Historia de la animación latinoamerica - Siglo XX (Parte 2)

Los otros contendientes en Latinoamérica: Chile, Colombia, Uruguay, Puerto Rico y Cuba

La animación se ha concentrado casi exclusivamente en Argentina, Brasil y México, excluyendo a los restantes países que integran Latinoamérica. La mayoría han tenido un desarrollo muy tardío, como fruto de condiciones menos privilegiadas que en las naciones principales: pequeños mercados internos, escaso desarrollo del cine nacional, aparición más tardía de la historieta, etc. Así, la mayoría no terminó por arrancar de manera efectiva hasta la segunda mitad del siglo XX y en muchos casos hasta la irrupción de la animación digital entre finales del XX e inicios del XXI. Aquí, sin embargo, vamos a citar algunos países donde la actividad animada tuvo una presencia mínimamente significativa. Una actividad que en varias ocasiones ha consistido en el trabajo continuo de un grupo de animadores solitarios cuyas obras han sido proyectadas y premiadas en festivales nacionales e nacionales e internacionales de animación. En otras tantas, en cambio, el impulso se debe al apoyo estatal o la televisión.

En Chile, las primeras incursiones ocurren en los años 20: La Transmisión del Mando Presidencial (1921) y Vida y Milagros de Don Fausto (1924). No obstante, estos tímidos intentos se detienen hasta la producción de 15 mil dibujos (1942), el primer largometraje chileno. Esta película protagonizada por el cóndor Capuchita y su pandilla fue creada por Carlos Trupp y Jaime Escudero. Lamentablemente, la animación chilena entra en una larga fase silenciosa que se extiende por varias décadas, quedando olvidada del ámbito cinematográfico. La llegada de la televisión, especialmente con el surgimiento de Televisión Nacional de Chile (1969), permitió la reaparición de la animación chilena. Entre los hitos más destacados se encuentran la creación de Tevito, la mascota de TVC durante el gobierno de Salvador Allende, los Angelitos (1972-1999), las mascotas de Canal 13; y la adaptación de Condorito a la pequeña pantalla, una coproducción de la Corporación de Televisión de la Universidad Católica de Chile y Televisión Española constituida por cortometrajes televisivos. Finalmente, a mediados de los 90, el cineasta Tomás Wells empezó a realizar sus cortometrajes en Chile: Reunión (1994), Noche (1997), etc.

Los miniepisodios de Condorito

En Colombia, la historia del dibujo animado comienza tímidamente con los hermanos Acevedo en los años 30. Por desgracia, su trabajo tuvo una muy escasa acogida y se produce un largo paréntesis que dura treinta años. En 1960, Colombia es testigo del surgimiento de la animación comercial gracias a un nuevo grupo animadores, inspirados en las producciones extranjeras; y la llegada del francés Robert Rossé, vinculado con Corafilm para realizar cortos publicitarios. Al poco tiempo nació Cinesistema, una compañía productora de cortometrajes y comerciales publicitarios a la cual se pasaron artistas de Corafilm y se añadieron otros nuevos. A finales de los setenta y principios de los ochenta la producción de material animado tuvo una gran demanda en el campo de la publicidad. Aquí destaca la productora de Nelson Ramírez, que produjo más de 1000 comerciales. En este campo, sin embargo, la industria colombiana tuvo un gran competidor como fue Brasil. Dentro de la animación de autor, hay dos figuras importantes: Fernando Laverde, cineasta conocido por sus cortos infantiles en stop motion (El país de Bellaflor, 1972); y Carlos Santa, artista que explora el mundo de la animación por medio de las artes plásticas (El pasajero de la noche, 1988). En particular, el primero sería el responsable de crear los primeros largometrajes del país: La pobre viejecita (1978) y Cristóbal Colón (1983).

En Uruguay, el profesional más destacado ha sido y continúa siendo el animador Walter Tournier. En 1973, el autor uruguayo se aproximó al mundo de la animación utilizando recursos muy limitados. Sus animaciones, por lo general, hacen uso del stop motion aunque también se ha valido de la utilización de marionetas y la técnica del cut-out. Entre sus cortometrajes se incluyen El cóndor y el zorro (1979) y El jefe y el carpintero (2000). En Puerto Rico, la figura principal es la artista Poli Marichal. Su obra (Underwater Blues, 1981; o Guernica, 1982), definida por la experimentación con diferentes técnicas, se centra, por un lado, en cuestiones sociales y políticas; y por otra parte, en la introspección y las emociones humanas.

El uruguayo Walter Tournier

En Cuba, las primeras animaciones pertenecen a la primera mitad de siglo: Conga y Chambelona (1919), de Luiz Seel; y Napoleón (1937), de Manuel Alonso. Ambos con buenas críticas, pero el último no dio ganancias al autor por lo que se dedicó a otros medios audiovisuales. Afortunadamente, la irrupción de la televisión en los años 50 supone un impulso hacia la animación publicitaria, con comerciales realizados en animación tradicional para adornar la programación televisiva. En 1959, con el triunfo da la Revolución, se funda el departamento de Dibujos Animados en el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). La concepción de la animación como medio de propaganda hace que el régimen cubano apueste fuertemente por su desarrollo por medio de la formación de artistas, la compra de equipamiento tecnológico y la gran asignación presupuestaria. 

Desde un punto de vista cualitativo y cuantitativo, la acción gubernamental consiguió impulsar definitivamente el desarrollo de la animación cubana. Los primeros audiovisuales estaban dirigidos a construir la idea del "hombre nuevo" cubano, pero eso no implicó la ausencia de una obra experimental. En ambos casos, aquí el autor más prolífico fue Juan de Armas: El maná (1960), La prensa seria (1960) y El cowboy (1962). Durante los años 60, los dibujos animados fueron muy usados en la Televisión Cubana para cambios de programación, spots o propaganda. En este campo los principales exponentes fueron Luis Castillo y Gaspar González.

El protagonista de Elpidio Valdés

En la década posterior, Cuba fortalece la producción animada destinada al público infantil. Su contenido resulta en un marcado interés por la formación de valores y el sentido patrio de identidad, aunque sobresale el humor y el desenfado. El principal referente en esta categoría animada es Juan Padrón, responsable de la creación del personaje de Elpidio Valdés: un coronel mambí transformado en superhéroe cubano. La evidencia de su gran popularidad no solo se encuentra en los cortometrajes producidos anualmente sino en diferentes largometrajes como Elpidio Valdés (1979), Elpidio Valdés contra Dólar y Cañón (1983) y Elpidio Valdés contra Águila y León (1995). El esplendor de los años 80 llegaría a su máximo con el largometraje Vampiros en la Habana (1985), una ingeniosa película para adultos que enfrenta a dos bandas organizadas de vampiros por la fórmula que permite resistir el sol. Por desgracia, este desarrollo fue truncado por la crisis económica que disminuyó la producción animada y dio lugar a la clausura de los estudios de Televisión Cubana. Muchos artistas y técnicos emigraron a otros ámbitos o fuera de Cuba. A finales de los 90, sin embargo, la producción fue recuperándose lentamente al mejorar la economía.

Historia de la animación latinoamericana - Siglo XX (Parte 1)

Fuentes consultadas

-Ávila Martín, Ivette; y Zardoya Sánchez, Ramiro (2021). El arte de la animación en Cuba: breve historia. En: La Jiribilla: revista de cultura cubana.

-Cajal, Martín. Walter Tournier, constructor de fantasías. En: Programa Ibermedia: El espacio audiovisual iberoamericano.

-La animación en Chile: 15 películas chilenas animadas de todos los tiempos. En: Centro Cultural La Moneda.

-Pedraza, Juan Manuel; y Andrade, Oscar (2008). Historia del cine de animación en Colombia (1926-2008). Cinémas d'amérique latine, 16, 149-159.

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