Reseña: Animatrix


Muchos años han pasado desde el estreno en cines de la saga Matrix (1999-2003). Una saga que parece que no quedará simplemente en una trilogía, ya que para este 2021 tenemos programado un cuarto filme al que muchos de sus fans ponen esperanzas. Matrix, sin embargo, no se compone exclusivamente de estas cuatro películas. En realidad, es un proyecto transmedia en el que la historia es ampliada a través de otros medios que incluyen literatura, videojuegos y animación. Como resulta obvio, de este grupo voy a hablar de la última opción, bautizada como Animatrix (2003).

Al igual que Robot Carnival (1987) o Memories (1995), Animatrix es una antología formada por varios cortometrajes dirigidos por diferentes autores. Por lo general, este tipo de compilaciones no abundan en el anime actual, aunque en décadas anteriores aparecieron algunas como las mencionadas. Aquí tenemos un total de nueve cortometrajes cuya autoría corresponde a directores célebres o valorados dentro del medio animado: Koji Morimoto, Shinichiro Watanabe, Yoshiaki Kawajiri, entre otros. A pesar de la divergencia, todos los relatos giran alrededor del universo de Matrix. Un hecho que solicita al espectador el visionado previo de Matrix (1999), ya que su universo y circunstancias no pueden ser comprendidos con claridad a partir de los propios cortometrajes. 

Esta dependencia podría desalentar a algunos, pero el carácter transmedia de la franquicia convierte a esta antología en una pieza que aporta a su vez al universo Matrix. Aunque las nueve experiencias contribuyen a la riqueza temática del mundo, algunas de sus animaciones como El último vuelo de Osiris o El segundo renacimiento lo amplían desde un punto de vista argumental. También ciertos eventos narrados aquí tienen su peso y conexión con lo que acontece en otros productos de la franquicia como el videojuego Enter the Matrix (2003) y las siguientes películas de la trilogía. Por ejemplo, los acontecimientos narrados en el corto El último vuelo de Osiris tienen su continuación en Matrix Reloaded (2003).

De la misma forma que en otras ocasiones, no vamos a centrar nuestro interés en todos los integrantes de este trabajo colectivo. La razón es que prefiero centrarme en aquellos que verdaderamente creo sobresalientes en vez de dedicar esfuerzos a los que no llegan a la misma altura. Soy consciente de que la mayoría de críticos no pasan por alto ninguno, pero también esos mismos individuos no exceden las diez líneas para hablar de cada obra. Es decir, prefiero calidad en vez de cantidad si el resultado probable es la mediocridad. Por supuesto, también es una cuestión de tiempo porque con el pasar de los años cada vez estoy más ocupado y desmotivado para escribir. Dicho esto, podemos dirigirnos al núcleo del asunto.

Más allá de la realidad

Este primer espacio está dedicado a la obra de Koji Morimoto, el fundador y miembro más reconocido de Studio 4ºC. Su predilección por participar en proyectos fílmicos se retrotrae hasta los inicios de su carrera donde apenas trabajó en series de TV. Más adelante, su presencia como animador en largometrajes fue lo habitual hasta que, por primera vez, participa, en calidad de director, en el cortometraje Franken Gears de Robot Carnival (1987). Morimoto siguió realizando tareas de animador y director, pero el siguiente paso fue fundar Studio 4ºC donde se dedicaría a sus trabajos personales que incluyen cortometrajes destacados como Rosa Magnética (1995), Eternal Family (1997) y Noiseman Sound Insect (1997). 

Con la obra Más allá de la realidad (2003), el director regresa a la excelencia de Franken Gears. En poco más de doce minutos Morimoto narra una pequeña historia acerca de una adolescente que busca a su gato perdido. Por el camino se junta con un grupo de niños, los cuales le indican que su mascota está en una vieja casa abandonada donde ocurren toda clase de sucesos extraños. El argumento de este corto amenaza con ser el menos interesante y ambicioso, pero, en realidad, estamos ante uno de los mejores del conjunto. El filme trata una idea mencionada en Matrix Reloaded (2003), pero que no llegaron a explotar: los fallos o “bugs” de Matrix materializados como fenómenos sobrenaturales. La escena de apertura de la cinta es reveladora: un agente, desde su ordenador, se halla revisando el área de una ciudad japonesa para comprobar si existen errores que corregir.

Finalmente, el sistema es capaz de detectar fallos en la vivienda abandonada donde se encuentra el gato. Un grupo de infantes la denomina “casa encantada”, pero los inexplicables fenómenos que ocurren en ella muy poco tienen que ver con fantasmas. En vez de espíritus malignos o monstruos fantasmales, el público —al que se invita a acceder visualmente mediante un punto de vista subjetivo— contempla una serie de eventos sobrenaturales más modestos: una lata flotando, una bombilla titubeante en la materialización, una lluvia que no cesa y el arcoiris que le sigue, una botella que se recompone al impactar, entre otros fenómenos como ausencia de gravedad y discontinuidades temporales. Unos hechos inofensivos, pero aún extraordinarios al tratarse de sucesos que van en contra del sentido común.

La modesta elección del animador demuestra, sin embargo, verdadera genialidad. No es solo una cuestión de creatividad en términos de concepto y aprovechamiento del mismo. Morimoto desarrolla un espacio en el que estos elementos inusuales se mezclan con los elementos “reales”, generando una especie de realismo mágico donde resulta natural esta coexistencia. Una naturalidad que, en parte, consigue por la exploración y el juego del grupo en la casa encantada, que se entretiene experimentado con las diferentes posibilidades que ofrece. Pero los méritos del director se acrecientan más cuando eres consciente de que muchos de los elementos del lugar aprovechan el carácter audiovisual del medio como nos demuestran en la fantástica escena de la paloma cruzando por delante de la chica.

Lamentablemente, toda aventura que empieza tiene su fin. Este lugar de recreo es descubierto y destruido por los agentes ansiosos de corregir la anomalía. Los antagonistas “derrumban” la vivienda, convirtiéndolo en una zona en obras. La dueña de la mascota y el grupo de niños regresan, tratando de probar algunos de los experimentos realizados anteriormente. Sin embargo, ni la lata se para al caer ni la botella se recupera del golpe. Nada funciona. Todo regresa a la misma rutina monótona de siempre.

Calificación: 8

Récord mundial

Esta vez el turno corresponde a la animación realizada por Takeshi Koike. Conocido por su filme Redline (2009), Koike comenzó y trabajó gran parte de su vida en el prestigioso estudio Madhouse. Aquí una de sus mayores influencias fue el célebre Yoshiaki Kawajiri (Wicked City, 1987; y Ninja Scroll, 1993). Las semejanzas narrativas entre Running Man (Neo Tokyo, 1987) y el trabajo que vamos a analizar son evidentes. Con el paso del tiempo, pasó de ser animador a director de algunos pilotos y cortometrajes. El fracaso de su proyecto más ambicioso, no obstante, provocó la entrada en Telecom Animation Film, una empresa en la que su talento y experiencia han aportado los diseños de personaje y la dirección de varias películas nuevas de la franquicia Lupin III

No obstante, ahora centrémonos en su tercera participación como director en la industria: Récord mundial (2003). Este cortometraje, que no alcanza los nueve minutos, nos lleva hasta la carrera decisiva de Dan, un atleta profesional que busca limpiar su honor, tras ser acusado falsamente de dopaje en una prueba donde bajó de los 9 segundos, y superar su pasado récord, repitiendo una hazaña inigualable. Por desgracia, esta meta constituye un inconveniente para los agentes de Matrix porque Dan está a punto de ir más allá de los límites creados por el programa virtual.

Como punto de partida, la animación de Koike nos va a llamar la atención por el estilo artístico de Yutaka Minowa, director de animación y diseñador de personajes de la bellísima Vampire Hunter D: Bloodlust (2000). Igual que en el anterior cortometraje, Programa (2003), el estilo característico de este hombre se puede reconocer gracias a diversos rasgos. Uno de los más notables es su destacadísimo sombreado que cubre amplias áreas en los cuerpos y ropajes de los personajes. Otro rasgo son los tonos oscuros, que son muy vivos y penetrantes. Para finalizar, llaman la atención esas figuras altas y delgadas que aunque no son tan elegantes como en anteriores trabajos revelan gran minuciosidad y resultan más expresivas con lo que pretenden exteriorizar. En suma, tenemos un conjunto visualmente muy atractivo.

A diferencia de otros cortometrajes y el propio filme original, Récord Mundial no está protagonizado por un miembro de la resistencia humana o un chico que siente que hay algo mal con el mundo que le rodea. Es decir, está explorando una situación nueva. Una donde alguien pone en peligro Matrix por su capacidad de exceder la frontera trazada por las máquinas, pero sin estar consciente de lo que está a punto de hacer. El interés real de Dan en la carrera es demostrar que la marca lograda fue válida y que puede mejorarla. Este conflicto personal, construido a partir de los recuerdos que brotan en los distintos momentos de la carrera, y la efectiva plasmación de su obsesión, otorga al personaje la entidad necesaria de la que carecen el resto de los protagonistas de Animatrix. Por tanto, podemos adherirnos y comprender mejor su anhelo.

La cuestión por lo que debemos interesarnos, no obstante, es la carrera donde Dan arriesga su continuidad como profesional. Los momentos previos a la competición están marcados por el anuncio de la hazaña que está a punto de realizar con los agentes de Matrix y sus seres queridos (padre, entrenador, ...) observando la escena. Dan toma posición. Finalmente, suena el fogueo que inaugura la prueba y comienza la magia. La competición únicamente puede ser calificada en términos de exhibición sobrehumana. A partir de un efecto de cámara lenta, Koike nos permite contemplar la magnificencia que hay detrás del veloz movimiento del ganador. Nos vamos a recrear, con todo lujo de detalles, con el correr de Dan en el corto tiempo que dura esta prueba de los 100 metros lisos. 

Al partir del punto de salida, el corredor despega y avanza zancada tras zancada. Koike describe el estado y el movimiento de Dan centrándose en las distintas partes del cuerpo empleando varios ángulos y planos cercanos. El resultado final es apabullante, impresionando al espectador con la potencia y velocidad que es capaz de desplegar. Desde el impacto de las zapatillas en el suelo que arranca la tierra, pasando por todo el sudor de las piernas que sale despedido; hasta la ligera deformación del rostro de izquierda a derecha. Sin embargo, y tal como apuntó Pilingino en el análisis de Animatrix, lo más imponente yace en la ilusión de poder y esfuerzo que otorga el exagerado movimiento de los brazos. La impresión que genera la simple oscilación de los miembros superiores, de adelante hacia atrás y de atrás hacia delante, resulta sensacional. Este conjunto visual, además, se complementa desde el ámbito sonoro con potentes efectos de sonido que dan la sensación de que Dan, a cada zancada que da, corta el aire.

No obstante el momento culminante llega cuando sufre el anticipado calambre, representado visualmente como una materia negra que recorre su pierna y emerge agresivamente de la misma. En vez de recibir una dura caída, el incidente permite al atleta superar su velocidad y vislumbrar el mundo de Matrix. En una escena espléndida, los agentes intentan detenerle para evitar su despertar, pero pese a sus habilidades sobrehumanas sus brazos extendidos no logran alcanzar al corredor. Finalmente, la ilusión se rompe y el joven negro despierta, por un breve tiempo, en su contenedor hasta la llegada de un Centinela que lo devuelve a la “realidad”. Dan acaba en silla de ruedas y los agentes sonríen con seguridad. El ser humano logra un nuevo récord mundial, pero sigue bajo el yugo de las máquinas. Un final que podría ser trágico, pero concluye con esperanza: Dan se levanta de su silla de ruedas añorando la libertad que apenas pudo saborear por un momento. Aunque fue por un solo instante, podemos esperar que lo vuelva a repetir.

Calificación: 9

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2 Comentarios

  1. Buenas Jubei

    Justamente recordé este año a World Record por el cuarto capítulo de las ovas de Rohan "La carrera", no soy fanático de Matrix más allá de haber visto las películas pero me gusta el encanto de Animatrix, es de esas expansiones mass media que si resultan más que interesantes, de nuevas propuestas valiéndose de su medio.

    Y sobre todo World Record, que parece tan ajena como involucrada a esa concepción de La Matrix a través de ese absorbente estilo que describes. También es mi corto preferido de esa compilación, y de mis preferidos en general, aunque también me gustan bastante la mayoría de los otros cortometrajes, esa intención de expandir un universo en la forma como la veían sus directores.

    Buen artículo!
    Saludos

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    1. Buenas noches, no esperaba que Récord Mundial fuera uno de tus cortos favoritos de esta antología. El ejercicio visual que hace es apabullante. La verdad Animatrix es una de estas obras que justifican bien su existencia si lo comparamos con otras antologías como la reciente Star Wars: Visions.

      Saludos y gracias por comentar

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