Reseña: Area 88


  • Año: 1985-1986
  • Capítulos: 3 (OVAs)
  • Estudio: Pierrot
  • Género: Acción, Bélico, Drama

La guerra cambia nuestra esencia

Sinopsis

En lo hondo de las llanuras desérticas del reino de Arslan de Oriente Medio se encuentra una base militar conocida como Area 88. En ese lugar se reúnen los mejores pilotos de combate del mundo para actuar como mercenarios a las órdenes de Saki Vashtal, Teniente Coronel de las Fuerzas Aéreas de Arslan. Con el objetivo de documentar las actividades de estos pilotos, Goh Mitsugi, un periodista japonés, decide viajar hasta la remota base.

En el lugar conoce a muchos mercenarios diferentes, pero ninguno le sorprende tanto como Shin Kazama. A diferencia de otros el piloto japonés no acudió aquí por voluntad propia. Su mejor amigo y compañero de profesión, Satoru Kanzaki, lo engañó para firmar un contrato con el escuadrón de combate de Arslan. Por su culpa no solo se vio obligado a luchar en un país extranjero sino que desperdició su brillante carrera como piloto de línea aérea y perdió el contacto con su novia Ryoko Tsugumo. Sin embargo, no todo está perdido. Shin conserva tres opciones para regresar a Japón: sobrevivir durante tres años, conseguir un millón y medio de dólares o intentar escapar por su cuenta.

Trama y Desarrollo

Kaoru Shintani es un mangaka cuya obra más conocida es Area 88, aunque también figura como el responsable de otros muchos mangas. Varios de ellos recibieron adaptación a anime en los años 80 y 90. La mayoría nos resultan desconocidos, a excepción de la miniserie de 3 OVAs de Area 88 (1985-1986). La producción corrió a cargo de Studio Pierrot, con Hisayuki Toriumi (Gatchaman, 1972-1974; y Tekkaman, 1975) como director. Sin duda, era un trabajo muy ambicioso por parte del estudio en el que trabajaron muchos profesiones. Es una lástima que haya tan pocos datos sobre los animadores que trabajaron en él. Pero veamos qué es lo que me fascina de esta animación.

El anime ha tratado el tema de la guerra en innumerables ocasiones. Entre los títulos que han aportado un punto de vista interesante a la cuestión podríamos citar Armored Trooper Votoms (1983-1984), La Tumba de las Luciérnagas (1988), Legend of Galactic Heroes (1988 -1997), MSG 0080: War in the Pocket (1989), Who’s Left Behind? (1991), Now and Then, Here and There (1999-2000), etc. Unos han hablado de la guerra como un conflicto humano, sin héroes y villanos. Otros han revelado su crudeza a los infantes, que sufrieron la pobreza y soledad que deja. Algunos niños pasaron de la admiración al horror, al entender que no era un simple juego sino un incidente fatal capaz de llevarse la vida de alguien importante.


Area 88, la obra en cuestión, es un drama de guerra que nos habla precisamente acerca de las consecuencias que la guerra trae a los mercenarios empleados en el Area 88, especialmente a nuestro protagonista. Aquí se tocan algunos de los aspectos mencionados anteriormente, pero sobre todo toca el impacto psicológico que causa en los soldados. Los efectos negativos de cualquier conflicto bélico normalmente generan grandes dificultades en las víctimas. En lo tocante al ámbito mental, nos topamos con trastornos y traumas como la fatiga de combate o la neurosis de guerra. Ambos provocan estrés, pánico y, en general, una repulsión a la guerra. 

En el caso que nos ocupa la matanza y la destrucción también suponen un cambio radical en las vidas de los pilotos, pero en dirección contraria. En vez de querer escapar del horror de la guerra ellos quieren seguir luchando incansablemente. Se podría decir que es una especie de adicción o dependencia que surge por culpa de la deshumanización a la que están sometidos día a día. El dinero, el deber, la obligación u otros motivos son sustituidos por la emoción y el placer de mata una vez logran acostumbrarse al estilo de vida que se impone en el campo de batalla. Según cómo lo miremos, se podría decir que el afectado se transforma en una persona diferente, incapaz de seguir viviendo de la misma forma que antes de convertirse en soldado.

Con poco más de tres horas, Area 88 narra el trágico proceso que acabo de describir a través del personaje de Shin Kazama. A diferencia de otras personas, su caso resulta especialmente doloroso. Su incorporación fue el resultado de un vil engaño por parte de su mejor amigo. Es decir, está ahí por obligación. No por una elección personal o producto de la necedad. Por esa razón, este hecho da mayor dramatismo al proceso. Su trasfondo también añade más dolor, ya que tenía un futuro prometedor, tanto en lo que respecta a su profesión como en el amor. Sin duda, está en una situación angustiosa de la que espera salir lo más pronto posible. El anime nos muestra varios momentos donde el personaje expresa su impaciencia y desesperación. Un ejemplo sería la primera vez que lo observamos en la habitación. Tras tachar los días restantes en un calendario se da cuenta de que aún le quedan más de dos años ahí dentro, provocando que estalle en lloros y rabia. Estos sentimientos habituales también se ven reflejados en el op de la serie y establecen una dicotomía entre el paraíso (su hogar) y el infierno (el Area 88).


Más adelante, Shin también expresa su odio por matar gente, cierta alegría por hablar con un japonés, la inquietud por marcharse, su frustración al ver retrasada su ida, etc. No obstante, su visión y carácter van cambiando con el tiempo, hasta el punto que los demás también reparan en ello. Por ejemplo, su antiguo instructor le comenta que ahora posee una mirada distinta. La experiencia en el infierno le está volviendo alguien más impersonal, frío e indiferente ante la muerte, pasando de ver a sus enemigos más como objetivos que como personas. Un punto de inflexión o, al menos, de mayor relevancia es el asesinato de su compañero Jess, que tras un ataque quedó ciego. Como estaba sufriendo y era incapaz de identificar amigos de enemigos, Shin prefirió matarle, algo que sin duda le dolió. 

A pesar del cambio, la insatisfacción y la añoranza por su antigua vida siguen ahí, por lo que se entremezclan sentimientos contrarios sin parar. De hecho, el último episodio muestra a Shin preocupado por la mala racha de la empresa, recordando la alegría e impaciencia de comer fideos instantáneos o viendo con tristeza a los nuevos reclutas que irán al Area 88. Sin embargo, para este punto su naturaleza ha cambiado. Sin ser consciente, él se ha convertido en un asesino manchado por la sangre y que huele a pólvora. No solo es un tipo taciturno de pocas palabras, aunque antes no tuviera ese carácter.

Al mismo tiempo que observamos lo que ocurre en el Area 88, la narración también presta su atención a los tejemanejes de Kanzaki y los intentos de Ryouko por salvar a Shin. Sin duda, se trata de una forma de ver el conflicto desde fuera, ya que el protagonista no puede salir de su prisión. Pero las acciones de Ryouko también ayudan a conectar ambas realidades, que son muy diferentes y la distancia entre ellas es enorme. Distancia que ella logra acortar a medida que consigue pistas de su paradero y busca una forma de sacarlo de ahí. Aquí podría decirse que la casualidad juega demasiado a su favor, ya que la narración desea acortar la separación como una forma de ahorrar tiempo y generar una mayor expectación. No hay duda de que es un fallo jugar con conveniencias de tal magnitud, pero no es un gran problema debido a que Kanzaki entorpece su búsqueda y sus intentos quedan en agua de cerrajas hasta que Shin, por sí mismo, se libera de su obligación.


Hablando de ambos personajes, ninguno de los dos es tan redondo como el protagonista. Con la narración centrada mayoritariamente en Shin es normal que ninguno se le acerque, pero la realidad es que son más pobres de lo que deberían. Por un lado, el recorrido del villano en la narración es muy correcto, ya que acaba sufriendo las consecuencias de su ambición. Lo que no convence es el trasfondo detrás que explica tanto su afán de llegar a lo más alto como su odio por Kazama. Para una obra tan adulta y sobria este hecho resulta hasta ridículo. Por otra parte, Ryouko ejerce el papel de mujer abnegada que lo da todo por recuperarlo. El hecho de que el hombre que amaba desapareciera de repente, hace creíble hasta cierto punto que no se rindiera en volver a verlo. No obstante, se nota que el personaje gira alrededor de esta idea y no existe fuera de Shin. Un punto que le hubiera aportado dimensionalidad sería dudar acerca del sentido de su propósito, pensando sino sería mejor rehacer su vida con otra persona en vez de esperar tanto tiempo. Y lo peor es que su personaje ni siquiera tiene una conclusión clara.

Más cerca de Shin se encuentran sus compañeros del Area 88. Aquí encontramos personajes de diversas nacionalidades: estadounidenses, japoneses, rusos, vietnamitas, etc. No obstante, todos tienen algo en común. Tal como declara McCoy: “aquí cada uno tiene su propio pasado, pero nadie habla de lo que le sucedió o lo que hacía”. En parte, porque es mejor olvidarse de la vida que tenían, ya que resulta una distracción innecesaria en el combate. Afortunadamente vamos conociéndolos poco a poco, aunque sea con reticencias a la hora de exponer aquello que guardan. También hay que comentar que una mayoría sufren del mismo apego al combate que el protagonista. Si bien algunos como Nguyen se caracterizan por ser más sanguinarios.

A pesar de la similitud, cada uno tiene su propio carácter, preocupaciones e historia personal. Micky Simon es el mejor amigo de Shin y el que más se le parece, aunque cuando lo conoció ya había pasado por el trauma. De ahí que entienda mejor cómo se siente el nuevo. El resto de personajes tienen una importancia menor. Este hecho es perceptible porque la obra no tiene el tiempo de exponer sin prisas sus casos particulares. Algunos como Boris no pasaron por ese problema. De hecho, presenta sin tropiezos un temor producto del impacto del la guerra, que era su temor a dormir con la luz apagada. Pero los casos de Saki Vashtal o Greg Gates son un poco más problemáticos. El primero no por no conocerlo sino de exponerlo todo con palabras a otros y sin darle un espacio personal para que el conflicto con su padre se sintiera especial. El segundo directamente porque no conocemos nada fuera de su personalidad. Sin duda, de haber poseído más metraje y haberlo gestionado bien no habría ocurrido este inconveniente.

De hecho, la extensión de esta miniserie es tal vez su mayor problema, ya que afecta a lo que ya he mencionado de los personajes y el desarrollo del conflicto. Los eventos tienen lugar con bastante rapidez y se introduce mucha información. Sin embargo, no quiero dejar de lado un punto importante: la acción. Studio Pierrot realizó uno de sus mejores trabajos en términos de animación. Está tan bien logrado que aguanta perfectamente el paso del tiempo, casi como si fuera una de las películas de Ghibli o Disney. Es un gusto contemplar la calidad de la ilustración, que es minuciosa y pulida en los aviones de combate. Ya por fuera son excelentes, pero el interior muestra una gran cantidad de elementos tecnológicos y de ingeniería. Además hay variedad de modelos como el F-20 Tigershark o el F-5G Tiger II. 

Tal vez, sin embargo, es más entretenido verlos participar en combate. En las batallas aéreas hay un equilibrio entre el espectáculo de fuego y explosiones y el impacto psicológico de esa misma destrucción. Las misiones resultan peligrosas por la dificultad de lidiar con el enemigo que les tiende a superar en número de aviones o porque sus bases están bien protegidas. Por ello acabamos habituándonos a ver morir a los pilotos, incluso a los que no son anónimos. En general, la violencia se contiene en mostrar horror corporal y prefiere limitarse al destrozo de los aviones. Nos muestran cómo acaban en pedazos tras ser disparados o colisionar por culpa de algún obstáculo. Para subrayar la experiencia bélica contamos con las partituras de Ichirou Nitta, que si bien otorgan mayor emoción a los encuentros no cumplen con representar estas batallas como algo terrible. Sin duda, eran necesarios temas musicales que comunicaran una mayor pesadumbre.

Por último, tengo que comentar un aspecto que pasa desapercibido, pero del que todos somos conscientes: la representación realista y fiel de la guerra. A diferencia de otros títulos, aquí no hay demasiados aspectos y elementos discordantes con el tema bélico. Para dejarlo claro haré una contraposición sencilla. Por ejemplo, en vez de niños o adolescentes que ni siquiera han hecho la instrucción militar, tenemos adultos con una formación previa y años de experiencia. Otro ejemplo sería el uso de aviones de combate que existen en la realidad, frente a robots gigantes, magia o poderes sobrenaturales que son del todo ficticios. El escenario tampoco es un mundo fantástico o un Japón situado en un futuro postapocalíptico sino un país ficticio de Oriente Medio, la zona de mayor conflicto en el planeta desde hace décadas. Y podría seguir con otros ejemplos, pero creo que queda claro que Area 88 resulta mucho más adecuada con su presentación que otras obras. Hasta tal punto que es una singularidad en el medio.

Calificación: 8

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2 Comentarios

  1. Excelente reseña. Debo decir que admiró tu conocimiento en cuando animes antiguos.
    ¡Un abrazo!

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    1. Hola, gracias por el cumplido. La verdad de anime del siglo pasado conozco mucho, aunque aún me quedan series por ver. La mayoría rebosan de episodios.

      Saludod

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