Análisis: Shamanic Princess

Sinopsis

Esta historia comienza con Tiara, una hechicera enviada a la Tierra desde el Mundo Guardián con la misión de recuperar el Emblema de Yord. Este objeto mágico tiene un gran valor, ya que es el origen de toda la magia de su mundo. Desgraciadamente, su misión es obstaculizada por Lena, rival de Tiara y usuaria mágica, y Kagetsu, exnovio suyo y neutralizador. A pesar de los lazos que los unen, Tiara decide en un comienzo luchar con ellos porque debe cumplir con su deber. Sin embargo, las dudas empiezan a surgir tras conocer que Kagetsu intenta salvar a su hermana Sara, quien está encerrada dentro del Emblema de Yord. 

Introducción: el horror psicológico se reúne con las chicas mágicas

En general, la mayoría de la gente no conoce a fondo el género magical girl. Lo comprendo. Una persona difícilmente puede ver tantísimas series del estilo desde su fundación a mediados de los años 60. No obstante, casi todos han visto Sailor Moon (1992-1997) o Puella Magi Madoka Magica (2011). De ellas la segunda se distingue de otras muchas porque pertenece a un subgénero distinto, convertido en tendencia tras su éxito: el dark magical girl. Sin embargo, Madoka Magica no fue la primera obra protagonizada por chicas mágicas donde la historia se torcía por un sendero más siniestro. En Magical Princess Minky Momo (1982-1983), la fórmula sufrió una ruptura hacia el último tercio de la serie tras un 'desafortunado accidente'. Los conflictos de Sailor Moon también adquirían mayor gravedad a medida que avanzaba el conflicto central de la temporada correspondiente. A pesar de ello, los elementos sombríos de ambas obras no fueron tan lejos como para poner patas arriba las bases del género y responden a cuestiones distintas: la primera vinculada al crecimiento de una niña que da sus primeros pasos hacia la adultez y la segunda unida a la misión de una muchacha que le obliga a asumir la posición de una guerrera que protege la Tierra.

A mediados de 1990, sin embargo, encontramos el primer magical girl fundamentalmente oscuro: Shamanic Princess (1996-1998). La producción de la miniserie de 6 OVAs corrió a cargo de Triangle Staff, un estudio de animación que cesó su actividad en 2002, pero no sin antes legar al medio series y películas como Macross Plus (1994-1995) o Serial Experiments Lain (1998). En términos de participación en este proyecto, de los miembros del equipo hay que destacar al par de directores Mitsuru Hongou (caps. 1-4) y Hiroyuki Nishimura (caps. 5-6) y a la guionista Mami Watanabe. No solo contribuyeron en sus respectivas posiciones sino también a articular el concepto de la obra y a la realización de storyboards. Con excepción de Nishimura, los restantes ya habían trabajado en series de TV de la categoría magical girl, por lo que contaban con experiencia previa para afrontar el proyecto. Veamos qué tal les fue.

Si prestamos atención a la sinopsis y al visionado del primer episodio seremos conscientes de que Shamanic Princess es asimilable a muchas obras de su misma categoría. Una de las razones es, por supuesto, la premisa que recuerda tanto a aquellos magical girl en los que una heroína de un mundo ajeno al nuestro se instala en la Tierra para cumplir una misión (Mahoutsukai Sally, 1966-1968); como aquellos más recientes en los cuales la misma heroína es una guerrera cuyos preocupaciones van más allá de problemas comunes porque el éxito de su misión depende de vencer a una fuerza maligna (Sailor Moon). No obstante, se pueden hallar otros muchos tópicos del género: discusiones ama-mascota, polígonos amorosos, rivalidades y enemistades en el campo de batalla, transformaciones mágicas o la noche como espacio del conflicto. Es decir, se trata en toda regla de un magical girl.

En el mismo capítulo, sin embargo, nos damos cuenta de que hay ligeras diferencias que, más tarde, se suman a otras desemejanzas más sustanciales. Entre ellas citamos la reciente adultez de los personajes, la naturaleza oscura de la magia, la ausencia de un planteamiento formulaico o una sexualización femenina más pronunciada. Aunque llama la atención la inexistencia de fórmula, lo más intrigante es el giro hacia el horror psicológico con ensoñaciones delirantes —que se disparan continuamente—, la expresión gráfica del dolor físico y la sangre, el carácter caprichoso y despiadado del Emblema de Yord o las conversaciones crípticas entre Tiara y Sara. Su propuesta incluso subvierte el tropo del rescate, que se perfila como una prioridad frente a la búsqueda. Todos estos cambios tal vez se explican porque el público de esta categoría de ficción cada vez tenía más en cuenta el espectro masculino formado por adultos jóvenes. Aunque es evidente que difiere de propuestas como Dream Hunter Rem (1985-1987), más orientadas a la parodia a pesar del componente sexual.

Construcción relacional accidentada

El núcleo central de Shamanic Princess está influenciado por la narrativa shōjo al enfocarse en las relaciones personales y los conflictos románticos. La búsqueda del Trono de Yord y el rescate de Sara funcionan como vía para el conflicto que existe entre Tiara, Lena, Sara y Kagetsu y el crecimiento personal de la protagonista. En esta disputa grisácea, la responsabilidad de Tiara por recuperar el artefacto choca con el deseo individual de Kagetsu por liberar a su querida hermana. Más adelante, es consciente de que el alma de Sara se encuentra atrapada en el Trono de Yord, por lo que hay un conflicto interno entre su deber y los sentimientos personales hacia su mejor amiga. A la lucha deber/deseo, también se unen los desacuerdos y malentendidos con Lena, que mantiene una relación tensa con Tiara desde hace mucho tiempo por su rivalidad —fruto de una mutua envidia respecto de sus cualidades— y su interés romántico hacia Kagetsu.

Por desgracia, la construcción y resolución del conflicto sentimental fue accidentada. El principal escollo es el retrato y la evolución de sus relaciones, que exhiben suficientes huecos como para, en ocasiones, dejar de ser funcionales. Su narrativa oscura y ambigua, más asentada en el subtexto que se desprende de sus bruscas interacciones e imágenes enigmáticas, informa bien sobre cuál son las intenciones, los sentimientos y el estado actual de las muchachas y sus relaciones. Su dirección audiovisual, hermosa y sugerente, repetidamente emplea algunas imágenes valiosas. Por ejemplo, la soledad y el sufrimiento de Sara en relación a sus amigos se expresa mediante imágenes del encierro en el cuadro y el alejamiento en el campo de flores. Otro ejemplo interesante es la utilización del plano y el contraplano, con las rivales devolviéndose la mirada y centrando la imagen en sus respectivos ojos en un plano detalle para comunicar su enemistad y/o su mutua indagación.

No obstante, esta meritoria elección resulta desconcertante en una obra donde la endeble construcción de sus primeros episodios la condena. En general, el inconveniente radica en cómo no aprovecharon el día cotidiano y el universo mundano para abordar sus vínculos afectivos y otorgarles mayor dimensionalidad. Uno espera que ambas rivales, al ir al mismo colegio, tengan la oportunidad de recordar viejos tiempos, contraponer sus puntos de vista sobre la misión o competir académicamente. Todo para conocer las razones del desencuentro. En las escasas interacciones que tienen, casi siempre en el campo de batalla, la inconcreción sale a relucir a tal punto que cuesta entender cuáles fueron los malentendidos que dispararon su desconfianza e incomodidad. Aunque el subtexto te permite observar que su amistad se ha ido deteriorando hasta el punto de derivar en competitividad insana, con Tiara burlándose de Lena al creerse superior en combate y con Lena siendo incapaz de resolver el malentendido por su dificultad para expresar sus sentimientos con franqueza, no nos autorizan ir más allá para conocer y empatizar con su situación.

En esta misma dirección, la muy breve semblanza de las relaciones de Lena con Kagetsu y Leon comunica con dificultades lo que vio Lena en Kagetsu para enamorarse o porque Leon prefiere obedecer la voluntad de su ama en lugar de las órdenes del superior. En general, el tiempo invertido es a todas luces insuficiente. Para un desarrollo adecuado se requerirían alrededor de 13 episodios. A pesar de ello, este reducido tiempo no fue del todo bien empleado. Véanse las cansinas quejas de Japolo sobre restituir el artefacto o las exigencias de Tiara y Kagetsu al Trono de Yord, con una constante reiteración que resta metraje necesario.

Una solución parcial al problema lo constituyeron los posteriores episodios 5-6, pero no están bien integrados a la historia. En vez de ser intercalados entre los cuatro primeros, aparecen una vez se soluciona el conflicto del Trono de Yord. Es decir, funcionan más como una precuela que relata parte de los acontecimientos previos a la aventura principal. Sin embargo, el asunto primordial trata sobre el entrenamiento de Graham, el primer familiar de Tiara que luego sustituirá Japolo. Este aspecto es interesante, ya que nos muestran una relación tóxica en la que Graham actúa como un servidor obsesionado con la protección de su ama. Cuestión que explica porque la protagonista no llegaba a entenderse con Japolo, al ser un ayudante nuevo ajeno a sus preocupaciones. Lo que es un problema, y de no existir dimensionaría mejor la relación entre Tiara y Kagetsu, es la muerte de Graham. Este hecho debería suponer una reacción fuerte en Tiara, resentida por el asesinato de su compañero —o, al menos, incapaz de confiar en él— pero en el arco del Trono de Yord no tiene ningún papel.

Si bien la centralidad de la relación ama-sirviente obligó a mantener en un lugar más secundario los lazos entre los personajes anteriores —cuando deberían ser lo prioritario— los episodios contribuyen a su potenciación y la profundización de sus rasgos. Aquí salen beneficiados los binomios Tiara-Kagetsu, siendo más testigos de su relación amorosa; y Tiara-Sara, definiendo mejor el papel de Sara como el apoyo emocional y orientadora de Tiara en sus problemas. A nivel individual, los sentimientos de resignación y aislamiento de Sara también son explorados. En cambio, Lena recibe un par de pinceladas muy insuficientes respecto a Sara y Kagetsu. Mayor atención recibe en relación a Tiara, mostrando esa tensión pero también ansiedad y preocupación de Lena por acercarse a Tiara. Desafortunadamente, la inconcreción sigue dominando el relato y no obtenemos respuestas sobre su incomodidad.

La fascinación por la magia y el dualismo del Emblema de Yord

Otro aspectos de Shamanic Princess que merecen apreciación incluyen, en primer lugar, su universo mágico. Aquí la representación de la magia es más próxima a títulos OVA como Teito Monogatari (1991-1992), con el despliegue de magia negra de Yasunori; que a series del mismo género como Sailor Moon, donde la magia es un recurso limitado a transformaciones, ataques definitivos y poco más. Esta magia, con influencia gnóstica, se retrata como sombría, con la utilización de sombras espirituales, motivos de ojos, formas inquietantes y el predominio de colores oscuros; y peligrosa, resultando complicada de controlar y pudiendo dañar físicamente al hechicero. Un ejemplo de su peligrosidad son las transformaciones que en el caso de Tiara cubren su cuerpo de símbolos que desaparecen pronto sí pero le causan un fuerte dolor que expresa gestualmente. Una reacción que parece, sin embargo, coherente si consideramos que obtiene su máximo poder y una apariencia bestial.

En el plano temático, la magia tiene un papel importante en ambas partes de la obra porque se manifiesta en la forma de conflictos para Tiara. Tanto el uno como el otro encuentran respuesta en su interior, resultando en una especie de iluminación. En la precuela, la cuestión se halla en el control de la magia con una Tiara novata que acaba de invocar a su primer familiar pero incapaz de lidiar con ello ante la aparición de un segunda yo bestial y perversa. La solución era aceptar sus propios miedos y expresarlos. En la historia principal, el reto consiste en derrotar al Emblema de Yord, pero es aparentemente imposible porque es el origen y el gobernante de toda la magia del Mundo Guardián. Semejante al gnosticismo, el antagonista es un demiurgo caprichoso que juega con las vidas de nuestras heroínas confundiendo sus pensamientos o malinterpretando a propósito sus deseos por mera diversión. Su representación es tétrica, con la forma real de un ojo que cambia, deforma o destruye sus disfraces, aunque revela indirectamente que necesita suplantar la identidad ajena. La iluminación otorgada por Sara permite a Tiara comprender su naturaleza dual —es decir, el Emblema de Yord y Sara son lo mismo— pudiendo fusionarse con la Sara liberada y dominarlo. Curiosamente, y a pesar de que en ambos casos la dualidad es un motor presente en la serie a partir de diálogos y pistas, la manera ambigua en que lo comunican da pie a que el espectador tenga complicado comprenderlo.

Una última cuestión a mencionar es la exhibición de las habilidades mágicas y el combate mágico propiamente dicho que resultan fascinantes. Como apasionado de la animación, me hipnotiza ver sus rituales de invocación y transformación que implican cánticos, círculos mágicos, actuación gestual y corporal y simbología óptica. Uno no puede quedar más que maravillado ante la danza de una Tiara transformada frente a esa gigantesca luna que parece vincularse al ocultismo. Sin alcanzar la excelencia, el trabajo de animación de Triangle Staff es meritorio gracias a la fluidez del movimiento y la composición de las imágenes. La acción abunda, en especial la aérea, con enfrentamientos donde los intercambios de golpes se tornan en complejas coreografías. Si añadiera algún pero está el hecho de que suelen adoptar un encuadre muy alejado y que tienden a la interrupción por la mano de los poderes de neutralizador de Kagetsu o los caprichos del Emblema de Yord.

Conclusión

En conclusión, Shamanic Princess es una propuesta muy rica en ideas, pero falta del desarrollo necesario. Su planteamiento de chicas mágicas abrazando el horror psicológico fue una novedad interesante, destacando por su exposición gráfica del dolor y la sangre, la recurrencia de los sueños, el retrato sombrío del universo mágico o la naturaleza retorcida y caprichosa del inestable antagonista. No obstante, la cuestión clave, que implica los problemas relacionales entre Tiara y Lena así como el crecimiento personal de nuestra protagonista, tropezó en un terreno abrupto cuyos impedimentos fueron el número limitado de episodios y la cuestionable integración de los últimos episodios. Como espectador que le gustó Shamanic Princess, me habría gustado ver cómo habría podido resolverse de otra manera.

Calificación: 7

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2 Comentarios

  1. Pues cuando mencionaste que antes de Madoka ubieron intentos de una suerte de replanteamiento del género magical, solo con eso ya compraste mi atención para darle una oportunidad, te confesare que de este titulo solo conozco un opening/AMV que me vino cuando compre una revista de anime hace ya muchos años atras; su diseño es de mi agrado, espero poder verlo pronto.

    Un placer siempre leerte, ¿por cierto te cambiaste de id?

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    1. Para mí fue una grata sorpresa aunque no terminara por desarrollar todo su potencial. Sí, me cambié de apodo.

      Saludos

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