Análisis: Kimetsu no Yaiba - Yuukaku-hen


Introducción

Kimetsu no Yaiba: Yuukaku-hen (2021-2022) es la segunda temporada del anime que adapta el manga del mismo nombre escrito por la autora Koyoharu Gotouge y producido por el estudio de animación Ufotable. El presente arco narrativo abarca los capítulos 35 a 44 del anime, que se corresponden con los episodios 70 a 99 del manga. En este ocasión, la sinopsis es la siguiente:

Tras el incidente del Tren Infinito y la muerte de Kyojuro Rengoku, Tanjiro Kamado y sus compañeros Zenitsu e Inosuke se dirigen a otra misión difícil a las órdenes del Pilar del Sonido: Tengen Uzui. Su misión consiste en averiguar el paradero de las 3 esposas de Uzui, que se habían infiltrado en Yoshiwara, el distrito rojo de Tokio, y no habían vuelto a dar señales de vida. Para lograr su objetivo, el grupo empieza a trabajar de empleadas en algunos de los locales de Yoshiwara, pero muy pronto entran en contacto con el gran demonio responsable de la desaparición de las esposas de Uzui y otros muchos individuos: la Oiran Warabihime.

Yoshiwara, el distrito rojo de Tokio

Hemos pasado de los interiores del Tren Infinito, con sus siniestras pesadillas, al espacio urbano de Yoshiwara, más bullicioso y femenino. Para aquellos que no lo sepan, el distrito rojo de Yoshiwara es un barrio urbano en el que se reúnen diferentes negocios y locales nocturnos (restaurantes, bares, prostíbulos, etc.) dedicados al entretenimiento y placer adulto. Bebida y juegos de azar son una pauta común, pero sobre todo hablamos de compañía femenina y prostitución. Aquí la obra destaca la figura de las oiran, cortesanas de alto rango cuyos méritos van más allá del ámbito sexual y el coqueteo al ofrecer otros servicios de entretenimiento como baile, música o poesía. Es decir, no son el prototipo de trabajadora sexual que hallamos en Occidente y otros países que nos son cercanos.


Kimetsu no Yaiba, sin embargo, parece únicamente interesado en Yoshiwara como un espacio apropiado para las actividades de los demonios. En teoría, el barrio rojo debería permitir mayores posibilidades de exploración en torno a cuestiones peliagudas como la prostitución o la trata de personas, aunque también como lugar de reunión para el entretenimiento de los poderosos o los peligros que encierra para sus clientes habituales en la forma de despilfarro y juerga desmedidos. Alguna de ellas es mencionada, pero ninguna abordada con interés. El anime, en cambio, opta por transmitirnos un retrato aséptico del barrio que ignora las miserias humanas. Ni siquiera se relaciona con algunos de sus habitantes como son los hombres, clientes que pagan por los halagos, el coqueteo y el sexo ofrecido por esas mujeres bellas, jóvenes e instruidas.

La preferencia de Kimetsu no Yaiba es humorística, consistiendo en las desventuras de nuestro trío de héroes, que intentan ocultar su condición sexual masculina para investigar y encontrar en los burdeles de Yoshiwara al culpable de las desapariciones. Las carcajadas, por tanto, derivan de su pobre imitación con ese maquillaje tan exagerado y esa voz femenina forzada. Si bien también logran que nos riamos por la electrizante habilidad de Zenitsu con el shamisen o la exagerada dedicación de Tanjiro a su trabajo. La fase temprana de la misión, sin embargo, no presenta mayores alicientes. El demonio se revela muy pronto, por lo que el trío no necesita de una investigación exhaustiva para recoger pistas. Tampoco hay demasiado interés en generar suspense ante la imposibilidad de que la infiltración falle: admitimos que la ausencia de escrutinio y los disfraces son factibles únicamente porque la intención es echarnos unas risas con ello. No hay límite de tiempo ni ritmo frenético, pero no quita que la misión sigue siendo peligrosa ante la captura de las kunoichi y la desaparición de Zenitsu.

Un portento de producción y una gran incertidumbre

El núcleo central de la segunda temporada es la lucha contra la Sexta Luna Superior: los hermanos Daki y Gyutaro. En términos generales, es un enfrentamiento extenso que abarca más de 2/3 del presente arco y que no recurre a demonios subalternos o aliados inesperados. Un inconveniente que es parcialmente resuelto al segmentarlo en dos etapas con la aparición de Gyutaro marcando el fin de la primera y el comienzo de la segunda. Para facilitar, no obstante, el análisis vamos a destacar sus méritos y deméritos.

Desde una óptica positiva, esta segunda temporada mantiene el liderazgo entre las producciones audiovisuales de los últimos tiempos. Según Jaime Rojo, estudiante de animación, la calidad de la animación de Kimetsu no Yaiba es un resultado de su cuidada producción, con un equipo de trabajo que cuenta con la coordinación y el tiempo precisos para pulir cada dibujo, con una ilustración consistente y sin altibajos; integrar efectos digitales y fragmentos en 3D, sin generar contrastes que rompan la ilusión; otorgar vida al color, el cual es agradable y vibrante; y emplear el trazo más adecuado, con una línea gruesa o delgada según el contexto. A esto hay que agregar la banda sonora compuesta por el dúo Gō Shiina (Kyousougiga, 2013) y Yuki Kajiura (Puella Magi Madoka Magica, 2011), que apuesta por un combinación entre música tradicional japonesa y contemporánea. El sello característico de Kajiura, por cierto, es perceptible en una mayor presencia de cánticos e instrumentos de cuerda que generan melodías solemnes y nebulosas.

Otro punto a favor es la forma de jugar con nuestras expectativas, introduciendo diferentes giros argumentales y sorpresas que nos mantienen en vilo. Uno de los primeros giros que algunos cuestionan son los power-up de Tanjiro y Nezuko, pero ninguno de ellos resuelve el enfrentamiento sino que son temporales y les sirven para ganar tiempo mientras llega el resto del equipo. Es decir, no ayudan a sentenciar el combate como por ejemplo en Naruto (2002) cuando el protagonista utiliza el poder del Zorro de Nueve Colas para vencer fácilmente a Haku o Ichigo de Bleach (2004-2012), quien humilla a Ulquiorra con su poder de Hollow. Lo más polémico quizás son los poderes de Nezuko, a los que ahora agregan su solidificación de la sangre. El aumento de poder para responder al desafío que constituye Daki debería estar justificado con algún entrenamiento o aprendizaje. No obstante, lo peor es su oportuno despertar para hacer frente al ataque final de Gyutaro y sanar al equipo. Ahí demostraron que el salvavidas llamado Nezuko necesitaba un par de limitaciones para no restarle dificultad al resultado de la contienda.


En la misma categoría es de apreciar la complejidad que requiere asesinar al antagonista. Como bien sabemos, los demonios no mueren hasta que son decapitados y Kimetsu no Yaiba pone trabas para ejecutar esa misión otorgando características extrañas a los cuerpos enemigos. Es uno de los elementos con los que más juega. De ejemplo estaba Enmu, quien engañó a Tanjiro al esconder su cuerpo real y evitar que su cabeza fuera seccionada. Aquí complican aún más el asunto: los cazademonios tienen que decapitar a los hermanos al mismo tiempo. Pero no se conforma con ello, por lo que Daki también puede transformar su cuello en un obi (la faja del kimono) para evitar ser cortada fácilmente gracias a la elasticidad del material. Con tales complicaciones, el desafío es inmenso: los héroes fragmentan sus fuerzas para guillotinarlos al mismo tiempo pero fallan en múltiples ocasiones donde, por muy poco, consiguen su objetivo. Sin duda, es una excelente manera de generar una incertidumbre constante sobre cómo y cuando podrán lograrlo.

Desde un punto de vista negativo, la obra peca de un par de inconvenientes. Uno de ellos lo arrastra desde sus inicios, aunque no constituye una novedad dentro del universo de la Shonen Jump: su carga explicativa. Uno no puede disfrutar de la serie sin que el protagonista tenga el placer de torturarnos con sus explicaciones sobre la valoración de la condición del enemigo, los movimientos que se dispone a realizar o lo que debería hacer para superar su problema con las respiraciones de agua y fuego. En algunas ocasiones es preciso, pero en otras está claro que la mera observación es suficiente. Otro problema menor que, sin embargo, algunos no tendrán por tal es la ausencia de anticipación en relación a las acciones sorpresivas de los héroes. El mejor ejemplo está en el capítulo 10, cuando Uzui, Zenitsu e Inosuke actúan para apoyar a Tanjiro ante la inminente decapitación del monstruo. Por supuesto, la posibilidad de que no estuvieran incapacitados no era cero pero los antagonistas deberían haberse dado cuenta del engaño y advertirnos de que esperaban atacarlos con la guardia baja.

Una última cuestión a valorar, ni positiva ni negativa, es el progreso como cazademonios de Tanjiro. Si vamos a arcos anteriores, sabemos que Tanjiro no ha podido desarrollar el máximo potencial de la respiración del agua pero ha adquirido una técnica nueva: la Danza del Dios del Fuego. El problema es que genera un impedimento: su uso le paraliza el cuerpo con un agotamiento y dolor extremos. Somos testigos de dichos efectos cuando lo usa contra Daki y Gyutaro. ¿Qué solución busca? Pues combina ambas respiraciones, ya que la respiración del agua contrarresta los efectos perjudiciales de la técnica flamígera y la danza de fuego le permite alcanzar mayor potencia que con la primera. Nada novedoso, pero era necesario mencionarlo. También está el power-up de Tanjiro, la Marca de Cazador, que lo convierte en un individuo especial al ser una bendición que muy pocos tienen. Si bien están coqueteando con la idea de un elegido posteriormente seremos capaces de juzgarlo mejor.

Relación fraternal

Ahora deberíamos saltar de la dimensión de los golpes y los tajos a la dimensión de los conflictos dramáticos, que siempre constituye un punto de interés más fecundo para el espíritu que cualquier pelea. Aquí hablamos de personajes, pero descartamos a Zenitsu e Inosuke. Tanjiro y Nezuko tienen un rol importante, pero la cuestión pasa por aquellos introducidos en el arco presente: Tengen Uzui y sus esposas y los hermanos Daki y Gyutaro.

Como punto de partida, está el Pilar estrella del arco: Tengen Uzui. Al igual que los otros Pilares, estamos ante otro individuo peculiar. En concreto, Uzui es un hombre excéntrico y arrogante cuyas cualidades son exhibidas al autodeclararse un Dios y exigir a sus inferiores que le obedezcan y dispensen un trato a la altura. Este hecho genera, por supuesto, una relación conflictiva aunque cómica por los celos de Zenitsu hacia sus esposas y los tres pensando si tomarlo en serio. Desafortunadamente, esta dinámica caduca demasiado pronto para forjar un vínculo memorable entre el grupo y el lugar del trío es ocupado por sus cónyuges (Makio, Suma y Hinatsuru). Más adelante, el grupo luchará codo con codo para derrotar a la Luna Superior, ganándose el reconocimiento y agradecimiento de Uzui cerrando positivamente esta relación para seguir escalando en la jerarquía.

La relación entre Uzui y sus mujeres es especial, aunque no en términos afectivos. Si hacemos memoria el arco del País de las Olas de Naruto trata una cuestión semejante: la idea de que los shinobi y las kunoichi no son herramientas al servicio de la misión que les han encomendado. La muerte de los hermanos de Uzui, le hizo ver que las vidas propias y de sus subordinados son mucho más importantes que el éxito de cualquier misión. Uzui inculca a sus esposas este mismo pensamiento, ya que hasta el momento creían que su bienestar era secundario frente a la consecución del deber. Esta idea de deshumanización debería tener su reflejo en la situación de las prostitutas del distrito rojo, que son deshumanizadas al ser vendidas por familias pobres como mercancías en los burdeles o comerciadas como objeto matrimonial para los clientes acaudalados. Sin embargo, y tal como hemos dicho, esta cuestión recibió un tratamiento tibio, siendo más una opción descartada que una realidad.

Otra debilidad es que, si bien ambos arcos ponen sobre la mesa cuestiones semejantes, el poder de resonancia de Kimetsu no Yaiba es más débil que el de Naruto. En términos generales, el arco de Uzui y sus esposas es un tanto superficial al omitir algunas cuestiones clave donde nosotros los espectadores no somos testigos y, por tanto, nuestra adhesión emocional es menor. Ejemplos son la muerte de la familia de Uzui o la forma en que las kunoichi se convencen de que Uzui está en lo correcto. En cambio, en Naruto, sea en tiempo real o mediante flashbacks, observamos la relación instrumental de la pareja desertora, donde Zabuza afirma que Haku es su herramienta y el valor funcional dependía de su talento innato y su Kekkei Genkai. Sin embargo, descubrimos que, por un lado, Haku actuaba por cariño hacia el único que no le fue indiferente; y por otra parte, Zabuza reconoce tras escuchar los reproches de Naruto que le importaba Haku y realiza un acto suicida para vengarle del que se ensañó con su cuerpo.


Para finalizar, nos quedan los antagonistas: la Sexta Luna Superior. La única representante inicial de esta pareja era Warabihime, quien es una mujer altanera, cruel y desagradable. Por lo general, actúa con todo su entorno despectivamente, humillando y golpeando a los que le molestan. Sus intereses son atrapar presas hermosas, al valorar la belleza positivamente; y vencer a los Pilares, cuyos asesinatos son recompensados por Muzan. Más adelante, aparece Gyutaro. Un joven decrépito y mezquino con un tono de voz senil y que tiende a rascarse la piel hasta autoinflingirse heridas. Su mayor característica, no obstante, es su envidia, que arroja violentamente hacia aquellos con mejor suerte que él. De ejemplo está Usui, que goza de un cuerpo atlético y rostro apuesto.

Sin embargo, aquí lo fundamental es su dinámica entre hermanos porque desenvuelve el tema clave del arco: la fortaleza de los vínculos fraternales. Como punto de partida, deberías tomar el flashback narrado por Gyutaro sobre el pasado humano de ambos. Aquí somos testigos de excelente relación entre ellos, propiciada en gran medida por el hermano mayor. En un lugar donde la belleza cotiza al alza, el aspecto horrendo de Gyutaro era la burla y el temor de las prostitutas y los clientes hundiéndolo en la amargura. No obstante la llegada al mundo de su hermana menor, quien era la más hermosa le impulsó a deshacerse de su complejo de inferioridad y darle una crianza para protegerla de cualquier mal. Desafortunadamente, ambos son casi asesinados por un samurái, dando al traste con su buena suerte y haciendo que Gyutaro se transforme en demonio junto a su hermana. Un giro cruel que, por cierto, no fue muy brillante por la actitud demasiado perversa de los culpables y lo oportuno de asesinar también a Gyutaro.

Uno pensaría que, una vez convertidos en demonios, su lazo fraternal no sobreviviría porque su especie pierde sus recuerdos y se convierten en seres hostiles. No obstante, este vínculo sobrevive aunque sea mediante otra forma: Gyutaro continúa ejerciendo su papel de hermano mayor, pero ahora consiente y malcría a una hermana menor mucho más caprichosa e infantil. Aquí me gustaría hacer un paréntesis porque la actitud insoportable de Daki se vuelve un obstáculo para conectar emocionalmente con su conflicto dramático. Efectivamente su forma de ser está justificada por su naturaleza demoníaca y su malcrianza, pero la falta de virtudes o puntos positivos complica apostar por su dilema fraternal. Afortunadamente, Gyutaro que muestra genuina preocupación por su hermana menor, por ejemplo, cuando la consuela y utiliza los poderes curativos para curar sus quemaduras, es alguien más relacionable.

Durante la contienda, Kimetsu no Yaiba se esfuerza por construir la importancia del nexo fraternal a partir del contraste con el grupo protagonista de hermanos: Tanjiro y Nezuko. Sin duda, es una opción inteligente porque ambos poseen un fuerte vínculo fraternal y la familia es uno de los aspectos clave de nuestro protagonista. En la primera parte del duelo, Tanjiro y Nezuko lucharán exclusivamente con Daki. Aquí Nezuko actúa salvando a su hermano mayor, pero lo interesante es cómo Gyutaro se presenta cuando Daki está en peligro respondiendo a su deber como hermano. La segunda parte del duelo es crucial porque Tanjiro lucha fundamentalmente con Gyutaro, que en cierto momento le humilla por ser incapaz de proteger a su hermana. Esta humillación, sin embargo, parece ir dirigida a su antiguo yo humano, arrepentido de no poder hacer nada cuando quemaron a su Ume (Daki). Con todo, y aún cuando hace gala de su naturaleza corrupta, le ofrece convertirse en demonio para salvar a su hermana y ser un aliado suyo. Una oferta que rechaza, aunque le devolverá el favor en la discusión de Gyutaro con su hermana, evitando decir algo que no debería decirse nunca a un hermano.

Conclusión

En conclusión, Kimetsu no Yaiba: Yuukaku-hen mantiene el nivel consolidado hasta el momento por la serie y se postula como uno de los mejores títulos nekketsu de la actualidad. Al igual que otros muchas obras de su misma demografía, Kimetsu no Yaiba concreta su travesía sin introducir o explorar nuevas ideas o conceptos novedosos. Al mismo tiempo, la adaptación, fiel al manga, no da muchos pasos en falso o se permite cometer errores de los que a menudo son castigados entre la comunidad de fans. 

Una virtud dirán algunos, pero otros vemos algo de cautela en sus breves arcos repletos de enfrentamientos. Si bien deseamos ser testigos de los próximos arcos, tampoco somos muy optimistas con que el nivel de Kimetsu no Yaiba pueda apuntar más arriba. ¿Será capaz de sorprendernos como en los mejores arcos de One Piece (1999) o Hunter x Hunter (2011-2015)? Veámoslo en su próxima temporada.

Calificación: 7

Fuentes

http://kyotopedia.blogspot.com/2012/08/oiran-antiguas-cortesanas.html
https://eloctavohistoriador.com/2022/01/12/curiosidades-de-kimetsu-no-yaiba/

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