Sinopsis
Por azares del destino, Tsukune Aono, un joven que fracasó en aprobar el examen de acceso a la preparatoria, se matricula en el Instituto Yôkai. Este sitio es un lugar especial, ya que es la institución educativa encargada de acoger a los seres sobrenaturales de Japón. Angustiado por su seguridad, Tsukune opta por abandonar la escuela rápidamente. No obstante, un encuentro afortunado con Moka Akashiya, una vampira bella y amable, le hace cambiar de opinión. Su decisión, por desgracia, resulta problemática: los seres humanos tienen prohibida la entrada al Instituto Yôkai, por lo que si desea conservar su vida debe ocultar su humanidad a toda costa. Su identidad secreta no solo será protegida por la vampira sino por otras jóvenes con poderes demoníacos como Kurumu Korono, Mizore Shirayuki y Yukari Sendo. El problema es que el joven Aono tiende a meterse en líos, dando lugar a accidentes y malentendidos que ponen en riesgo su continuidad en la escuela. ¿Será capaz de sobrevivir el tiempo suficiente para poder graduarse?
Trama y Desarrollo
Akihisa Ikeda es uno de estos mangakas que básicamente se hizo conocido por un único best seller: Rosario Vampire (2004-14). A pesar de que actualmente publica Ghost Girl (2020), el éxito comercial de su última publicación palidece en comparación con el cosechado por el manga publicado en la extinta Monthly Shōnen Jump. Entre 2004 y 2014, su obra alcanzó los puestos más altos entre los mangas más vendidos de Japón. Posteriormente, su licencia llegó a buena parte de Occidente: Estados Unidos, Canadá, Australia, Alemania, España, etc. Y, por supuesto, su popularidad se materializó en una adaptación animada de 26 episodios hecha por Gonzo y emitida en 2008. Mi interés por el anime es nulo, por lo que la valoración se va a ceñir únicamente al manga. En concreto, la primera parte publicada entre 2004 y 2007 (fecha que, a propósito, coincide con el fin de la revista en que se publicaba inicialmente) porque mi colección en físico (Edición Planeta deAgostini) solo abarca esos primeros diez tomos.
Rosario Vampire es un título que logró destacarse entre los residentes del populoso subgénero harem de la primera década del siglo XXI. Con este término nos referimos a la situación en que un protagonista masculino de rasgos “comunes” convive con varias chicas agraciadas que en el transcurso de la historia desarrollan sentimientos románticos y compiten entre ellas para ganarse su corazón. Es decir, la fantasía masculina definitiva en la cual alguien del montón se vuelve la obsesión de un grupo de mujeres que, en circunstancias ordinarias, nunca se fijarían en él. En tal sentido, esta comedia romántica sigue las convenciones frecuentes del subgénero harem: el protagonista, Tsukune Aono, intenta ahondar en su relación afectiva con la heroína principal, Moka Akashiya. No obstante, sus amigas entrometidas (Kurumu, Mizore y Yukari), las cuales también están enamoradas de él, obstaculizan todo movimiento significativo que le permita dar un paso adelante como pareja.
A pesar del amor correspondido entre Tsukune y Moka, el statu quo es una norma ineludible que aplazará indefinidamente el desenlace del romance. ¿Y qué impide este progreso? Pues el harén propiamente dicho. El manga de Ikeda puede que sea incapaz de generar expectativa o intriga alguna respecto a la heroína elegida por Tsukune, ya que, a diferencia de manga harem más actual como Bokuben (2017-20) y The Quintessential Quintuplets (2017-20), no pretende engañar a nadie desde el principio. Esta contrariedad, común entre sus contemporáneos, no le impidió ampliar el elenco femenino hasta elaborar un catálogo de heroínas capaz de englobar gran parte de las preferencias de personalidad y fetiches de los lectores. Desde la súcubo que desborda “pechonalidad” con su contacto afectuoso hasta la Yuki Onna que acecha a Tsukune desde cualquier esquina, pasando por la brujita de cuerpo poco desarrollado que sobresale por su excelente desempeño académico y lengua afilada (el patito feo del harén).
El terreno adecuado para explotar esta colección de figuras atrayentes es, sin lugar a dudas, el ámbito de la comedia y el erotismo. Por esa razón, las interacciones de los miembros del club de periodismo son un factor importante. En particular, las rivalidades entre compañeras son el tipo más común, dando lugar inicialmente a piques entre Moka y Kurumu y con posterioridad con Mizore que no dude en congelarlas a modo de gag. Al contrario, la relación entre Moka y Tsukune no da tanto juego y se guía por un gag tan recurrente como gastado: Tsukune tiene la esperanza de besarla cuando logran estar a solas, pero su ilusión se derrumba al ver que Moka se le lanza al cuello para chuparle la sangre. Un almuerzo matutino. Otro escenario frecuente, aunque sin llegar al punto de saturación típico de otros mangas del estilo, son los momentos picantes. El motor principal es la pretensión de conquistar a Tsukune (o aprovecharse de él en los casos de Tamao Ichinose y Ririko Kagome), por lo que se dan situaciones como Kurumu asfixiando a Tsukune con sus pechos o Yukari usando su muñeco de vudú para que le levante la falda. En ocasiones, no obstante, ocurren simples accidentes que generan algún panty shot o miradas inocentes al escote de alguna mujer. La habilidad ilustrativa de Ikeda en esta esfera fue mejorando rápidamente a partir de los primeros tomos, siendo capaz no solo de dibujar a heroínas cada vez más atractivas (y con distintos atuendos) sino que también logró retratarlas de forma sexy en situaciones que requieren de mayor desenvoltura.
Ahora bien, no todos son risas y lujuria porque existe una dimensión dramática que cultiva en todos los episodios. Aquí todo el asunto tiende a girar alrededor de la pareja “no oficial”, con Tsukune y Moka siendo objeto de inseguridades que surgen de una interpretación errónea de los sentimientos del otro. De vez en cuando, el antagonista de turno (Tamao Ichinose, Nagare Kano, Ririko Kagome, Kotsubo Okuto, entre otros) manipula a los héroes lo suficiente como para contribuir al malentendido o provocarlo ellos mismos. Como remate, todos los conflictos (o casi) se resuelven basándose en la necesidad de que deben percatarse de los sentimientos o las buenas intenciones de los demás. Sin embargo, la construcción dramática es cuestionable la mayor parte del tiempo, definiéndose por su inclinación a la artificiosidad y la inmadurez. Muchas situaciones son fruto de la mala comunicación, con los héroes cometiendo el error de ocultar lo que piensan en lugar de expresarlo desde el inicio y luego tratando de disculparse a último momento. Un ejemplo es el cap. 3 en el que Tsukune invita a Moka a unirse al club de natación para pasarlo bien, pero Moka en vez de decirle que los vampiros son incompatibles con el agua obliga a Tsukune a descubrirlo por las malas. Irónicamente, Tsukune es culpado por la Moka de cabello plateado cuando tendría que admitir la equivocación de la pelirrosa y no responsabilizarlo por algo que desconocía.
El último componente que requiere explicación es el sobrenatural. Por lo general, la parte no sentimental de los conflictos involucra la aparición de un ente sobrehumano que toma interés en Moka Akashiya, cuya belleza atrae a todo tipo de individuos (Saizo, Gin Morioka, Hitomi Ishigami, etc.); y Tsukune Aono, capaz de cautivar al sexo opuesto (Kurumu, Mizore, Tamao, Ririko, etc.) o los miembros más conflictivos de la escuela por su identidad pseudovampírica o humana (Comité de Seguridad y Antítesis). Estos individuos antagónicos son responsables de diversos incidentes violentos o desapariciones misteriosas que son investigados por el club de periodismo. Con excepción de los Hagure Ayashi, la identidad de los antagonistas siempre se corresponde con seres sobrenaturales del folclore occidental u oriental: vampiros, súcubos, hombres lobo, sirenas, brujas, trolls, sauróntropos, etc. Muchos de ellos pertenecen al folclore japonés como el caso de los integrantes del Comité de Seguridad: Keito (Jorōgumo) y Kuyō (Kitsune). En el plano visual, la capacidad de Ikeda con la pluma sale a relucir en lo relativo a la representación de los yôkai. Sus monstruos llaman la atención de inmediato por el dibujo, cuya minuciosidad contrasta con la sencillez del envoltorio humano. Este detalle incorpora un montón de rasgos (colmillos, garras, lenguas bífidas, cuchillas, ...) que hace de estas criaturas algo verdaderamente amenazador o repugnante.
Por desgracia, las disputas entre el club de periodismo y los yôkai tienen sus luces y sombras. Desde una óptica positiva, el mangaka pone toda la carne en el asador en la representación de la acción. La expresividad, el dinamismo y el detalle de sus ilustraciones explota, sobre todo, en el momento en que las versiones vampíricas de Moka y Tsukune despiertan de su letargo. Aquí, su punto álgido, es el golpe definitivo, el cual se describe empleando una ilustración a una sola página. Su habilidad, sin embargo, no oculta su incapacidad para elaborar escenarios que vayan más allá de un esquema trillado: Moka y sus amigos se encuentran en inferioridad frente a un enemigo superior, Tsukune intenta protegerlas del peligro usando su propio cuerpo humano, Tsukune desbloquea el rosario en el último instante antes de caer al suelo (o Moka le suministra su sangre al estar gravemente herido) y, como punto y final, el poder superior de los vampiros provoca que el rival sea oneshoteado. Este esquema domina con mano de hierro los enfrentamientos, siendo pocas las ocasiones en que otros personajes llevan la voz cantante (Kurumu despertando sus poderes contra Nagare o Yukari venciendo por sí misma a los entes vegetales). La excepción son los villanos principales de los arcos argumentales como Kuyo u Oyakata, donde el poder superior del enemigo está casi al nivel del dúo vampírico y la batalla final dura más de un episodio.
Como remate a este texto, es preciso acabar con una cuestión clave de la obra: la coexistencia y la discriminación. Desde un principio, Rosario Vampire establece la importancia del tema a través de la institución escolar. El Instituto Yôkai tiene una función primaria de convivencia entre alumnos e integración en la sociedad humana, por lo que sus reglas exigen mantener su apariencia humana en todo momento y no revelar su identidad sobrenatural frente los demás. Sin embargo, parte de los yôkai no están de acuerdo con este orden oficial. Desde estudiantes que actúan individualmente para realizar sus fechorías personales (Saizo, Hitomi, Nagare, ...) hasta organizaciones y otros grupos hostiles a los seres humanos (el Comité de Seguridad y la hermandad de la Colina de las Brujas) u otros yôkai (Antítesis). Esta cuestión, no obstante, no siempre es abordada desde una óptica formal. La naturaleza humorística del manga causa que las infracciones sean comunes, pero algunas situaciones habituales rompen la verosimilitud. Aquí están las primeras apariciones de Kurumu, Yukari o Mizore, que revelan su identidad o utilizan sus poderes en público. Otros alumnos problemáticos como Saizo usando sus poderes para amenazar a Tsukune o el club de natación con las sirenas alimentándose de los alumnos nuevos son inexplicables. ¿Dónde está el Comité de Seguridad o el profesorado para apercibir seriamente a estos individuos?
En conclusión, Rosario Vampire es uno de los títulos más emblemáticos del subgénero harem de la primera década del siglo XXI. Este hecho, sin embargo, se refiere más a su popularidad entre el fandom que a su calidad narrativa. De la misma forma que muchos de sus coetáneos, el atractivo reside en un repertorio diverso de heroínas capaz de satisfacer las preferencias del lector. Sus interacciones, que incluyen enredos y accidentes, entran dentro de lo esperado. Su capacidad humorística no alcanza el nivel de títulos como Tenchi Muyo! Ryo-Ohki (1992-93). El manga de Ikeda no abusa del factor sexual, pero fuera de su gran mejoría con la pluma no se puede decir que invente nada nuevo. Por el contrario, los conflictos dramáticos no destacan por su sensibilidad o sutileza sino por una construcción artificial que recurre al melodrama de baratillo. Su mayor virtud, sin lugar a dudas, radica en el aspecto sobrenatural y de horror, ya que el mangaka es capaz de representar de forma amenazadora sus criaturas monstruosas. La misma habilidad ilustrativa la lleva al campo de batalla, demostrando que su dibujo es dinámico, expresivo y detallado. Por desgracia, la estructura de los combates sigue un esquema trillado del que le cuesta despegarse. En cualquier caso, y si buscas mangas parecidos, te recomiendo To Love Ru (2006-09) o Jitsu wa Watashi wa (2013-17).
Calificación: 5
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