Reseña: Venus Wars


Sinopsis

A principios del siglo XXI, un meteorito helado colisionó con el planeta Venus y le despojó de su atmósfera. El resultado fue que el hielo pulverizado se transformó en océanos, cuya acidez el ser humanó logró neutralizar y cumplir con su meta principal: hacer habitable el segundo planeta del Sistema Solar. Hasta cuatro generaciones de colonos procedentes de la Tierra prosperaron, dando lugar a la creación de distintas naciones venusianas. Las malas relaciones, sin embargo, degeneraron hasta el punto de inaugurar un período bélico entre Aphrodia e Ishtar, tratando de unificar el planeta amarillo bajo una sola bandera. Esta situación no es ajena al grupo de moteros aphrodianos liderado por Hiro Seno, víctimas de la exitosa invasión de Ishtar. Sus avanzados tanques logran conquistar la capital en menos de un día, causando que las autoridades opten por exiliarse o colaborar con el nuevo régimen. No obstante, Hiro y los suyos, tras sufrir injustificadamente la violencia de la guerra y la represión, optan por rebelarse y más tarde son reclutados por el ejército de Aphrodia. ¿Podrán expulsar a los invasores?

Trama y Desarrollo

Desde el éxito arrollador del filme recopilatorio de Space Battleship Yamato (1977), la industria del anime le dio prioridad a las grandes producciones cinematográficas. Los presupuestos no solo superaban habitualmente los 200 millones de yenes sino que alcanzaron el coste de algunos largometrajes de Walt Disney y Don Bluth. Véase los casos de Lensman (1984) o Little Nemo (1989). Sin embargo, y a diferencia de sus competidores estadounidenses, la duración de sus películas era mucho mayor. El tramo de 75-90 minutos fue dejado atrás en favor de una media situada alrededor de los 100 minutos, excedida en numerosas ocasiones por las cintas de Hayao Miyazaki o franquicias como Gundam. Por desgracia, estas superproducciones japonesas llegaron a su fin con el estallido de la burbuja económica, siendo tal vez la última de ellas la mentada Little Nemo. Algunos privilegiados como Studio Ghibli pudieron continuar con ellas, pero la mayoría dejó de tener esa oportunidad.

El título reseñado, Venus Wars (1989), se inserta en dicha tendencia, siendo una de las grandes propuestas de 1989 con sus 105 minutos de metraje. El director y creador Yoshikazu Yasuhiko precisamente está relacionado con la franquicia Gundam, asumiendo desde la creación de Mobile Suit Gundam (1979-80) varias funciones relacionadas con el diseño de personajes, la dirección de episodios o la dirección de animación. Su influencia es muy evidente en múltiples aspectos, pero uno de los más relevantes es la narrativa porque la temática bélica tratada en las series de televisión de Yoshiyuki Tomino está presente aquí. Unos temas que surgen con mayor o menor presencia en otros varios títulos mecha de Sunrise como Space Runaway Ideon (1981-82) o Armored Trooper Votoms (1982-83). Veamos en qué puntos incide y cuáles son las diferencias.

Siguiendo la estela de las mentadas, el planteamiento de Venus Wars traslada las hostilidades entre naciones o grupos humanos al cosmos más allá de la Tierra. Venus es un entorno muy adecuado para el conflicto bélico. Es un lugar hostil donde los esfuerzos por enverdecer el astro mediante plantaciones del gobierno fracasaron. La realidad venusiana consiste en un entorno desértico, sin vegetación aparente, en el que se imponen los tonos amarillos y marrones procedentes de la tierra y las rocas. La excepción, por supuesto, son los núcleos de población con sus edificios de viviendas e infraestructuras habitados por la especie humana. La hostilidad y la inseguridad también parecen característicos de la sociedad si prestamos atención al deporte venusiano más popular: Roller Motors, un espectáculo de masas de tan alto riesgo que tiene más en común con deportes de mundos distópicos como el Motorball de Gunnm (1990-95) que con el motociclismo profesional. ¿La razón? Pues, aunque no es la única manera de ganar, los participantes obtienen puntos si logran derribar a sus rivales en plena conducción.

Ahora bien, la adaptación del manga homónimo de Yasuhiko no se limita a sustituir las máquinas robóticas del ámbito televisivo por las 'monobikes' sino que plasma su visión particular de la guerra. En particular, su interés se centró en las repercusiones de la ocupación militar extranjera sobre la pandilla (y su entorno) de Hiro Seno. En un primer momento, el grupo se limita a presenciar lo sucedido como meros espectadores, siendo testigos de primera mano de la destrucción excesiva acometida por Ishtar contra su ciudad. Sin duda, la secuencia de avance de los tanques ishtarianos es lo más sorprendente a la hora de representar el momento de la conquista militar porque dichos mastodontes blindados quiebran el suelo y atraviesan estructuras urbanas sin sufrir ni un rasguño por el enemigo. Tal vez lo más sobrecogedor es cuando uno de estos vehículos pasa a centímetros de Hiro, mostrando la diferencia de tamaño y proporción.

El plato fuerte, no obstante, empieza una vez acaban los tiros y las explosiones porque el grupo de chavales es víctima de una diversidad de situaciones que resultan de la instauración del gobierno títere, quien busca reprimir a la resistencia de Aphrodia aunque ello implique restringir y atropellar los derechos de sus ciudadanos. Entre lo más pequeño, la limitación de la movilidad y la destrucción de infraestructuras causan que Hiro y Maggie no puedan pasear por el centro comercial como antaño, que Miranda esté privada de competir en Roller Motors mientras dure la situación o que los chicos del grupo estén obligados a permanecer encerrados la mayor parte del tiempo. Si bien su vida normal ha quedado trastocada, lo que más impacta son los abusos de las fuerzas del orden, que practican el allanamiento de morada y ante la sospecha de rebeldía apalizan al tonto de Jack y violan a Cathy. La peor parte, por supuesto, queda para Hiro, quien sufre una persecución en la que intentan eliminarlo aunque sea con el método de 'matar moscas a cañonazos' —de hecho, se pasaron un poco al crear tal desorden por un mero sospechoso—.

Aquí el director aprovecha la oportunidad para sacar a la palestra el discurso de la falta de responsabilidad de los adultos, especialmente aquellos dotados de poder político y económico. Lo vemos, por ejemplo, cuando la editorial opta por no publicar el trabajo periodístico de Susan ante el temor a las represalias. Lo mismo con el gobierno de Aphrodia, que utiliza sus propios efectivos para reprimir a la población en vez de defenderla. Esta actitud de obediencia, por supuesto, responde a su deseo de conservar sus vidas por encima de los valores o el deber patriótico que supone defender a su hogar y su familia. Sin embargo, el mejor representante de esta mentalidad es el padre de Maggie, cuyo rostro es inaccesible para el espectador hasta el final. Su actitud es de obvia indiferencia ante el destino de Aphrodia, pensando solo en exiliarse junto a su hija y poniendo excusas a las réplicas con un clásico "No sabéis nada del mundo real".

Ante la incomprensión y las injusticias, la pandilla de Hiro crea su propia unidad de resistencia para un objetivo personal: ir en contra del tanque posicionado en el estadio de Roller Motors, pero fracasando al subestimar el poder enemigo y perdiendo a un compañero. La derrota nos conduce a lo que sería la segunda parte del filme, donde el director muestra cómo el ejército de Aphrodia usa como carne de cañón a la población al reclutarlos como soldados. Una de sus víctimas es Will, quien se traga las palabras de los altos mandos representados por Sims y se convence de que nada le ocurrirá tras protagonizar algunas éxitos en el campo de batalla. Como resulta obvio, el plan de Sims de utilizar pilotos inexpertos termina con la muerte del joven. Otro aspecto que es interesante es la transformación del 'monobike' en un instrumento bélico para luchar contra los tanques de Ishtar, perdiendo en consecuencia su valor como vehículo deportivo y símbolo de autonomía.

Desgraciadamente, la segunda parte fluye demasiado rápido para abordar apropiadamente la introducción de los nuevos personajes como Kurtz o pararnos en los conflictos internos de Hiro. Véase su rechazo a regresar al frente ante la muerte de Jack o su cambio de mentalidad respecto a su adhesión y continuidad en el ejército. Uno simplemente contempla cómo el protagonista evoluciona sin ver lo que ocurre en su fuero interno, como si el guion de Yasuhiko y Sasamoto lo empujara hacia el camino previamente marcado. El grupo de reparto, en cambio, se halla con un problema desde el inicio: están demasiado apegados a unos estereotipos concretos. Desde el bobalicón que es un alivio cómico hasta la tía dura y fría cuyos sentimientos románticos son obvios por el subtexto. Si dejamos de lado a Maggie, que puedes sentir lástima por lo que le ocurre y expresa bien su papel de interés romántico, a los otros cuesta tomárselos en serio por su forma de actuar despreocupada. Y no es tanto el ser un grupo de vagos irresponsables sino el hecho de que no tienen otras facetas en sus personajes. Sus relaciones se ven igual de superficiales, siendo el caso más sonado el de Susan tratando de vengarse por la muerte de su pareja cuando su noviazgo, en el que no ahondan a un nivel sentimental, se presenta casi como un divertimiento.

Venus Wars claramente no es una película de personajes, en parte porque el autor tiene una inclinación por el cine de acción que no puede (o no pretende) ocultar. Hasta cierto punto resulta obvio que el metraje ocupado por las abundantes secuencias de acción arrebató territorio necesario a los aspectos previamente descuidados. Así, hay secuencias que si bien no precisan ser suprimidas podrían ser abreviadas como la persecución policial en la ciudad. Esta prioridad en la acción, por lo menos, no resulta en momentos decepcionantes sino todo lo contrario dadas las cualidades de Yasuhiko en términos de ritmo y vistosidad. Aquí las 'monobikes' ocupan el centro de la acción, ofreciéndonos competiciones deportivas, persecuciones o duelos. Personalmente, y aunque no estén de acuerdo conmigo, la mejor escena involucra a Hiro tratando de despeñar un tanque con una grúa al quedarse sin opciones convencionales de desmantelarlo. Aquí la dirección de animación mecánica de Hirotoshi Sano es sobresaliente, enfrentando dos máquinas que destacan por sus dimensiones, peso y complejidad estructural. Finalmente la acción no solo está acompañada por las composiciones de Joe Hisashi sino por las canciones de Eiko Yamane y Taku Kitahara.

En conclusión, Venus Wars es una película que figura entre las producciones cinematográficas de mayor calidad de la segunda mitad de los 80. Su virtud principal, y por la cual la mayoría la recuerda, son las secuencias de acción protagonizadas por las ‘monobikes’ en las diferentes competiciones, persecuciones y contiendas bélicas. No obstante, la cuestión bélica planteada por Yoshikazu Yasuhiko es igual de importante. El mangaka y director propone que el grupo de jóvenes moteros tiene anhelos más nobles, al querer defender lo suyo y a los suyos, que la clase política y militar obsesionada con sus propias ambiciones. Sin duda, el tercio final de la película no concluye adecuadamente el arco personal de Hiro en relación a su transformación mental. A pesar de ello, Venus Wars es un título más que recomendable para los amantes de la acción y el género bélico, sobre todo si buscan opciones similares a Akira (1988) o Mobile Suit Gundam: Char's Counterattack (1988).

Calificación: 7

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4 Comentarios

  1. Excelente reseña. Te dejo entre mis favoritos y espero que sigas escribiendo en el blog. ¡Felicidades!

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    1. Gracias por tus palabras. Me alegro que te gustara.

      Un saludo

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  2. WoW, que buena reseña más explícita. Me encanta tu blog. Con tu permiso me quedo para seguir interactuando. El mío es Bitácora literaria. Un abrazo

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