla que decide el destino de la humanidad. La oposición entre ambos no está a la altura de otras contiendas, ya que Piccolo actúa guiado por su orgullo como ser superior en el planeta. No obstante, Goku culmina su arco como héroe cumpliendo la misión sin darle rienda a su cuestionable misericordia. En este sentido, Goku saca partido a todos los recursos esenciales que ha aprendido a lo largo de la serie, demostrando su crecimiento como luchador al emplearlos con ingenio al estar en desventaja: la Nube Kinton, el Kamehameha y el Bastón Mágico. Desde el marco de la acción, hablamos de una batalla distinta: adopta un tono grave, sin rastro de humor. La brutalidad es perceptible, superior a las peleas con Tao Pai Pai y Ten Shin Han. En este encuentro tan igualado ambos intentan acabar el uno con el otro mediante golpes peligrosos (rodillazos, codazos, etc.) y ataques a partes clave como la nuca, la cabeza o el plexo solar. El campo de batalla es objeto de una gran destrucción y Goku prácticamente incapaz de moverse. De hecho, la impresión se refuerza al observar la diferencia de tamaños, como si fuera David contra Goliat.
La altura del obstáculo que fue Piccolo Daimao, no obstante, perjudicó a todos los personajes secundario. En general, sus esfuerzos supusieron convencer al lector de que podían vencer al villano sin recurrir a una batalla convencional. Ahora bien, su intervención fue insignificante para resolver el conflicto. El plan inicial era reunir las Bolas del Dragón, saboteando el deseo de Piccolo de obtener la eterna juventud y pidiéndole su muerte a Shenron. Sin embargo, el antagonista escondió las suyas en su propio cuerpo, haciendo imposible robarlas. La segunda opción era recurrir al Mafuba, una técnica de sellado que se cobra la vida del ejecutor. Aquí Mutenroshi continúa su rol como mentor, actuando como su maestro Mutaito al sacrificarse por el bien de sus discípulos en lugar de pelear en una batalla perdida. El problema es que la técnica falla y muere en vano, sin frenar el plan de Piccolo o afectar su fuerza. Por desgracia, Ten Shin Han es el que se llevó la peor parte. El campeón del último torneo fue literalmente humillado: Toriyama abortó la idea de ser el sucesor de la técnica de sellado, obligándolo a parecer idiota al no comprobar la fisura en la olla y perdiendo contra un mero secuaz (Drum). ¿No se le pudo ocurrir la idea de que el Mafuba pudiera sellar una parte del poder de Piccolo o algo en la misma línea? Habría evitado este bochorno para Ten Shin Han.
¿Y qué hay de los nuevos personajes? Entre los héroes solo podemos destacar a Yajirobe, que fue un personaje bastante desaprovechado. Su figura es parecida a la de Krillin en su primera aparición, ya que existe un contraste marcado entre con Goku. Yajirobe es un luchador fuerte, pero egoísta: solo piensa en su estómago y seguridad. Su rol inicial fue entretenido, ya que se enemista con Goku y vence fácilmente a Cymbal. No obstante, una vez transporta a Goku a la cima de la torre de Karin, desaparece como personaje. Su participación careció de algún tipo de conclusión. Por otra parte, Piccolo Daimao es una notable adquisición entre los villanos de Dragon Ball. La novedad radica en su falta de extravagancia como villano, aproximándose al modelo clásico de soberano del mal. Su caracterización sobresale por dos rasgos: su miedo al Mafuba, despreciando a los practicantes de artes marciales; y su creencia en la superioridad de los demonios, a los que puede engendrar él mismo. El antagonista también se beneficia de un trasfondo funcional, que informa de sus fechorías pasadas; y su rol activo en la historia, en especial por protagonizar el golpe de Estado y darse a conocer al mundo. Desgraciadamente, sus hijos (Tambourine, Cymbal y Drum) se reducen a meros secuaces que obedecen fielmente las órdenes de su padre y creen en la superioridad demoníaca. Es decir, meras herramientas.
Un último aspecto polémico es Kami-sama al final de la saga. Su aparición suma una página importante al lore de Dragon Ball porque Kami-sama es el creador de las Bolas del Dragón y el origen de Piccolo Daimao. Su introducción también es relevante porque la habilidad de Mr. Popo demuestra que Kami-sama y su sirviente están en un nivel superior, un grado divino que pueden alcanzar unos pocos elegidos La clave se encuentra en la perfección espiritual, con lo cual uno anticipa los movimientos del rival y no malgasta energía en vano. El adiestramiento es una obvia evolución del entrenamiento del ermitaño en la Torre de Karin. Su aparición, por el contrario, echa por tierra las muertes de Krillin, Mutenroshi y Chaoz al devolver a Shenron a la vida. Ahora bien, lo polémico son las preguntas incómodas que surgen como resultado de un trabajo de worldbuilding defectuoso. El altercado recae en el papel de Kami-sama como el gobernante divino de la Tierra. ¿Cuál es su función en su relación con la humanidad y el resto de seres vivos? La incógnita se aclara con mayor precisión en próximos arcos, ya que presta su ayuda a los héroes. No obstante, aquí Toriyama lo presenta como un dios que no interviene en los asuntos de los mortales más allá del regalo de las Bolas del Dragón. El problema es su inacción frente a Piccolo, la contraparte maligna nacida de su propia debilidad. Kami-sama es claramente el responsable de este desastre, revelando incluso que le duele haber dado origen a Piccolo, pero el mangaka nunca resuelve este hueco argumental.
En conclusión, la saga de Piccolo Daimao constituyó un antes y un después en Dragon Ball. Su aproximación a la fantasía heroica y la temática demoníaca fueron frescas, pero sobre todo fue importante por el cambio de tono y la introducción de una fórmula dominante a partir de aquí. La tensión narrativa se mantuvo muy alto a lo largo del arco argumental, convirtiendo a Piccolo en una gran amenaza. Sin embargo, la construcción de sus pilares básicos se enfrentó a numerosos problemas que van desde la participación de los personajes secundarios, que no pudieron aportar nada significativo a la resolución del conflicto, hasta la progresión de Goku como guerrero, con la prueba de Karin siendo hasta ahora el esfuerzo creativo más pobre de Toriyama como autor.
Calificación: 5
4 Comentarios
Aquí me ataca la nostalgia, ciertamente no me creo capaz de lograr objetividad cuando se trata de Saint Seiya, Dragon Ball y sus contemporáneos. Me gusta mucho la manera como describes cada punto negativo y positivo con respecto a esta saga, que es de mis favorita.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Buenas, es cierto que cuesta ser imparciales y objetivos a la hora de hablar de estas series pasadas, pero hay que hacer un esfuerzo jaja.
EliminarSaludos
Para mi este arco es un 8 o 7xD, lo del agua es para darle más apuro al momento ya que ponerse a entrenar mientras un tipodestruye tido es muy duro la verdad, yo creo que es por eso o no se. Los ayudante Piccolo aportaron lo suyo pero Goku estaba muy por encima de todos ellos solo podía enfrentar Piccolo.
ResponderEliminarBuenas noches, no estoy muy de acuerdo la verdad. Entiendo que un entrenamiento en esas circunstancias llevaría su tiempo y precisamente Goku no tenía mucho, pero Piccolo Daimao no iba a destruir inmediatamente el mundo. Solo una de sus áreas. Cierto es que el sentimiento de urgencia se debilitaría, pero le daría mayor coherencia a un arco que aunque fuerte en buenas ideas tomó decisiones apresuradas. Los ayudantes de Piccolo es que son poco más que minions que estorban o no según le conviene al autor, lo que habla mal de lo precipitado de sus decisiones. Podrían aportar de otras formas como ser obstáculos para los compañeros de Goku como Tenshinhan o darle ayuda en el combate a Piccolo. En fin, había muchas formas. Tal vez sí se merezca esta parte un 7, pero más por lo rupturista del arco respecto a los anteriores.
EliminarUn saludo