Reseña: X Densha de Ikou (Take the X Train)

 


Un tren imparable

Si ya de por sí la mayoría de aficionados al anime desconoce prácticamente todo sobre el universo OVA de los 80 y 90, más difícil resulta hablar de un título que es desconocido hasta para los consumidores habituales de este tipo de material. Detrás de esta manufactura está Madhouse, cuyas películas y series en formato OVA constituían un aliciente interesante para este mercado en expansión. A los mandos del proyecto estaba uno de los líderes del estudio: Rintaro. Como de costumbre se encargó de la dirección, pero esta vez también del guion (junto con el curtido Yoshio Urasawa). Otros de los nombres tras este mediometraje de 50 minutos fueron Kouichi Yamano, defensor de la New Wave en el ámbito literario de la sci-fi y autor de la novela en que se basa Take the X Train; Yoshinori Kanemori, diseñador de personajes y director de animación cuyos personajes destacaron por su fealdad y rasgos caricaturescos; y Katsushi Aoki, director de arte ligado a Madhouse en esta posición o como fondista. Veamos de lo que fueron capaces con su esfuerzo.

Take the X Train es una comedia de horror sobre un hombre que de un día para otro empieza a sufrir repentinos dolores de cabeza y hemorragias nasales. El culpable es un tren fantasma, el EF 5681, que estaba a punto de ser desmantelado. El tren no quiere pasar a mejor vida, por lo que se dedica a recorrer las vías japonesas del tren y del metro. Los responsables del asunto intentan pararlo sin éxito hasta que un grupo ligado al gobierno y dedicado al estudio de lo paranormal descubre que Toru Nishihara, el protagonista de esta obra, podría controlarlo debido a la conexión psíquica que existe entre ambos. El planteamiento del filme encaja bien dentro del cine de horror del período, pero no por la habitual acción ultraviolenta de tono más serio. En su lugar, estamos ante un título relacionado con entes sobrenaturales u objetos poseídos que causan desastres allí donde se encuentran. Ejemplos de la época son La Niebla (1982) y Christine (1983), del gran John Carpenter; o Maximum Overdrive (1986), de Stephen King.

No obstante, la pieza animada no solo destaca entre las OVAs por su orientación divergente en el campo del horror. El punto fundamental es la experimentación artística, signo distintivo de Rintaro desde su largometraje Harmagedon (1983). Esta cinta fue innovadora por la animación de efectos de Yoshinori Kanada y los diseños realistas de personajes de Katsuhiro Otomo. Su enfoque fue más allá en Dagger of Kamui (1985) y Labyrinth Labyrinthos de Neo Tokyo (1987). Aquí Rintaro es igual o más atrevido a pesar de no contar con los recursos de una superproducción cinematográfica. Sin duda, este despliegue experimental es modesto en comparación, pero para estándares de los años 80 es notorio: diversidad de ángulos, abundante uso del color, muchos primeros planos que encuadran el rostro de los personajes, una composición que destaca por la colocación de los personajes en el plano, ... Otros recursos visuales proceden del cómic, como cuadros de texto, bocadillos y onomatopeyas. 

Mucho de lo citado es empleado en favor del aspecto cómico, como en la escena sexual que involucra a Toru y su novia idealista. Sus reacciones ante el éxtasis sexual son potenciadas en su ridiculez por medio de cambios constantes en el color y el uso de ángulos (cenital y nadir respectivamente) y posturas forzadas, presentándolos por separado en un juego de contrastes. Otra muestra de ingenio que hace uso de recursos semejantes es la secuencia con la que abre el filme, donde para mostrar la problemática entre Toru, que está discutiendo por teléfono por el aire acondicionado averiado; y su jefe, ocupado con la propuesta publicitaria, va alternando entre ambos individuos indicándolo mediante el gris y la suspensión selectiva de sus figuras. Una situación que por fin termina cuando la voz alterada de Toru interrumpe el transcurso de la reunión y ambas acciones confluyen en un mismo tiempo.

Sin embargo, no son los únicos aspectos imprescindibles de su propuesta audiovisual. Uno de los más importantes es la animación de efectos, en concreto de electricidad. Dichos efectos se limitan al tren fantasma, que en su primera aparición protagoniza una entrada sensacional que ejemplifica su modus operandi posterior. Para empezar, la llegada del vehículo espectral está anticipada a partir de un apagón. A continuación, los testigos expectantes contemplan cómo se iluminan las vías con una luz que desaparece rápidamente. Instantes después se escucha el sonido pesado del tren, el cual adopta una forma esquematizada e inestable que a duras penas representa dicho transporte. En cualquier caso, se trata de figura centelleante cuyas chispas oscilan con tanta violencia y velocidad que parece tener la potencia de un vendaval. Por otro lado, el factor sonoro sobresale mucho en esta pieza. Parte relevante del metraje se reduce al sonido diegético: voces humanas, ruido ambiental, etc. La música tiene un papel importante, ya que tal como anuncia al principio este trabajo homenajea a Duke Ellington, figura crucial del jazz estadounidense. El trabajo del compositor Yosuke Yamashita, por tanto, garantiza que el piano ocupe un lugar primordial en las secuencias del tren fantasma. El piano enloquece y se vuelve cada vez más frenético como si estuviera poseído por la misma fuerza sobrenatural.

Algunas personas han afirmado que la narración de este mediometraje resulta incomprensible o, al menos, confusa. Una acusación que tal vez explica su mala recepción en las páginas web especializadas en manganime: 5,77 en MyAnimeList, 54% en AniList, 5,39 en AniDB o 2,96 sobre 5 en Anime Planet. En cambio, espacios como Letterboxd (3,5 sobre 5) y IMDb (6,9 de 10) puntúan considerablemente más alto esta OVA. La cuestión parece estar relacionada con la falta de experiencia de los fans del anime con narrativas que hacen un mayor énfasis en las imágenes y la lectura que se hace de ellas. Una característica prominente en la filmografía de Rintaro, pero también más frecuente en el anime de las décadas de 1980 y 1990 por depender menos de monólogos y diálogos expositivos para guiar a la audiencia. Las parálisis de Toru y el accionar del tren, por ejemplo, utilizan un montaje paralelo para que asociemos la idea de que ambos sujetos están conectados psíquicamente.

Para rematar, Take the X Train acaba con un enfrentamiento final entre Toru y el EF 5681. Al contrario que la primera entrada de la máquina fantasmal, esta persecución está en un escalón inferior. El protagonista huye casi en línea recta mientras su enemigo amenaza con arrollarlo, golpeándolo sucesivas veces. Uno espera que Toru nos sorprenda con decisiones desesperadas, pero la caza es breve y sin sorpresas. En cambio, la conclusión es totalmente distinta: el protagonista, en un giro de tuerca y como si se le fuera la olla, permite que el vehículo le arrolle y ambos cuerpos desaparecen al combinar sus ondas psíquicas. En realidad, su marcha no se detiene: Toru se ha fusionado con el transporte y vuelve a correr por los raíles. Un final muy de la época, donde en vez de acabar con la amenaza esta vuelve a la carga tras hacernos pensar que había terminado. Semejante a The Evil Dead (1981) o Call Me Tonight (1986). A diferencia de ellos, no obstante, el resultado es más catártico porque el hombre que no pudo disfrutar de una vida tranquila se venga de aquellos que le usaron egoístamente.

En conclusión, Take the X Train es un vehículo para las aspiraciones creativas de Rintaro al igual que en otros títulos como Download: Namu Amida Butsu wa Ai no Uta (1992) o X: The Movie (1996). Así, el director plantea la propuesta audiovisual atendiendo a la diversidad y la creatividad de sus recursos, sobre todo por la presencia de elementos nativos del cómic y el esfuerzo en la animación de efectos eléctricos. Su capacidad para generar las carcajadas del público es más discutible, pero en ningún caso la narración es ininteligible a pesar de las críticas de algunos fans. Por otro lado, esta comedia de horror coquetea con ideas interesantes en relación con la fusión entre ser humano y máquina, las relaciones entre hombre y mujer y el desafío a las estructuras sociales. Unas ideas que desgraciadamente es difícil relacionar con la función real que tienen los elementos del filme, complicando trazar una interpretación sólida del mismo.

Calificación: 7

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