Adaptaciones animadas: La isla del tesoro

Introducción

Una cuestión recurrente en el ámbito cinematográfico es la adaptación, es decir, el proceso de tomar una obra que procede frecuentemente de la literatura o el cómic y reconfigurarla para su presentación adecuada al nuevo medio de expresión. Aunque nunca han renunciado a crear nuevas obras originales, las adaptaciones continúan siendo muy relevantes en la actualidad. En particular, la adaptación de clásicos literarios es una opción por la que se apuesta continuamente gracias a factores como son el reconocimiento y popularidad, el círculo de fans que apoyan el título original o el acceso a los derechos de propiedad intelectual. No obstante, una adaptación entraña riesgos. Si bien estamos ante obras muy sólidas, con grandes virtudes, los intereses y las sensibilidades modernas distan mucho del tiempo en que fueron recibidas inicialmente, por lo que es preciso transformarlas lo suficiente como para conectar con el público actual. Un hecho que puede ser arriesgado, ya que si hay muchos cambios significativos en la trama, los personajes o el tono el respeto al espíritu de la obra se pierde fácilmente. En resumen, una adaptación tiene sus pros y sus contras.

Si hablamos de títulos que han recibido adaptaciones la lista es interminable, pero centrándonos en animación seguro que habréis sido testigos de las múltiples adaptaciones de Caperucita Roja, Blancanieves, La sirenita o Alicia en el país de las maravillas. Si bien no es cuento de hadas, La isla del tesoro (1883), novela escrita por Robert Louis Stevenson, también forma parte de las historias que más adaptaciones han recibido a lo largo del tiempo. Aquí probablemente contribuyen diversos factores como son la iconicidad de sus personajes (John Silver, Billy Bones o Jim Hawkins), el atractivo de sus elementos relacionados con la aventura (piratas, barcos, tesoros, etc.) o el potencial interpretativo ante su sencillez. Sea cual sea la razón exacta, La isla del tesoro ha sido afortunada porque no todos pueden presumir de haber recibido alrededor de diez adaptaciones distintas. Probablemente el cine de imagen real venza en cuestión de números, pero mi preferencia por la animación me empuja a hablaros únicamente de las versiones animadas.

Adaptaciones anglosajonas

La primera adaptación cinematográfica de La isla del tesoro fue un filme mudo, de imagen real, estrenado en 1918. A lo largo de las décadas, más y más adaptaciones fueron emergiendo. Algunas de ellas muy queridas, como las realizadas por Metro-Goldwyn-Mayer y Walt Disney Productions en 1934 y 1950 respectivamente, pero siempre esquivando la animación. El primer representante real fue la oscura Mr. Magoo's Treasure Island (1964), un episodio en dos partes de la serie de animación The Famous Adventures of Mr. Magoo (1964-65). A diferencia de los cortometrajes para cines, centrados en las torpezas del extremadamente miope Quincy Magoo, la serie presenta al personaje de Magoo como el actor principal en adaptaciones de clásicos literarios como Don Quijote de la Mancha. Aquí el célebre Mr. Magoo toma el papel del pirata Long John Silver. Ante las graves restricciones de metraje, esta versión de 40 minutos omite la mayor parte de eventos ocurridos en la posada Almirante Benbow. Este hecho, sumado a las limitaciones artísticas de la televisión, no permite rescatar mucho de valor en esta adaptación. Tal vez lo más interesante es la secuencia inicial, donde contemplamos los planes de John Silver con Perro Negro antes de su entrada en la taberna de Bristol.

Las próximas adaptaciones del clásico de Stevenson me gustaría dividirlas según su procedencia: australianas, norteamericanas, japonesas y europeas del Este. Como punto de partida, empecemos por el continente de los canguros. El primer título, estrenado en 1971, fue producido por Air Programs International (API), el principal estudio de animación de Australia durante los 70. Este se encargaba de producir animación para la Australian Broadcasting Commision y las diferentes cadenas estadounidenses. El segundo filme, presentado en 1987, fue un trabajo realizado por Burbank Films Australia (más adelante renombrado Burbank Animation Studios). Este tomaría el relevo de API durante los años 80 y 90, teniendo en común la producción de adaptaciones literarias con un metraje estimado entre 45 y 75 minutos. Ambos largometrajes tienen la virtud de ser bastante fieles, sea al seleccionar los acontecimientos y personajes más importantes como por el tono aventurero del libro original. Sin embargo, los escasos 50 minutos juegan en su contra, por lo que adolecen de una evidente superficialidad, especialmente en la interpretación de John Silver que es un villano sin la ambigüedad moral que le caracteriza. Este esencialismo queda completamente al desnudo por su mediocre animación, con un movimiento limitado y sin acudir a otros recursos audiovisuales. La única excepción que merece la pena citar está en los fondos de la versión de 1971, con un trabajo muy elaborado de acuarela con pinceladas sueltas.

El siguiente grupo de adaptaciones corresponde a Estados Unidos, que se distingue de sus pares por adaptar la novela de piratas a las peculiaridades de la animación norteamericana. Un hecho que, en mi opinión, fue muy contraproducente en dos de sus largometrajes: La isla del tesoro (1973), producida por Filmation Associates, y La isla del tesoro (1996), impulsada por Golden Films. Aunque más conocidas en España que las originarias de Australia, la mayoría de los que crecieron con ellas probablemente no las recordará. Tal vez su mayor rasgo es su orientación cómica, recurriendo al humor slapstick. El primer especial de televisión se inclina mucho por el estilo de Hanna-Barbera, con efectos de sonido llamativos, segmentos musicales y la inclusión de un ratón pirata como mascota. Aunque no se desliga del relato original, tampoco hace un seguimiento minucioso y toma solo aquellos elementos que más le interesan. Le juega mucho a favor su duración próxima a los 90 minutos, otorgando parte de los matices necesarios a la relación de Jim Hawkins y John Silver. La segunda película, en cambio, se presta a la caricaturización de sus personajes como el Capitán Smollett, quien es un enano gruñón y muy desagradable. Si bien ambas son superficiales en sus temas y con un humor desfasado, la segunda es un desastre por las extravagancias, su nula representación de violencia (los piratas son lo menos amenazante que puedes imaginar) y un metraje inferior a los 50 minutos. Y, por supuesto, la animación que exhiben ambas entra dentro de los parámetros de la animación televisiva, sin apenas alguna floritura destacable.

La excepción entre las norteamericanas es obviamente El planeta del tesoro (2002), cortesía de Walt Disney Pictures y del tándem Musker-Clements. Como era de esperar, el estudio del ratón adapta con mucha libertad el libreto original, ya que solo se queda con los hitos más relevantes. Así nos topamos con episodios conocidos por todos como la advertencia de Billy Bones a Jim Hawkins sobre el villano, el ataque a la posada Almirante Benbow, el asesinato de Arrow o el descubrimiento accidental del plan del cocinero en el barril de manzanas. Sin embargo, mucho es omitido, sobre todo lo que sucede con Billy Bones durante su estancia en la posada; y transformado sustancialmente, como la fusión de los personajes del Dr. Livesey y el Caballero Trelawney en la figura del Doctor Doppler o el cambio de sexo del Capitán Smollett.

Ahora bien, tal y como indica el título, era predecible teniendo en cuenta que estamos ante una interpretación en clave de ciencia ficción. Es decir, claramente iba a contribuir en esa dirección. Por esa razón, nos hallamos ante una fusión entre el universo pirata y el imaginario de la ópera espacial: barcos capaces de surcar los mares estrellados, tripulaciones compuestas por alienígenas, mapas holográficos, etc. Sin embargo, esta combinación repleta de ingenio y atractivo (sobre todo, en los diseños de artilugios, máquinas y objetos) carece de cualquier fundamento científico. De ahí que tengamos que ignorar incoherencias como los barcos de vela, que no tienen protección contra el vacío espacial; o los efectos de la explosión de una supernova, que no se aproximan ni de lejos a lo que ocurre en la realidad. Un precio asumible, aunque continúa siendo un defecto molesto si se tiene en cuenta que Atlantis: El imperio perdido (2001) cuidó más su verosimilitud como relato de ciencia ficción.

Aunque sería fascinante abordar otras muchas cuestiones de la película, no quiero convertir este artículo en una reseña de El planeta del tesoro. Si os interesa una crítica menos amable, pero muy bien trabajada, os empujo a visitar el blog de Un universo de Ciencia Ficción. A diferencia de Manuel, me gustaría comentar un poco más la relación entre Hawkins y Silver. Es cierto que conservan (y amplían) los rasgos básicos de otros personajes como la desagradable honestidad del Capitán Smollett (ahora Amelia), pero el pilar dramático de la narración son ellos dos. Aquí los guionistas se decantan por desarrollar el vínculo paternofilial, siendo más directos con lo que sienten el uno por el otro. Por una parte, tenemos a Jim Hawkins, quien es retratado como un muchacho rebelde insatisfecho con su vida actual que acusa la ausencia de una figura paterna que lo guiara cuando era un niño. Por otro, John Silver continúa siendo un bribón muy astuto que muestra una dualidad entre su ambición por lograr el tesoro a cualquier costo y los sentimientos que desarrolla por el pequeño Jim. Aquí esta dualidad está muy bien plasmada en pasajes donde el pirata muestra tanto el cariño por el chaval como sus intentos de apresarlo por obstaculizar sus planes. Así hasta que llega el momento donde tiene que elegir entre salvar a Jim o perder el tesoro, escogiendo aquello que más valor tiene. En este aspecto, la versión de Musker-Clements es la que explota mejor el potencial familiar y sentimental de La isla del tesoro.

Adaptaciones niponas

Si ignoramos la adaptación de Disney el panorama ha resultado desalentador, pero los japoneses nos tienen un par de sorpresas reservadas. La primera de ellas llegó en forma de largometraje estrenado en cines: Dōbutsu Takarajima (1971). La producción cinematográfica de Toei, que contó con Hayao Miyazaki como consultor y animador, sigue la línea de otros filmes del estudio realizados en esta época: adaptaciones literarias, pero con un fuerte acento en lo cómico y lo mono para contentar al público infantil. Aquí su secuencia de créditos inicial es sumamente ilustrativa: grupos de animales, dibujados en un estilo lindo, desfilan frente a la pantalla mientras nos hacen reír con sus monerías. Otros factores que revelan la orientación infantil son los diseños de personaje, la presencia de una mascota en la forma de un ratón con gafas, la secuencia musical del viaje en barril de Jim al que le acompaña un coro de niños, la adorable relación entre el bebé y la morsa pirata, entre otros muchos ejemplos.

Sin embargo, y de lo que llevamos hasta ahora, esta adaptación es la que menos fidelidad guarda con la obra decimonónica. En sus primeros diez minutos más o menos va siguiendo el hilo argumental, introduciéndonos al personaje de Billy Bones, el registro de la posada por los piratas y el hallazgo del mapa, pero pronto se desvía hacia otra ruta totalmente distinta con Jim siendo apresado por los piratas de Silver y aliándose con la nieta del fallecido capitán Flint. La mayoría de personajes originales están desaparecidos: el Dr. Livesey, el Caballero Trelawney, Perro Negro, la madre de Jim, el Ciego Pew, etc. Sinceramente, este filme se inspira más en el libro de lo que pretende adaptar. No obstante, lo que no tiene de fiel lo tiene de entretenido gracias a sus numerosas secuencias de acción y comedia, destacando entre ellas la persecución que experimentan los protagonistas en las alturas de las velas del navío pirata o la jugarreta fallida del chico al verse obligado a alimentarse de la cena incomestible que le preparó a los piratas. Otro aliciente es Katty, la heroína, que aunque se va ablandando con el tiempo es una muchacha capaz y de gran carácter como su homólogo masculino.

Para desgracia de la versión cinematográfica, el anime que sigue a continuación se erige sin ninguna duda en lo más alto del medio: Takarajima (1978). De hecho, y aunque suena muy atrevido, la interpretación realizada por Osamu Dezaki está a la altura de la novela en muchos aspectos. Uno pensaría que tal singularidad se debe a su fidelidad al clásico literario, que deja muy pocos pasajes sin adaptar, pero en realidad también se explica por su atrevimiento, al enriquecer aquellas partes donde el autor no incidió demasiado, en especial la travesía hasta la Isla del Tesoro. Otra circunstancia que ignoraron casi todas las adaptaciones fue la crítica al modo de vida pirata, subrayando las terribles consecuencias de la avaricia o la desconfianza entre camaradas. Aquí Billy Bones y su vicio por la bebida se llevan la palma, siendo testigos de la horrible muerte del pirata que, con sus más y sus menos, llegó a simpatizarnos. Un último logro muy significativo fue la relación entre el joven Jim y el intrépido Silver, que más allá de los vínculos padre-hijo juega con la ambigüedad moral de este bucanero y la admiración que siente Jim por él. Uno ve que, a pesar de ser un pirata, Silver es un hombre extraordinario cuya voluntad inquebrantable es digna de asombro y respeto. No me voy a explayar en mayor profundidad, ya que he hecho un análisis de esta serie que podéis leer en el blog.

Una última mención corresponde a Doraemon: Nobita no Takarajima (2018), la trigésima octava película de la eterna franquicia de Doraemon. Si han visto mi reseña de la serie sabrán que he visto el filme exclusivamente por el bien del artículo. Al igual que acontece con la serie, los largometrajes de la franquicia siguen una fórmula que se ha vuelto rutina con los años. La versión pirata de Doraemon no iba a ser menos, echando mano de las situaciones clásicas como la incomprensión de los padres de Nobita ante sus peticiones o el gag de Shizuka en el que Nobita la encuentra bañándose. Al menos, aquí podemos disfrutar una animación notable, sobre todo en términos de character acting en vez de las mediocres entregas semanales de la televisión. Tristemente, es de lo poco que se pueda destacar a su favor porque la obra no sigue fielmente la novela del siglo XIX sino que se inspira en ella para contar una historia donde Shizuka es secuestrada y se encuentran con una misteriosa Isla del Tesoro situada en el Oceáno Pacífico que oculta más de un secreto. Un entretenimiento suficiente, pero que no deja de ser un producto realizado de la misma forma que siempre. Tal y como hace Doraemon al diseñar la caprichosa aventura de Nobita con sus nuevos inventos: el mapa de la búsqueda del tesoro o el sombrero para ser capitán.

Adaptaciones socialistas

Uno esperaría que si hacemos caso a la imagen popular de la época socialista en el siglo XX las adaptaciones de La isla del tesoro deberían ser enormemente oscuras y graves en tono, con alegorías políticas por doquier para concienciar a la población. Sin embargo, la realidad es que la animación de aquella época, especialmente en la URSS, era mucho más indicada para el público infantil que la producida por sus contrarios occidentales, con mucho contenido de naturaleza educativa ideado para un rango diverso de edades. Las versiones que nos interesa revisar entran dentro de este target, pero sobresalen por su enorme extravagancia. De hecho, es tal su excentricidad que se han convertido en pequeñas obras de culto dentro o fuera de sus respectivos países.

La primera de ellas es El planeta del tesoro (1982), que aunque parezca una broma fue la primera a la que se le ocurrió interpretar la obra del escocés en clave de ciencia ficción. Esta elección aprovechó la tendencia al alza de la ciencia ficción, que desde los años 70 se había convertido en imparable. La primera película búlgara, no obstante, es un fracaso creativo. ¿Por qué? Una mirada podría bastar, pero me tendré que explayar. Como punto de partida, la película es una interpretación bastante libre, aunque no tanto como para no reconocer a los personajes (John Silver, Billy Bones, Perro Negro, etc.) y algunos episodios importantes de la novela original. Algunos puede que tengan problemas en reconocerlos, pero la causa principal no se debe tanto a la presencia de elementos y conceptos de la space opera (naves espaciales, tecnología futurista, monstruos extraterrestres, etc.). El inconveniente radica en la presentación, que no puede ser más alienígena sin importar la época en que veamos este largometraje. La idea era obviamente hacer una especie de relato de aventuras y comedia sci-fi, que incidiera en el slapstick y se orientara al público infantil. Sin embargo, el resultado es demasiado chocante, con unos repelentes diseños de personaje cuyas deformaciones extremas más que hacer reír como ocurría con los Looney Tunes generan estupefacción. Por otra parte, la animación es terrible porque tiende a permanecer enclaustrada en planos muy cortos, comunicar la idea de desorden y mostrar figuras dotadas de una antinatural frontalidad o lateralidad. En resumen, la versión búlgara es icónica, pero por las razones equivocadas.

Por el contrario, la extravagancia de la adaptación soviética de La isla del tesoro no se convirtió en un escollo sino en todo lo contrario. La isla del tesoro (1989) es un telefilme soviético-ucraniano realizado por el estudio Kievnauchfilm en dos partes: El mapa del Capitán Flint (1986) y El tesoro del Capitán Flint (1988). Más tarde, fueron unidas y proyectadas juntas. La película alcanzó el estatus de clásico inmediatamente en su país, ganando varios premios (Gran Premio en Minsk, Gran Premio en Kiev, 1º Premio en el Festival Internacional de Cine de Televisión de Checoslovaquia), pero con el tiempo conquistó los corazones de otras personas fuera de la esfera socialista gracias a su difusión por Internet y los memes del Dr. Livesey. 

La adaptación soviética-ucraniana es un filme que emplea mayoritariamente animación tradicional, con algunos segmentos realizados en cut-out. Sin duda, el aspecto más atrayente de este largometraje son los diseños de personaje, resultado de la colaboración entre David Cherkassky, director de la película, y Radna Sakhaltuev, un dibujante conocido por su trabajo en revistas satíricas en Kyiv. De hecho, esta reunión ya tuvo lugar antes en animaciones como Las aventuras del capitán Wrongel (1979) y El doctor Aybolit (1983). En general, los diseños de personaje son muy caricaturescos, dominando en ellos figuras masculinas de narices rojas y grandes (como pepinos), mentón alargado, cuerpo rechoncho o estirado, formas redondeadas y expresiones graciosas.

Esta clase de diseños no son lo único que contribuye al carisma de los personajes, ya que su caracterización se beneficia de gags sonoros (el estornudo vendaval de Billy Bones o el cómico roce de las muletas de Silver) y la graciosa actuación de voz (especialmente, la del Dr. Livesey por el trabajo del actor Evgeniy Paperniy). Algo que no impide respetar parte de la caracterización de la novela, destacando aspectos como la astucia de Silver o la jerga marina de Bones. Con todo, algunos personajes como el Dr. Livesey con su personalidad excéntrica y aspecto fornido o el dominio de las artes marciales de Hawkins son un giro inesperado para los conocedores del material original. Sea del agrado o no de los espectadores, al menos apreciarán la introducción del grupo a través de tarjetas de presentación que incluyen, entre otros datos como el nombre o información sobre su estado civil (una referencia a la popular serie de televisión Diecisiete instantes de una primavera, 1973).

Sin embargo, los cambios en los personajes van en consonancia con la transformación del relato de aventuras, que destaca por su crítica a los defectos de los piratas, a una comedia slapstick, inclinada por el absurdo a la hora de abordar las situaciones. Así, hay muchas persecuciones y batallas multitudinarias conducidas a un ritmo veloz. En particular, el absurdo sobresale por el uso ingenioso de armas blancas y de fuego como el cañón ametralladora de los piratas, el concierto de piano-mosquetes de Jim o la capacidad de Livesey para desinflar a sus enemigos con la espada. Este estilo recuerda a los cartoons dirigidos por Chuck Jones y Friz Freleng, aunque una de sus influencias es el cómic con efectos visuales como estrellas, nubes de polvo, onomatopeyas y bocadillos de diálogo. El estilo de dirección también contribuye gracias a los juegos de cámara dinámicos y las composiciones frontales, donde el personaje en cuestión parece dirigirse hacia nosotros. Un último rasgo es la inclusión de "pausas musicales", hechas en imagen real, que consisten en canciones y bailes interpretados por actores para incidir en los temas del filme desde un punto de vista educativo como lo perjudicial del alcohol o las bondades del ejercicio físico. Tal vez son lo menos interesante del filme, pero no olvidan los temas del libro.

Conclusión

La isla del tesoro es un clásico literario que ha cosechado una fortuna relativa, ya que mientras disfrutamos de un buen puñado de versiones cinematográficas y televisivas la mitad de ellas (casi todas las anglosajonas) están enterradas en el olvido por motivos más que razonables. Algunas de ellas no tienen el reconocimiento necesario como Dōbutsu Takarajima, pero aquellos que las conocen suelen valorarlas apropiadamente. Otra cuestión es que la vasta mayoría intenta integrar, de una u otra forma, los acontecimientos y personajes principales, pero solo Takarajima fue capaz de representar con total acierto la crítica moral a los piratas, la ambigua relación de Hawkins y Silver y la pasión por la aventura. Las adaptaciones restantes no pudieron aunar todas sus virtudes, con la de Disney acertando las dos últimas y la soviética atacando musicalmente a los piratas. Dicho esto, solo me queda hacer un pequeño ranking (de mejor a peor) para los curiosos:

1. Takarajima (1978)
2. La isla del tesoro (1989)
3. El planeta del tesoro (2002)
4. Dōbutsu Takarajima (1971)
5. Doraemon: Nobita no Takarajima (2018)
6. La isla del tesoro (1971)
7. La isla del tesoro (1973)
8. El planeta del tesoro (1982)
9. La isla del tesoro (1988)
10. Mr. Magoo's Treasure Island (1964)
11. La isla del tesoro (1996)

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