Una vez derrotada la Red Ribbon, Goku busca la última esfera del dragón para resucitar al padre de Upa. Por desgracia, la esfera no aparece en el radar por alguna extraña razón. Ante este inconveniente, Mutenroshi le recomienda visitar a Baba, la Adivina. Esta bruja tiene el poder de encontrar cualquier objeto perdido. Pero la anciana, al igual que Muten, no ofrece ayuda gratuitamente. Sus servicios son extraordinariamente caros, por lo que optan por otra vía. Esta opción consiste en vencer a sus cinco guerreros, que son seres de ultratumba a los que muy pocos han logrado batir.
Probablemente, algunos se preguntarán el porqué de fragmentar esta saga en dos partes. Mientras que ambas están unidas por el mismo objetivo —la búsqueda de las Esferas del Dragón—, la primera se caracteriza por el enfrentamiento con la Red Ribbon y la segunda adopta la estructura de un torneo atípico. A este hecho hay que agregar que la victoria frente a la organización malvada se sentía como el verdadero clímax de la aventura. Por ambas razones, la segunda parte se siente muy desconectada de la anterior. Con todo, esta continuación no acaba siendo totalmente antinatural gracias al enfrentamiento entre Goku y Gohan, que sirve de conclusión a la aventura. Aunque habría sido más acertado concluir antes la búsqueda para evitar la desconexión, utilizando el torneo como una forma de comprobar el progreso de Goku ante su abuelo. En cualquier caso, la aparición de Pilaf y sus secuaces justo al final mancha el cierre, entorpeciéndolo con su nula aportación a la trama.
La adición de una competición justo antes del próximo torneo oficial podría calificarlo de mala decisión, ya que implica una enorme falta de creatividad. Sin embargo, no voy a calificarlo de tal manera. El torneo de Baba se distingue de los oficiales porque parte de sus reglas son diferentes, especialmente la norma de pelear con un equipo formado por cinco luchadores que deben vencer, en combates 1vs1, a los peleadores de Baba. Si bien este hecho junto con la remota posibilidad de muerte son para tener en cuenta, el factor más interesante es el vínculo sobrenatural que comparten los peleadores. Hablamos de un vampiro, un hombre invisible, una momia, un demonio y un habitante del Más Allá. Todas hacen gala de las habilidades que les corresponden por motivo de su condición. Por ejemplo, el vampiro succiona sangre al luchador y se transforma en murciélago para evitar ataques. Toriyama inicialmente aplica métodos creativos para derrotarlos, pero con Goku la momia y el diablo son derrotados sin gran inventiva. Al menos, los secundarios son mejor aprovechados que en la parte anterior.
Sin embargo, el combate fundamental es aquel que enfrenta a Goku con su abuelo Gohan. Desde el punto de vista de la acción, podemos observar cómo Toriyama ha cambiado el enfoque al desprenderse de la comicidad anterior. Las coreografías de batalla también son más complejas, con movimientos continuos y golpes físicos más fuertes. Hasta la atmósfera se vuelve más grave, como si fuera un combate determinante para ambos. Un cambio acertado, sin duda. Más importante aún, no obstante, es el hecho de que la victoria de Goku refleja el crecimiento de Goku como luchador. A la hazaña de vencer a la Red Ribbon en solitario se agrega el superar a sus maestros Gohan y Mutenroshi —el sabio admite que ahora es más fuerte que él—. Con todo, Goku aún no es invencible sino que puede mejorar más, tal como su abuelo le demuestra al tomarle por la cola. Pero lo más insólito de esta parte es el el reencuentro con el abuelo. La narrativa adquiere un matiz conmovedor que nunca había tenido, con Goku llorando por primera vez en la historia. Es una pena que no se revele mucho más sobre el personaje cuando ocupa un lugar importante en el corazón de Goku. Sin duda, Toriyama podría haber echado mano de los flashback, pero por algún motivo es alérgico a ellos.
Calificación: 7
2 Comentarios
Fue mi arco favorito. Muy agradable de leer y como siempre un análisis extraordinario.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Gracias por leer :)
EliminarSaludos