Reseña: Junkers Come Here


El perro de los deseos 

Sinopsis

Hiromi es una chica inesperadamente madura para su edad, pero en su interior sigue siendo una niña con sus propias inseguridades y preocupaciones. En particular, le gustaría que sus padres estuvieran más tiempo en casa ya que a menudo están demasiado ocupados en sus respectivos trabajos. Por desgracia, Hiromi se entera de que sus padres están planeando divorciarse. En esta situación, ella se ve obligada a decidir con cual de los dos vivir, pero su deseo es otro muy distinto. Afortunadamente Hiromi encuentra consuelo en su mascota: Junkers. Este perro es especial porque tiene la capacidad de hablar, pero también porque es capaz de cumplir los deseos de su propietaria.

Trama y Desarrollo

Rara avis es una expresión latina cuyo significado encaja perfectamente con la película que esta vez nos ocupa: Junkers Come Here (1994). Estamos ante una producción que no se ajusta a los estándares de una época en la que predominaban universos fantásticos, distopías cyberpunk, héroes de sangre caliente o heroínas mágicas preparadas para luchar contra el mal. De ejemplo están varios de los animes producidos por el mismo estudio: Triangle Staff (Macross Plus, 1994-1995; Magic User’s Club, 1996-1997; o Legend of Crystania, 1996-1997). Este filme basado en la novela de Naoto Kine —quien, por cierto, también se encargó del guion y la música— podríamos catalogarlo como un drama infantil.

Sin embargo, la película dirigida por Junichi Sato (Sailor Moon, 1992-1993) no podemos colocarla en el mismo lugar que los dramas infantiles de Nippon Animation, basados en la literatura europea y centrados en las adversidades vitales; o en los dramas bélicos japoneses situados en plena Segunda Guerra Mundial como La Tumba de las Luciérnagas (1988). La acción se desarrolla en tiempos más prósperos para Japón, indicando, por cierto, la procedencia japonesa de los personajes mediante unos diseños que les proporcionan una apariencia más realista. Cortesía del trío formado por Keiichi Satō, Mahiro Maeda y Shinya Ohira. De ahí que la expresión rara avis sea pertinente para referirnos a este drama infantil que expresa la soledad de una chiquilla que aún no ha crecido lo suficiente para tener novio y aceptar tranquilamente el divorcio de sus padres.

Para abordar el conflicto, sin embargo, es necesario conocer a la protagonista: Hiromi Nozawa. El filme nos facilita la tarea porque accedemos fácilmente a su vida diaria, observando sus actividades desde que se levanta hasta que se acuesta y comprendiendo qué personas son las que dan sentido a su existencia —Junkers, sus padres y Keisuke—. En base a ello, podemos señalar que Hiromi tiene diversas cualidades como ser educada, obediente, responsable y, en general, madura para su edad. También posee algo de carácter, sentido del humor e inteligencia, constituyendo una niña carismática que exhibe dicho carisma en diversas situaciones. Véase cuando persuade y asusta a Junkers con su actuación o cuando usa la escoba para devolverle la broma a su compañero de clase. No obstante, su madurez es más bien aparente porque en el fondo sigue siendo una muchacha con inseguridades. Lo que también es representativo de ella es su amabilidad. A diferencia de su amiga, quien envidia a su hermana mayor y siempre se queja de su infelicidad, ella piensa mucho en los demás hasta llegar al punto de que le trae sufrimiento. Podemos observarlo en su relación con Keisuke y sus padres.


Como punto de partida, tomemos a su profesor particular: Keisuke Kimura. Este joven de veintitrés años, que vive en casa de los Nozawa mientras estudia para sus exámenes, tiene el deber de darle clases dos horas al día y tres días a la semana, cumpliendo estrictamente el horario. Sin embargo, la joven señorita no lo ve únicamente como su tutor sino que está enamorada platónicamente de él. Y con razón, ya que es un joven mayor, apuesto y cultivado. Su convivencia también ha permitido que a diferencia de sus ausentes padres mantenga con él una relación más cercana, permitiéndose actuar más rebelde, quejica y, en general, más espontánea en su presencia. En cambio, para Keisuke ella es como una hermana menor. Más allá de cumplir con su responsabilidad, Keisuke le dedica parte de su tiempo —juegan a tenis juntos y una vez asisten a un espectáculo teatral de marionetas—. Aún cuando tiene tanta atención de él, Hiromi se da cuenta que no la ve como una mujer y por esa razón intenta parecer más madura de lo que no es. No obstante, al enterarse de que tiene novia y ser consciente de lo bien que se llevan decide rendirse con su amorío y apoyar su relación.

Mientras que su amor platónico no puede ser calificado de baladí, la cuestión parental es un asunto más importante. El problema radica en que tanto su madre como su padre tienen trabajos —la madre es ejecutiva en un importante grupo empresarial y el padre filma anuncios publicitarios— que les exigen estar todo el día fuera de casa e incluso ir al extranjero. Como resultado, casi nunca están los tres juntos a pesar de que es el mayor deseo de Hiromi. Como la situación no parece que vaya a cambiar, ella se conforma con llamar de vez en cuando a su madre en los descansos y enviarle cartas a su padre —en las que le cuenta cómo está y si puede cumplirle sus caprichos—. Para su desgracia, un hipotético divorcio amenaza con arruinar esta pequeña alegría. Si bien no hay ninguna aventura amorosa de por medio, el tiempo que han estado separados así como los puntos de vista sobre cómo deberían garantizar el bienestar de la niña han agrietado su relación conyugal. Sin duda, la desconexión y la divergencia de opiniones otorgan credibilidad a este conflicto marital.

A pesar de que el problema incumbe personalmente a Hiromi, y su madre le pide opinión, ella teme dársela a causa de su inseguridad y la imagen de hija responsable que ha forjado. Una situación con la que muchos nos podemos sentir identificados porque no son pocas las veces que un hijo duda en decir lo que quiere para evitar causarle molestias a sus padres. Mientras que muchos padres pueden saber de inmediato lo que piensa su hijo, la madre de Hiromi cree que su hija está de acuerdo con la situación por su madurez. Sin embargo, su sufrimiento silencioso es palpable en diversas escenas de la película donde rompe a llorar, se tumba en la cama o le da vueltas al asunto mientras finge con una sonrisa en el rostro. Afortunadamente, Hiromi logra confesarles que no es tan madura como ellos creen y que su único deseo es que vuelvan a llevar bien y sigan siendo la misma familia de antes.

Para finalizar no podemos olvidarnos de Junkers, el personaje más especial del relato. La mascota de Hiromi es un perro de raza Schnauzer muy peculiar: hace sus necesidades en los baños públicos, tiene miedo de los gatos, adora los dramas de época y, sobre todo, habla y entiende japonés. Este perro parlante es el único elemento sobrenatural de la película, pero también es el responsable —junto a Hiromi, la criada y la guardiana del colegio— de la mayor parte del humor. A menudo, ama y mascota protagonizan escenas muy divertidas como la operación de espionaje, en la que ambos —con sus gafas de fiesta— fingen ser detectives; o la boda imaginaria, en la que Junkers actúa en calidad de sacerdote. Ambos forman un dúo genial capaz de generar simpatía y arrancar unas cuantas risas a la audiencia. Pero volviendo a Junkers, lo más relevante del personaje es que es el mejor amigo de la joven. No solo la apoya sino que es el único al que puede contarle sus secretos. Sea que le gusta Keisuke o que lo está pasando mal por el divorcio.

Un aspecto más polémico del personaje, sin embargo, es su condición de genio de los deseos. Aún cuando podemos explicar el misterio y la desaparición de la condición de perro parlante recurriendo a la imaginación de la niña y a su crecimiento personal —¿cómo se explica entonces que la señora del colegio lo escuchara dos veces?—, su integración en la narrativa es torpe y casi innecesaria. De hecho, el conflicto principal podría haberse resuelto sin la intervención de ningún deseo en particular. Sin embargo, tal vez lo más grave es que el primer deseo toma forma una vez transcurridos ⅔ de la cinta, en un momento en que los deseos no generaban ningún interés particular luego de ser mencionados casi al inicio. Con todo, Junkers Come Here es un drama infantil muy sólido sobre un tema identificable para muchos niños, tratándolo con delicadeza y sin rollos sentimentaloides propios de telenovela infantil.

Calificación: 8

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2 Comentarios

  1. Interesante, me ha llamado mucho la atención.
    ¡Un abrazo!

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    1. Me alegro que te haya parecido interesante.

      Saludos

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