1. Introducción
Hacia finales de los años 40, el panorama de la animación en Estados Unidos se hallaba en un punto muy alto de calidad. Dejando de lado el territorio de los largometrajes, monopolizado por Disney, el universo de los cortometrajes estaba dominado por comedias slapstick protagonizadas por animales antropomórficos. El mercado se nutría fundamentalmente de los aportes de Warner Bros, Walt Disney y Metro-Goldwyn-Mayer, que agrupaban a los animadores más sobresalientes como Chuck Jones, Friz Freleng, Robert Clampett o Tex Avery. La serie cinematográfica más conocida fue Tom y Jerry (1940-1958), mérito del dúo William Hanna y Joseph Barbera. La pareja del gato y el ratón era tan popular que su vida se extendió por casi veinte años y ganaron siete Óscar en la categoría de mejor cortometraje animado.
Sin embargo, Chuck Jones, gran animador de Warner Bros y creador de incontables cortometrajes de Looney Tunes, consideraba que las aventuras de Tom y Jerry resultaban monótonas. Inspirándose en el libro Pasando fatigas de Mark Twain, Jones dio vida a un nuevo dúo mítico capaz de rivalizar con los personajes de Hanna-Barbera: El Coyote y el Correcaminos. El equipo encabezado por Jones incluía a Treg Brown, diseñador de los efectos de sonido; Michael Maltese, reconocido guionista de dibujos animados; y los imprescindibles Philip De Guard y Maurice Noble, encargados de crear el desierto ficticio. A primera vista, su creación no constituyó algo extraordinario en un entorno donde continuamente se estaban creando nuevos personajes (Pepe le Pew, Marvin el Marciano, etc). Sin embargo, Jones logró convertir al dúo formado por presa y depredador en uno de los más relevantes de la franquicia, desfilando junto a otros grandes como Bugs Bunny, Pato Lucas, Sam Bigotes o Porky.
2. Planteamiento y rasgos principales
El planteamiento del primer cortometraje de la serie cinematográfica, Fast and Furry-ous (1949), es aplicable al conjunto de los 24 cortometrajes estrenados entre 1949 y 1966: el Correcaminos, un ave muy veloz basada en el correcaminos californiano, es perseguido por las carreteras de un desierto por el incansable y hambriento Wile E. Coyote, un animal antropomorfo basado en el coyote norteamericano. Los capítulos se desenvuelven siguiendo sus múltiples intentos de captura, los cuales surgen de la astucia y la adquisición de distintos artilugios (marca ACME). Sin embargo, todas las tentativas fallan en su contra, convirtiéndose en víctima por culpa de su pésima fortuna y la oposición de las normas lógicas más elementales.
Desde una óptica superficial, El Coyote y el Correcaminos parece otra comedia slapstick con persecuciones y enfrentamientos constantes entre dos animales opuestos. Una muy elaborada porque aquí Jones desenvuelve "su particular habilidad para el gag visual, apoyado fundamentalmente en un elaborado trabajo de timing y en la riqueza de expresiones faciales" (Sánchez y Moliné, 2015, p 159). No obstante, si prestamos atención y nos movemos desde la superficie hasta el fondo de la caja encontraremos una serie de novedades. Lo más sencillo es tratar de compararla con su rival más próximo y objeto de eterna comparación: Tom y Jerry.
La obra del par Hanna Barbera prepara el plato principal con ingredientes semejantes: conflictos interminables, presa y cazador, falta de diálogo oral, uso de la violencia (golpes, caídas, etc.), ritmo dinámico, mismo director en cada episodio y otros muchos. No obstante, sutiles diferencias saltan a la palestra: la serie de Chuck Jones renuncia a terceros participantes en el enfrentamiento, la ausencia de diálogo es total, no hay colaboración con el enemigo contra una amenaza mayor, la simpatía del espectador por el Coyote, etc.
De estas cuestiones, sin embargo, la más importante es el uso del slapstick. Al igual que el resto de caricaturas de Looney Tunes, la violencia resulta más extrema. Los accidentes, caídas, explosiones, atropellos, descuidos y demás causan generalmente más daño o son más aparatosos para el depredador. El Coyote tiende a caer de alturas de decenas o cientos de metros, ser aplastado por rocas gigantes, recibir el daño de la explosión de las máquinas y artilugios empleados, ser atropellado por un vehículo enorme o chocar estrepitosamente contra una pared. Ni los demás cortometrajes de Looney Tunes son tan constantes en su tarea de infligir golpes mortales y altamente dolorosos. En comparación, la categoría de golpes que recibe el gato Tom (mordeduras, choques, puñetazos, latigazos, etc.) tiende a ser inferior por contar con un abanico más amplio de opciones que varía de lo leve a lo grave.
La principal novedad de El Coyote y el Correcaminos, y la razón de que estemos ante una obra que parodia a su adversario y las comedias slapstick de la misma clase, es cómo los golpes proceden de la contradicción con las reglas de la causa y el efecto. Es decir, la lógica básica opera en contra del desafortunado protagonista cada vez que la roca decide caer hacia atrás en vez de hacia delante o permitir que el Correcaminos atraviese un túnel pintado. Este tipo de gags existían en Tom y Jerry y otras caricaturas de la época porque el absurdo es muy prominente en los cartoons norteamericanos. Sin embargo, el funcionamiento ilógico tiende a ser fruto de la ocasión y no pasó a ser la norma principal que rige la dinámica conflictiva entre los personajes en liza. En El Coyote y el Correcaminos es un imperativo legal, donde el Coyote está condenado a que todo le salga mal y ser humillado por perseguir al Correcaminos.
A pesar de las virtudes de esta estupenda serie de cortometrajes, la animación de Chuck Jones no está exenta de inconvenientes. Los problemas podemos articularlos en una sola crítica: su fórmula es repetitiva y limitada. Paradójicamente, aquellos elementos que le permitían distinguirla de otras también son su talón de Aquiles, ya que delimitan el espacio por el que se puede mover. Algunos de ellos son el limitado número de personajes, el catálogo recurrente de gags, el uso del mismo escenario desértico, etc. Un buen ejemplo son los gags, que se resumen casi a la breve lista que podéis encontrar aquí. ¿Cómo soluciona este problema? Pues simplemente se intentan emplear distintas variaciones. Por ejemplo, el running gag de la roca gigante: cae hacia atrás, hacia delante, al lado, se queda congelada, se detiene hasta que el Coyote está debajo de ella, etc. Abusó tanto de ellas que al final agotó las variaciones. Otra solución posterior fue el explorar con más detenimiento las mismas situaciones, generando un encadenamiento de golpes y fallos en vez de una multiplicidad de segmentos separados por un fundido a negro. Un acierto, pero no una solución al problema. La realidad es que la serie estaba condenada a sufrir un desgaste irreparable en poco tiempo.
3. Conclusión
El Coyote y el Correcaminos es una obra que muchos apreciamos por formar parte de nuestra infancia y aún divertirnos ahora que hemos crecido. Su estilo dinámico y absurdo donde el Coyote se vale inútilmente de los artilugios de la marca ACME ha proporcionado innumerables carcajadas a un servidor y explica la razón de su éxito con el público antiguo y actual. A pesar de su fórmula repetitiva y limitada, este título continúa en posesión de un gran sentido del timing y del gag visual, que solo podría haber sido realizado por el maestro Jones. Y si esto resultara insatisfactorio el Coyote ha demostrado funcionar en otros escenarios donde enfrenta al conejo Bugs Bunny para comérselo o compite por las ovejas contra el perro pastor Sam. No obstante, y si el lector me lo permite, voy a repetir la experiencia original que comenzó en Fast and Furry-ous.
Fuentes consultadas
-Wikipedia: Disponible en:
https://es.wikipedia.org/wiki/El_Coyote_y_el_Correcaminos
-Delgado Sánchez, Cruz; y Moliné, Alfons (2015). ¡Eso es todo, amigos! Madrid: Diábolo Ediciones
6 Comentarios
Y tambien inspiró la pelí de "Cactus Jack".
ResponderEliminarHola, gracias por el dato. No lo conocía.
EliminarUn saludo
Saludos Jubei
ResponderEliminarCreo que ha sido una buena idea escoger este clásico como tu primera reseña de animación occidental, recordada por casi cualquiiera a la vez que no suele sopesarse lo suficiente sobre los elementos que la vuelven un clásico en primer lugar.
Sólo conozco por encima los nombres grandes de la animación norteamericana, así que leer sobre ello siempre me resulta muy entretenido y valioso, más por supuesto, el observar más a detenimiento, que construye y conforma cada Sketch.
Aunque he de decir, que siempre seré de Tom & Jerry.
Buena reseña :)
Buenas tardes, yo creo que ahora también soy más de Tom y Jerry porque aprecio más la diversidad de situaciones, aunque esta me sigue gustando mucho.
EliminarUn saludo
Menudo post más trabajado has hecho. La verdad es que todavía se pueden ver en la tele. No conocía tu blog, me quedo de seguidora y te invito a que te pases por el mío si te apetece. Gracias y saludos.
ResponderEliminarBuenas tardes y muchas gracias por el cumplido. Le devuelvo la suscripción a su blog, que la verdad parece muy interesante. El terror es uno de mis géneros favoritos, aunque veo que no es el único que cultiva en sus reseñas literarias y otras entradas.
EliminarUn saludo