Reseña: Pictures at an Exhibition


  • Año: 1966
  • Duración: 30 minutos
  • Estudio: Mushi Production
  • Género: Comedia, Drama

Retratos con historia propia

Cualquier museo de pintura que se precie debería poseer una excelente colección de cuadros en el caso de que quiera ganarse el calificativo de imprescindible. Dichas pinturas no solo deben maravillar al visitante con su belleza sino también despertarle alguna clase de emoción o sensación. Pero… ¿y qué hay de la historia detrás de cada pintura?

Con esta pregunta retórica creo que ya os lo digo todo. Este cortometraje, de media hora de duración, está compuesto por una serie de diez relatos breves que versan sobre los personajes de los diferentes cuadros expuestos. Este museo, igual que cualquier otro, está repleto de obras, pero Tezuka efectúa una pequeña selección sin mediar el azar. Cada retrato aparenta no tener conexión con el resto debido a los distintos que son y el estilo con el que fueron elaborados, pero los une algo que anuncian desde un principio: las pinturas retratan a los héroes de la sociedad. En realidad, esta declaración está envenenada porque lo que Tezuka pretende es ejercer una crítica satírica en contra de algunos de los miembros más destacados de la sociedad de su tiempo. Me refiero a los años 50 y 60, ya que uno de los cuadros lo revela mediante una parodia a los integrantes del movimiento beatnik. Secundariamente, las pinturas están unidas por inspirarse en la obra musical del autor ruso Mussorgsky, que también llevaba por nombre “Cuadros de una exposición”.


Volviendo a la cuestión principal, en este corto aparecen personajes como periodistas, boxeadores, artistas, estrellas de televisión, cirujanos, ... Ellos encarnan ciertos valores como la fama, el poder, la vanidad, la inhumanidad, la avaricia, entre otros. A pesar de ser personas respetadas dentro de la sociedad y gozar de una posición envidiable, el autor les atribuye rasgos y aspectos negativos, caricaturizándolos deliberadamente. La mayoría de las ocasiones usa un tono humorístico aunque la última historia está contada prescindiendo de él. En conjunto, el autor emplea a esos personajes como medios para transmitir esa crítica hacia los nuevos valores occidentales que se instalaban en la sociedad japonesa, cada vez más modernizada y próspera.

Por mucho que prime su ingenio e ironía habituales, las críticas que lanza son muy duras. Véase, por ejemplo, aquella relacionada con el mundo del deporte de élite. Entre los deportes escoge el boxeo y usa una metáfora visual para enseñarnos el crecimiento y descenso de un boxeador. Tras ganar un primer encuentro, este va escalando rápidamente posiciones en el ránking. Gana y gana hasta proclamarse campeón. Durante este ascenso, aumenta progresivamente de tamaño, el cual prosigue mientras sigue ganando. No obstante, las secuelas de los combates y la arrogancia del boxeador hacen que este pierda los siguientes encuentros, reflejándose en su tamaño cada vez menor.

Otro ejemplo y mi favorito sería la historia del jardín artificial. En ella, un insecto cansado y desesperado intenta encontrar alimento y agua para sobrevivir, pero se da cuenta de que todo lo que hay a su alrededor es falso. El jardinero, que aparece una vez el animal se ha rendido, demuestra que su mayor preocupación es embellecerlo mediante la artificialidad del conjunto, sin el menor interés por la naturaleza que supuestamente está representando. De ahí que al toparse con el insecto, que pertenece al mundo natural, opte por deshacerse de él. El contraste entre lo natural y lo artificial permite que me haga la siguiente pregunta: ¿Qué sentido tiene un jardín sin rastro de vida?


Más allá de que no todos los relatos están al mismo nivel, quizás lo más fascinante sea la conclusión alegórica que nos prepara el autor. Tras los nueve anteriores, el último cuadro nos presenta el final de este cortometraje. En vez de otro retrato de un personaje lo que tenemos es un arco del triunfo. Tal vez inspirado en alguno de los arcos conmemorativos romanos como el Arco de Tito o el Arco de Triunfo de París. La cuestión es que este arco busca celebrar el éxito de los “héroes”, casi como si Tezuka estuviera burlándose de nosotros después de exponer todos sus defectos morales. Todos, por supuesto, son coronados con hojas de laurel sobre sus cabezas y atraviesan las puertas del cielo para dirigirse a lo que parece ser el Olimpo. Para amargar aún más el trago —tal vez no, según se mire— nos muestra a los que son los verdaderos héroes: hombres y mujeres anónimas que a pesar de merecer ir al mismo lugar deben quedarse para sustentar la estructura del arco. Un final inolvidable.

Para terminar, me gustaría mencionar dos aspectos importantes del cortometraje. Por una parte, la animación muta según la historia en que nos situemos. Con ello me refiero a una variación de diseño de personajes, escenarios, efectos visuales y otros recursos expresivos. Veamos dos ejemplos. En el relato protagonizado por el empresario abundan los elementos geométricos (cuadros, rectángulos, etc) dando la sensación de que el conjunto es verdaderamente mecánico. En cambio, la historia del cirujano plástico tiene un estilo muy sencillo, casi garabateado para exhibir cómica y expresivamente las operaciones que realiza el profesional a sus pacientes. Por si no fuera suficiente, Tezuka elige las piezas musicales más adecuadas de Mussorgsky, adaptándose al tono y circunstancias del relato. Sin duda, esto es lo que significa aprovechar la animación como medio audiovisual que es.

Calificación: 8

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2 Comentarios

  1. Tezuka era todo un visionario para su epoca, muchas personas valoran sus animes más conocidos como Tetsuwan Atom, Black Jack o Kimba, no obstante la contribucion de Tezuka para la animación es increible.

    Gracias por la recomendación y por el artículo.

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    1. De nada, cuando puedas échale un vistazo :)

      Saludos

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