Reseña: Catnapped! (Totsuzen! Neko no Kuni Banipal Witt)

Sinopsis

Toriyasu, un estudiante de 5º de primaria, y Miiko, su hermana pequeña, son los dueños de un perro llamado Papadoll que ha desaparecido recientemente. Una noche, un extraño grupo de gatos parlantes irrumpe en su habitación y los obligan a ir con ellos a Banipal Witt, un mundo distinto al nuestro en el que habitan gatos antropomorfos. Este lugar, sin embargo, está siendo amenazado por la princesa Bubulina, que es capaz de convertir a la gente en globos vivientes, su mano derecha Doh-Doh e inesperadamente el extraviado Papadoll. La mascota de la pareja de hermanos, por su exposición continuada al sol de Banipal Witt, se transformó en un animal gigante que aterroriza la ciudad por orden de su caprichosa ama. En consecuencia, Toriyasu y sus aliados tienen que encontrar la forma de revertir la transformación de Papadoll y regresar a su mundo antes del próximo amanecer. De no hacerlo a tiempo, él y su hermana se volverán monstruos como Papadoll. ¿Serán capaces de resolver semejante problema?

Trama y Desarrollo

Takashi Nakamura, junto a otros como Yoshinori Kanada, fue uno de los animadores más influyentes en el anime de las últimas décadas del siglo XX. Su carrera profesional estuvo asociada entre finales de los 70 e inicios de los 80 con series televisivas de ciencia ficción como Golden Warrior: The Gold Lightan (1981-82). Más tarde, sus servicios fueron puestos a disposición de largometrajes de gran prestigio como Macross: Do you remember love? (1984) hasta que logró su primera oportunidad como director al formar parte del proyecto colectivo Robot Carnival (1987), donde desarrolló una interpretación mecánica y urbana del último segmento de Fantasía (1940). 

Sin embargo, el punto de quiebre en su carrera llegó con el trabajo como animador principal en Akira (1988) y su contribución a los diseños de personaje de Peter Pan no Bouken (1989). A partir de aquí, Nakamura se sintió con ganas de dirigir un proyecto que expresara su propia creatividad. En concreto, su interés era el público infantil. En palabras del propio Nakamura: “quería hacer una película para niños, y la hice”. El proyecto comenzó con un guion de media hora del coguionista, Chiaki J. Konaka. A partir de ahí, Nakamura transformó en gran medida la historia, ampliándola hasta construir un largometraje de 75 minutos de duración. De hecho, el avezado profesional lo convirtió en su obra más personal hasta el momento al desempeñar gran parte de las funciones más relevantes de la producción: dirección, guion, historia original, diseño de personajes y dirección de animación. Finalmente, Catnapped! (1995) tuvo un estreno limitado en 1995, llegando nuevamente a los cines en 1998 y lanzándose en vídeo a través de Bandai.


Desde una visión temática, las declaraciones de Nakamura para la revista AnimeFX en 1996 son importantes para comprender mejor el filme: “Los niños viven en un tiempo y un espacio muy limitados, anhelan el futuro y se sienten incómodos. Para sobrevivir en el mundo de los adultos, su imaginación debe protegerlos y darles poder. El héroe, Toriyasu, se siente vacío a medida que crece como un niño normal. Su viaje al mundo de la imaginación para recuperar a su perro también le devuelve su infancia”. Es decir, la cuestión principal que se aborda en Catnapped! es, a grandes rasgos, la restauración de la identidad infantil de Toriyasu mediante su reconciliación con el extraviado Papadoll.

Como punto de partida, la pérdida de la imaginación está relacionada con su incapacidad para lidiar con la frustración de que sus compañeros se burlen de él por sus creencias acerca de los alienígenas. Su reacción fue un cambio drástico en su actitud, palpable en la secuencia inicial donde muestra su rechazo a las explicaciones alienígenas de su hermana menor y su prioridad por el nombre Yasuo en vez del más informal Toriyasu. La desilusión también le llevó a tener como chivo expiatorio a Papadoll, siendo objeto de maltrato físico por su dueño y soportando la falta de cariño y cuidado que necesitaba. El cambio de actitud con su mascota, no obstante, no oculta totalmente su dolor por la desaparición de Papadoll, quedándose absorto delante de la caseta del perro como si esperara que volviera pese a sus comentarios posteriores fingiendo indiferencia por su destino.

Una vez en Banipal Witt, Toriyasu se reencuentra con Papadoll. Este no solo ha cambiado su apariencia, dando la impresión de ser un monstruo gigante, sino fundamentalmente su actitud, siendo hostil con los habitantes de este mundo gatuno, incluido su antiguo amo. Este rechazo y falta de reconocimiento por parte de la mascota le hacen darse cuenta de que él no se portó bien y, en consecuencia, tiene la responsabilidad de colaborar en el plan de los opositores a la princesa Bubulina y recuperar el antiguo yo canino de Papadoll. Un reto que pudo completar al transmitirle sus sentimientos sinceros y despertar los recuerdos contenidos en el collar rojo que le regaló cuando era más pequeño. Dicho esfuerzo, a propósito, no habría sido posible si Papadoll no conservara ningún cariño, ya que cuando Bubulina le ordena terminar con él este reacciona con un lengüetazo en lugar de una mordedura (y a pesar de que su intención no era desobedecer a su ama).


Por otra parte, la figura del héroe se contrapone con la figura de la antagonista, Bubulina. Los dos son niños que tienen en común un crecimiento accidentado que deriva en una ausencia de responsabilidad sobre sus propias acciones. En el caso de Bubulina, nos encontramos con una princesa que desde que era muy pequeña creció siendo mimada por sus padres hasta el punto en que se convirtió en una pequeña tirana caprichosa. Este comportamiento tan problemático tiene consecuencias fatales para el mago Remlam y su hija Lily, haciendo que los celos por la inexperta hechicera causen su muerte accidental. Sin embargo, Bubulina se negó a aceptar la culpa por el incidente y, en consecuencia, fue maldecida a la vez con una magia que convierte a todos los que la toquen en globos vivientes y un hechizo que enamora locamente a aquellos que contemplen su retrato. Sin embargo, y a diferencia de Toriyasu, el aislamiento que deriva de su maldición no le ha hecho reflexionar sobre su conducta sino que usa sus nuevos poderes para instaurar su tiranía personal. Su falta de contacto “gatuno” es compensada con Papadoll, inmune a la maldición, pero a pesar del afecto que le genera este cachorro repudiado no duda en convertirlo en su instrumento de venganza y, por tanto, demuestra que Bubulina aún tiene que aprender a amar de verdad.

Una constante que he ido dejando caer a lo largo del texto es el lado sombrío del largometraje que contrasta con el cine familiar de animación en Occidente durante la misma época. Por lo general, los grandes estudios de animación estadounidenses minimizaban u omitían los actos y las circunstancias más ásperas de las vidas de sus protagonistas, dejando recaer las acciones más viles en los antagonistas en lugar de admitir los defectos personales de los héroes. Aquí, en cambio, se exponen en pantalla cuestiones delicadas protagonizadas por individuos que no son villanos inhumanos. Ejemplo de ello es el maltrato animal, donde el protagonista golpea a su perro en un ataque de rabia y observamos el miedo de Papadoll al esconderse en su caseta; o la muerte, con Lily muriendo accidentalmente al partirse la cuerda que la sostenía (aunque presenciada a partir de su sombra precipitándose). Este lado tenebroso también se manifiesta en secuencias de animación que se aproximan al terror y la locura como las transformaciones en gato de Toriyasu y Miiko, deformando la imagen linda que tenemos de los felinos cuando abren ampliamente sus bocas y muestran dos filas de colmillos muy afilados; o el ejercicio de imaginación de Toriyasu, que visualiza en su mente su transformación en un monstruo cuyos ojos se salen de las órbitas, echa fuego por la boca y adquiere un rostro azulado similar al del gigante Papadoll.

La creatividad de Nakamura, por el contrario, tiene su faceta más alegre en la representación de Banipal Witt y sus habitantes. El primer elemento llamativo son los diseños de personaje, que optan por lo caricaturesco en su descripción de estos gatos antropormofos. Nakamura usa trazos redondeados y simples, pero sin renunciar a cierta complejidad en su apariencia con la vestimenta y los accesorios necesarios: capas, gorros, barbas, bigotes, ... Incluso si llevan un atuendo más corriente y humilde, cada uno de ellos se diferencia visualmente de los demás en detalles como la forma de las orejas o la longitud de la cola. En particular, los antagonistas se llevan la palma. Doh-Doh demuestra ser un hechicero peligroso gracias a sus ojos luminosos con pupilas en forma de rendija y la capa negra que lleva a la espalda. Bubulina, en cambio, es una gata de pelaje blanco y lujosa indumentaria cuya belleza se ha resentido con el tiempo.


El segundo aspecto que llama la atención es Banipal Witt, un mundo fantástico que se define por su inclinación circense, psicodélica y colorida. La impresión general del espectador es la de encontrarse en una tierra de ensueño, a medio camino entre ser un parque de atracciones y un cuarto de juegos infantil donde se acumulan desordenamente edificios, estatuas gatunas, recipientes gigantes, huevos de pascua, figuras tridimensionales, entre otros elementos a citar. Su configuración también se asemeja a la cosmología hinduista porque el mundo se sostiene gracias a un animal gigantesco en su base. En este caso, el protagonista no es una tortuga o unelefante sino un gato durmiente que podría amenazar la estabilidad del mundo si alguien lo despierta. Otros elementos de interés están relacionados con la existencia del mundo humano y los extranjeros. En particular, los seres humanos que visiten Banipal Witt en un Tomcat (el medio de transporte para viajar entre dimensiones) deben tener en cuenta dos cuestiones: por un lado, la velocidad a la que avanza el tiempo en ambos mundos es distinta, pasando apenas 3 minutos en la Tierra tras un día de estadía en Banipal Witt; y por otro, los forasteros sufren una transformación gatuna por los efectos del sol que puede degenerar en una transformación monstruosa como la sufrida por Papadoll si permanecen ahí más de un día.

En términos de acción, ponen toda la carne en el asador en el último tercio de la película. Sus secuencias de acción, protagonizadas fundamentalmente por Toriyasu, Papadoll y Bubulina, se desarrollan en el aire y no dejan a nadie indiferente. Tal vez el ejemplo más espectacular es el fragmento animado por Hiroyuki Okiura, donde hay una carrera contrarreloj entre héroe y antagonista con la segunda intentando evitar que Toriyasu llegue hasta Papadoll y revierta la maldición. La animación de personajes es uno de los puntos más fuertes de la cinta, pero aquí la animación de efectos, sobre todo el humo, probablemente no encontró rivales en su año de estreno.

En conclusión, Catnapped! es un largometraje que reivindica la imaginación y la creatividad infantil sin menospreciar intelectualmente a los más pequeños. Aquí Toriyasu logra recuperar estas maravillosas cualidades mediante la aceptación de su responsabilidad en las acciones de Papadoll en Banipal Witt, reconciliándose con él tras comprender el daño que le infringió con su comportamiento egoísta. Por el contrario, su contraparte antagónica, Bubulina, es incapaz de asumir sus malas acciones del pasado, siendo en la actualidad una mujer adulta caprichosa y tiránica que permanece aislada del resto del mundo. Desde una perspectiva visual, el filme desborda en términos de creatividad. Desde los diseños gatunos de personaje de Nakamura, entre los que destacan especialmente los villanos (Doh-Doh y Bubulina), hasta Banipal Witt, un mundo circense a medio camino entre un parque de atracciones y un cuarto de juegos que fue desarrollado por el director de arte Shinji Kimura. Para aquellos que busquen otros títulos infantiles con puntos en común con este quizás deberían revisar Unico (1981), Sirius no Densetsu (1981) o Little Nemo (1989).

Calificación: 7

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