- Año: 1995-1996
- Capítulos: 6
- Estudio: APPP
- Género: Comedia, Erótico
Aprovechando lo aprendido
Sinopsis
Kintarō Oe es un joven de 25 años que abandonó prematuramente la carrera de Derecho y, por consiguiente, la universidad, tras aprender todo lo que necesitaba. Ahora, en vez de sentarse frente a una mesa a escuchar a un profesor, se dedica a recorrer todo Japón en su bicicleta Mikuzuki, adquiriendo toda clase de empleos con la intención de que puedan ofrecerle algo nuevo que aprender. Incluso si eso significa llevar una vida nómada. Ese es el estilo del “Golden Boy”.
Trama y Desarrollo
Hacía mucho que esperaba hincarle el diente a este clásico del anime, pero no había tenido tiempo hasta ahora. Mi lista de anime era larga, así que precisé de mucha paciencia mientras suprimía un título tras otro, después de verlos. Finalmente, tuve la oportunidad de verla y… ¿sabéis qué? Sí, ha cumplido con mis expectativas. Ahora bien, ¿de qué estamos hablando? Pues de Golden Boy (1995-1996), una miniserie de OVAs compuesta por 6 episodios producidos por APPP. Fundado en 1984, este estudio logró destacar inmediatamente gracias a las primeras entregas de Project A-Ko, en particular el primer largometraje. Su trayectoria, sin embargo, fue cada vez más accidentada, aunque pudo dejarnos como legado algunas animaciones importantes en el medio como Robot Carnival (1987), Roujin Z (1991), JoJo’s Bizarre Adventure (1993-2002) y, sobre todo, la que voy a reseñar. El director fue Hiroyuki Kitakubo, muy famoso por dirigir las OVAs de JoJo’s Bizarre Adventure y Blood: The Last Vampire (2000). Aquí, además, desempeñó funciones como artista de storyboard y director de episodios en los capítulos 1 y 6. Dicho esto debo entrar en materia para analizar la obra de culto que todos adoran.
Golden Boy es una comedia erótica que relata las aventuras de un chico peculiar que viaja por todo Japón en su misión de adquirir conocimiento y experiencia en la escuela de la vida. El nombre de nuestro protagonista y el título del anime claramente hacen referencia al popular héroe del folclore japonés: Kintarō, un niño de fuerza sobrehumana poseedor de una gran valentía. Sin embargo, nuestro 'héroe' encaja muy bien en una categoría de protagonista común en las comedias eróticas, orientadas al público masculino, de las décadas de 1980 y 1990: «el pervertido». Es decir, aquel personaje cuya prioridad en la vida es 'ponerla'. De ejemplos están individuos como los que protagonizan los títulos OVA de Minna Agechau (1987), Junk Boy (1987) o Bouken Shite mo Ii Koro (1989-90). A menudo, también coinciden con el modelo de «el perdedor», aquel hombre virgen inepto en cuestiones afectivo-sexuales como Youta Moteuchi (Video Girl Ai, 1992). Este tipo de personajes, que son estudiantes o jóvenes currantes sin mayor virtud que ser unos buenazos, degeneró en el nuevo siglo en meros avatares del espectador, pura pasividad y reacción.
Regresando con el actor crucial, Kintarō es un auténtico degenerado cuya mente constantemente se encuentra invadida por pensamientos lujuriosos. Sus fantasías son muy radicales, en especial aquellas donde la presidenta de la compañía o la directora se transforman en dominatrix por su inclinación sadomasoquista. Esta faceta suya se manifiesta en la vida real cuando interactúa con mujeres que le atraen, generando casi todo el humor picante presente en la obra. El pervertido intenta parecer alguien normal, manteniendo una lucha interna en su cabeza. No obstante, sus monólogos internos demuestran que está más salido que un mono y no puede evitar montarse tremenda película, malinterpretando la situación esporádicamente en términos sexuales. De hecho, les imprime tanto dramatismo que parece llegar a una revelación y le es inevitable tapar la 'calentura'. Sus reacciones físicas le delatan, con expresiones como sonrisas y carcajadas que rozan lo grotesco por la exagerada acentuación de sus rasgos faciales. Se vuelve tan torpe que sus idioteces le ponen en aprietos, con numeritos lamentables que desagradan a sus empleadoras o compañeras de trabajo. Uno de los más famosos, por supuesto, es el gag del retrete, donde el protagonista se excita al presionar su cara contra la taza pensando en el momento en que ella estuvo ahí solo para inmediatamente comprobar cómo esta le ha descubierto y ahora le mira con asco. Otro de los favoritos, a propósito, es cuando Kintarō es víctima de las técnicas 'fatales' de Kogure en lugar de Noriko dando lugar a un malentendido inconsciente pero muy hilarante.
A pesar de que la actitud de Kintarō puede degenerar en acciones más que cuestionables en su relación con el sexo opuesto —generando ocasional repugnancia—, es mucho más que un pervertido y lo demuestra en cada ocasión. Una de sus facetas primordiales es la del aprendiz apasionado, priorizando las experiencias que extrae de sus empleos temporales a la comodidad de un contrato indefinido o un salario elevado. Aunque obviamente trabaja muchas más horas de lo necesario para estar más tiempo con aquellas mujeres que llaman su atención, la realidad es que Kintarō aprovecha el tiempo sabiamente para aprender, teniendo por hábito recoger todo lo que considera relevante en su libreta —dibujos incluidos— y demostrar su capacidad, contribuyendo a facilitar el trabajo de los restantes empleados. Un ejemplo es su breve estancia en la empresa informática, donde logró elaborar un programa con alternativas más simples e intuitivas que el anterior. Un contraste curioso porque sus meteduras de pata siempre hacen pensar a los demás que es un idiota que no tiene la formación necesaria para trabajar ahí —¿recuerdas cuando pensó que bastaba con aprender mecanografía para entrar a una empresa de software?—, obligándolo a convencer a sus jefes de que no lo echen con discursos ardientes sobre lo mucho que desea continuar trabajando allí.
Otra faceta personal de Kintarō, que en esta ocasión sí explica la elección del nombre, es su sentido del deber y honestidad hacia los demás. Esta actitud queda ejemplificada en multitud de ocasiones, regalándole dinero a un anciano con problemas financieros o renunciar a su tiempo libre para ayudar a una señora que le urge cuidar de su hijo enfermo. Sin embargo, su sentido de la justicia se extiende generalmente hacia las damas principales de cada episodio, haciendo todo lo que esté en su mano por su bien o éxito. Así, por ejemplo, intentó proteger los sentimientos de Noriko —para evitar que la hirieran— a pesar de que podría acusar a Kogure y darle una buena tunda. No obstante, y sobre todo, los principios de Kintarō incluyen no aprovechar nunca de otra mujer, incluso si la situación es favorable. Sin duda, el tipo de hombre que debería existir en este mundo.
No obstante, en un primer contacto, el sexteto de damas rechaza o ignora completamente al idiota entrañable, quien es percibido negativamente. Una percepción que va más allá de su impresión personal sobre Kintarō. En realidad, el factor primordial es una imagen prejuiciosa acerca del sexo masculino: incompetencia profesional, degeneración sexual, debilidad, inferioridad, etc. La misión de Kintarō, por lo tanto, es cambiar la perspectiva negativa de estas mujeres por medio de su enamoramiento. Este hecho reproduce una fórmula de 'conquistas' románticas donde Kintarō conoce a una 'Golden Girl' en su próximo empleo, supera una serie de dificultades a raíz de su relación conflictiva y la chica de turno finalmente desarrolla sentimientos románticos al darse cuenta de las auténticas cualidades del 'Golden Boy'. A esta estructura por episodio también se añade una estructura superior donde repetimos organizadamente, en dos ocasiones, los tres modelos femeninos que interactúan con el héroe según su cualidad principal: dominio (cap. 1 y 4), falsa identidad (cap. 2 y 5) y bondad (cap. 3 y 6).
Como punto de partida, la primera esfera (Sra. Presidenta y Ayuko Hayami) está caracterizada por mujeres de belleza explosiva, exitosas en el plano profesional, orgullosas y de mentalidad inflexible. Sus interacciones con su empleado acaban en un tira y afloja donde están constantemente exasperadas por las acciones pervertidas de Kintarō, aunque a la postre reconozcan su talento. A continuación, el segundo grupo femenino, formado por Naoko Katsuda y Reiko Terayama, exhibe entre sus principales características su riqueza, clase social elevada, falsa imagen y rebeldía. Aunque Reiko es recordada por el extasiante fetiche con su 'bimo', la niña malcriada sobresale por su dinámica con el pervertido porque mientras ella finge ser inocente Kintarō intenta explicar las incongruencias derivadas de sus acciones lascivas y se fustiga por malinterpretarla. Por último, la última pareja (Noriko y Chie) son literalmente un 'cielo' de personas: bondadosas, amables, voluntariosas, etc. Por tal razón, es la única singularidad donde la relación entre sexos no es problemática y la raíz de las dificultades tiene origen en otro lugar.
Por otro lado, esta reunión de mujeres es la puerta de entrada a la esfera erótica del título. Si nos fijamos en las obras orientadas al público masculino, en especial comedias románticas y títulos de acción con representación abundante del sexo femenino, la mujer ideal tiene que ser mínimamente atractiva y, de vez en cuando, participar de situaciones que cultiven el placer de los sentidos —fundamentalmente la vista— mediante la sensualidad que evocan sus actos. Las Golden Girl, por supuesto, no iban a ser ninguna excepción ante la mirada de un autor del género. Exceptuando a Noriko y Chie, la obra hace hincapié, por medio de encuadres cerrados —al estilo voyerista—, en su apariencia sexi (la cual las propias chicas cultivan para sí mismas por estar orgullosas de su belleza) y acciones sensuales: desnudos parciales, exhibición de lencería femenina, modelitos escotados, ropa ajustada, marcado de pezones, bamboleo de pechugas, etc. Nada nuevo bajo el sol en un medio en el que lo expuesto se ha generalizado hasta el hartazgo, pero su contribución resulta valiosa en una época donde era menos común y se realizaba con menor destreza. Aquí los animadores se dejaron la piel con una ilustración precisa en términos anatómicos y una representación cuidada de la lencería gracias a líneas de gran expresión, sombreado profuso, materiales texturizados y un movimiento corporal bien estudiado.
Sin embargo, y a pesar de todos los elogios, Golden Boy es una obra que aparentemente solo es una comedia erótica competentemente realizada. ¿Cuál es el elemento diferencial que explica su extraordinaria valoración en la comunidad? En mi opinión, su catártica conclusión es la responsable. Un final que, por cierto, fue original del anime porque el manga continuaba mucho más allá del penúltimo episodio, así que optaron por una conclusión sólida en vez de un punto y aparte como tantos otros. El objetivo era desarrollar el mensaje del mundo laboral como una oportunidad de desarrollo personal a través del trabajo de Kintarō en un estudio de animación. Más allá del homenaje al autor, Tatsuya Egawa, y la evidente alusión del personal a APPP, esta implicación personal al retratar su propia actividad profesional, con el aprendiz descubriendo el proceso de elaboración del anime, muestra la satisfacción que sienten los animadores al trabajar en aquello que aman y apoyan el reconocimiento del valor que tiene cada función en la producción. Véase Chie que minusvaloraba su labor como colorista. No obstante, el estudio tiene que hacer frente a grandes problemas como el cumplimiento de plazos estrictos que pueden echar a perder el trabajo de los artistas involucrados (una situación que era perfecta para considerar el atropello de los derechos laborales en la industria de la animación con un mensaje menos idealista, pero vamos a ignorarlo).
Aquí Kintarō, para que no se rindan, se convierte en un apoyo imprescindible en estos tiempos difíciles porque aprovecha las experiencias obtenidas para contactar a todas aquellas mujeres que conoció en el pasado —que desean además pagarle su influencia positiva— como resultado de su continuo cambio de profesión: la Señora Presidenta y las muchachas de la empresa de informática se encargan de la animación por ordenador, Ayuko le proporciona referencias para una secuencia de natación, Noriko se ocupa del servicio de alimentación, Naoko y su amiga aprovechando sus dotes de actriz hacen de seiyūs y Reiko se convierte en la única mensajera capaz de cumplir con el plazo de la última entrega. Este inconveniente que se resuelve satisfactoriamente gracias a los frutos del viaje de Kintarō otorga a Golden Boy un significado ulterior en vez de limitarse a ser una sucesión de anécdotas picantes sin mayor sustancia. Sin duda, la conclusión pone el broche de oro necesario para explicar la valoración positiva de este clásico de antaño.
Conclusión
En conclusión, Golden Boy es una comedia erótica que, con el tiempo, se ha ido ganando un estatus de culto que a día de hoy podemos considerar justamente merecido. Desde el multifacético Kintaro, que va más allá de ser un mero pervertido y perdedor, hasta su catártico final, que cerró apropiadamente una historia que alaba la oportunidad de aprender en la 'escuela de la vida' como una manera de crecer personalmente y ayudar a otros a mejorar y valorarse como trabajadores. Si bien la actitud del personaje puede resultar desagradable por más de un buen motivo y tampoco trasciende como lo han hecho otras obras del medio, Golden Boy se merece un visionado completo.
Calificación: 8
4 Comentarios
Me lo apunto para ver. La verdad se lee muy interesante y no suelo ver que coloques notas tan altas. Me gusta.
ResponderEliminarLa verdad es que soy muy riguroso a la hora de colocar calificaciones muy altas a una obra porque considero que la mayoría de lo que se produce es mediocre. Sin embargo, este es un caso especial porque normalmente una comedia erótica no suele tener ningún mensaje en concreto. Así que fue una sorpresa esta serie de OVAs.
EliminarSaludos
Yo quede marcado con la escena de la "oda al retrete" jajaja. En verdad es muy comico esta historia. Sin mucha profundidad pero ahi entretiene
ResponderEliminarHola, no tiene mucha profundidad como cabría esperar, pero tiene su mensaje y eso es muy raro cuando se trata de obras eróticas, las cuales no suelen tener ningún punto en toda su sucesión de situaciones pervertidas.
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