Osamu Tezuka es una figura clave dentro del universo del manganime conocido como el Dios del Manga por su contribución a este medio. Su extensa obra permitió expandir y difundir intensamente la lectura y el consumo del manga como medio de entretenimiento popular. Su forma de elaborar y desarrollar manga, basada en las técnicas cinematográficas y de los grandes de la animación de la época, supuso un replanteamiento en el estilo tradicional de historietas niponas (historias cortas autoconclusivas con un diseño de viñetas inflexible con pocos cuadros). Como resultado, estas historietas fueron sustituidas por los mangas de larga duración con una trama mucho más elaborada y compleja, así como mayor flexibilidad en el diseño de viñetas.
Sin lugar a dudas, Osamu Tezuka tiene una posición muy importante en el ámbito del cómic japonés pero sus contribuciones a la animación nipona no son pocas. Su adaptación de Astroboy (1963-66) marca el inicio de la animación japonesa en televisión, instaurando un estilo de animación 'limitada' (reducción del movimiento por medio de la disminución del número de fotogramas intermedios) distintivo de Japón. Aquí emplea recursos como la reutilización de fragmentos y secuencias de animación, el uso de movimientos de cámara (travelling, zoom, paneo, etc.), entre otras técnicas que lo acercaban al método de producción televisiva del estudio de Hanna-Barbera, pero desarrollando un lenguaje audiovisual superior.
Lo que no sabe la mayoría del público, sin embargo, es que Osamu Tezuka tenía una faceta alejada del ámbito comercial que se manifestó en 14 cortometrajes producidos entre 1962 y 1988 para su visionado en festivales de animación y otros espacios más restringidos. A diferencia de otros autores japoneses como Keiichi Tanaami o Youji Kuri, el estilo de Tezuka está más próximo a la Escuela de Zagreb. Sus obras son comparables a las de Dusan Vukotić o Borivoj Dovniković-Bordo en tanto consisten en sátiras y comentarios sociopolíticos donde sus inquietudes están relacionadas con la naturaleza defectuosa del hombre y la sociedad donde se mueve. En particular, su prioridad es elaborar relatos antibelicistas. Incluso en aquellos cortometrajes donde la guerra no ocupa un lugar primordial incluye el rechazo al conflicto y la violencia. Sin embargo, el mangaka nunca pierde el humor por lo que adopta el cinismo y la ironía, especialmente con sus conclusiones que a pesar de constituir un giro cruel o desalentador continúan siendo jocosas. En el ámbito de la animación, el japonés elige la técnica de la animación tradicional pero su trabajo presenta profundas diferencias entre los cortometrajes producidos en los 60 y los 80. La estilización, con figuras planas inclinadas a la geometrización y fondos texturizados limitados en su paleta cromática, desaparece en gran medida desde Jumping (1984). En fin, veamos por orden cronológico lo que nos ofrece.
Osu (1962)
La imagen que ilustra este comentario puede dar lugar a equívocos porque, en realidad, el primer cortometraje del animador es una sátira que se burla de la violencia en el ámbito de la pareja, señalando la mayor facilidad de los gatos para llevarse bien en una relación sentimental (acaramelados como en la imagen) que los propios seres humanos. Aquí Tezuka opta por ocultar la verdad de la tragedia (el asesinato de la mujer) para revelarlo hacia el final apagando la luz del hogar donde ocurrieron los hechos. En el plano audiovisual, comunica esta idea por medio de un plano negro en el que ocasionalmente surgen cuadros y círculos de luz que nos permiten observar la actitud nerviosa del hombre mediante actos repetitivos: los golpes con el pie en el suelo, el cabello que se eriza y el juego con los dedos. Estos tics nerviosos, junto a las quejas del gato, ayudan a esclarecer los hechos y contraponer ambas parejas, acabando con la frase del felino: "¿Por qué los hombres y las mujeres no sois capaces de llevaros tan bien como los gatos?" Desde mi punto de vista, dejando de lado el divertido juego visual y sonoro, la crítica fracasa parcialmente por su poco tacto y por apuntar con tanta generalidad a la naturaleza humana en vez de ahondar mejor en las causas de la violencia doméstica.
Calificación: 5
Ningyo (1964)
Este segundo corto, dividido en tres partes, nos cuenta la historia de un hombre y un pez -visto por el primero como una sirena- donde se destaca que la imaginación es una parte irrenunciable del ser humano. En la primera parte, el chico se encuentra un pez en la arena que devuelve al mar. Sin embargo, empieza a verlo como una sirena e imagina que está jugando con ella en el mar. Finalmente, se dirige a su casa y lo mete en un acuario. En la segunda parte, el hombre es arrestado por su loca imaginación, mientras policías y torturadores tratan de reformar su manera de pensar mediante diferentes métodos. En la última, el hombre termina por olvidarse de la sirena aunque intenta desesperadamente que la imagen que tiene de ella vuelva. Por eso decide devolver al mar al pez y, milagrosamente, vuelve a verla, dándose cuenta de que nadie puede arrebatarle esa libertad. Al final, él mismo se convierte en pez y se marcha en su compañía.
Una vez más Tezuka prefiere hacer cortometrajes donde las palabras no son imprescindibles para comunicar un mensaje al espectador. La cuestión central está relacionada con la imaginación como una parte de nosotros mismos que no debe ser restringida ni coartada por otros, especialmente por ningún Estado. Una muestra de la capacidad de este bien tan preciado son las situaciones que el chico, en su mente, visualiza en compañía de su mascota. Con él consigue vivir un montón de aventuras sin necesidad de moverse de su sitio. Por esa razón, cuando al joven le intentan arrebatar su fantástica capacidad nos sentimos horrorizados de lo que podría ocurrir de vivir en un régimen totalitario que se obceca en determinar qué deben pensar sus ciudadanos. Sin embargo, la conclusión demuestra que por mucho que lleven a cabo toda clase de medidas represivas no tienen el poder para eliminarla o siquiera limitarla.
A diferencia de Osu (1962) o Shizuku (1965), el estilo visual de Ningyo sobresale más en términos artísticos. Este respeta las pautas de estilización respaldadas por la Escuela de Zagreb o la antigua UPA: geometrización, figuras planas, texturización de los fondos (arena, cielo), etc. No obstante, Tezuka juega sus bazas al emplear figuras transparentes donde el color del fondo se convierte en el del personaje. La cuestión de la imaginación está representada hermosamente a través de ese viaje submarino en el que el pez se transforma en sirena y el joven gana la habilidad para respirar bajo el agua. Aquí, por ejemplo, el chico toma una nube y la toca como si fuera una ocarina. Sin duda, al maestro de la animación no le faltaba inventiva cuando la necesitaba.
Una vez más Tezuka prefiere hacer cortometrajes donde las palabras no son imprescindibles para comunicar un mensaje al espectador. La cuestión central está relacionada con la imaginación como una parte de nosotros mismos que no debe ser restringida ni coartada por otros, especialmente por ningún Estado. Una muestra de la capacidad de este bien tan preciado son las situaciones que el chico, en su mente, visualiza en compañía de su mascota. Con él consigue vivir un montón de aventuras sin necesidad de moverse de su sitio. Por esa razón, cuando al joven le intentan arrebatar su fantástica capacidad nos sentimos horrorizados de lo que podría ocurrir de vivir en un régimen totalitario que se obceca en determinar qué deben pensar sus ciudadanos. Sin embargo, la conclusión demuestra que por mucho que lleven a cabo toda clase de medidas represivas no tienen el poder para eliminarla o siquiera limitarla.
A diferencia de Osu (1962) o Shizuku (1965), el estilo visual de Ningyo sobresale más en términos artísticos. Este respeta las pautas de estilización respaldadas por la Escuela de Zagreb o la antigua UPA: geometrización, figuras planas, texturización de los fondos (arena, cielo), etc. No obstante, Tezuka juega sus bazas al emplear figuras transparentes donde el color del fondo se convierte en el del personaje. La cuestión de la imaginación está representada hermosamente a través de ese viaje submarino en el que el pez se transforma en sirena y el joven gana la habilidad para respirar bajo el agua. Aquí, por ejemplo, el chico toma una nube y la toca como si fuera una ocarina. Sin duda, al maestro de la animación no le faltaba inventiva cuando la necesitaba.
Calificación: 7
Memory (1964)
Memory, estrenado en la misma fecha que el anterior, es una obra humorística y didáctica sobre la importancia de la memoria y los recuerdos. En particular, cómo nuestros recuerdos condicionan y modifican los hechos que hemos vivido con anterioridad. En esta ocasión, Tezuka asume una posición de educador para ejemplificar su visión del tema, tocando diversas cuestiones como el olvido, el primer amor, el hogar, la primera vez que tu jefe te regaña, etc. Utilizando una combinación de animación tradicional e imagen real, el maestro aborda el asunto con la creatividad que le caracteriza. Véase que para retratar nuestra memoria selectiva sobre las personas que conocemos opta por reducir a un hombre a una corbata lujosa o una boca prominente. En mi caso particular, la imagen mental que guardo de mi antiguo director de la escuela es la de una enorme billetera, llena de dinero, que mostraba en clase.
Finalmente, el mangaka conecta la cuestión de los recuerdos con su tema predilecto: la guerra. De una u otra manera, tal vez inconscientemente, vuelve sobre él. De acuerdo con Tezuka, la miseria de la guerra, que ilustra con imágenes de soldados caídos y la bomba atómica, se convierte con el tiempo en un lejano recuerdo que se banaliza hasta el punto de dejar de ser experiencia amarga en aquellos que la vivieron. No contento con ello, el autor bromea al plantear un nuevo escenario: ¿Qué pasaría si el ser humano, tras una guerra, desapareciera de la faz de la tierra? ¿Por qué nos recordarían sus nuevos habitantes? Excelente pregunta. El futuro imaginado por Tezuka podría ser una opción, aunque antes de darle la razón a su disparatada idea primero me reservo el derecho a pensármelo.
Calificación: 7
Shizuku nos cuenta la historia de un náufrago que trata de de no morirse de sed usando todos los métodos que se le ocurren. Poco a poco, su sed -al igual que su cabello- crece debido a que se encuentra solo y rodeado por una gran masa de agua. Aunque encuentra unas gotas de lluvia encima de la embarcación, estas parecen esquivarlo. Como resultado, empieza a desesperarse y gradualmente pierde la esperanza. Por suerte, un velero en el horizonte hace acto de presencia y promete su salvación. Lo que no se esperaba es que iban a burlarse de él por una razón muy simple.
Tras Ningyo y Memory, el autor regresa nuevamente al género de la sátira sobre las miserias humanas. Aquí un hombre lidia con su desesperación en completa soledad, atrapado en sus fantasmas sin que nadie le tienda la mano a pesar de que irónicamente no está físicamente solo. El estilo recuerda, por supuesto, a la Escuela de Zagreb, aunque también al slapstick norteamericano de Tom y Jerry o La Pantera Rosa, sin diálogos y con una música orquestal de fondo que realza dramáticamente las inútiles acciones del hombre. Las desventuras del náufrago por tratar de calmar su sed suponen un entretenido pasatiempo. Así, la fortuna le niega acceder a las tres gotas de agua que cuelgan del mástil del bote ya que estas se comportan de forma esquiva y escurridiza. La cereza sobre el pastel, sin embargo, es la conclusión que delata, tras las risas, lo solos que nos encontramos en la nueva sociedad moderna.
Calificación: 6
Tobacco to Hai (1965)
Junto con Shizuku, esta historia apareció el mismo año y nos relata en apenas 3 minutos la rebelión de unas gallinas contra sus regidores en una granja. En una granja de huevos donde son explotadas decenas de gallinas por otras, las oprimidas deciden llevar a cabo una revuelta que termina en éxito. De esta manera, toman el poder y crean su propio gobierno y sociedad, aunque esto no dura mucho tiempo. El antiguo régimen vuelve y decide llevarse los huevos por la fuerza, resultando todo en un conflicto armado que se salda con la muerte de casi todos los presentes.
Cuando vi este corto, me quedé pensando un rato y luego caí en la cuenta de que su argumento es muy similar al de Animal Farm (1954). Pero claro aquí la trama es más cruda y oscura, aunque no haya violencia o sangre explícita. Uno cuando la ve puede pensar fácilmente en cuestiones como la explotación humana y animal, la crueldad por parte de los gobiernos dictatoriales o el sin sentido que es la guerra. Un corto bastante interesante, aunque claro con tan pocos minutos no da para abordar las raíces y el desarrollo del conflicto.
Calificación: 6
3 Comentarios
Buenas, sí la verdad las series de antes tenían una cantidad insana de episodios jaja. Si puedes mírate Ningyo creo que te gustará, aunque si sabes inglés por Youtube puedes encontrar el cortometraje de Memory que fue el que más me gustó.
ResponderEliminarSaludos
Eso si que es irse mucho al pasado, no me habia pasado por la cabeza ver cosas de tiempos como los 60's. Igual y me veo los que pusiste porque parece que dan mensajes interesantes, en especial ese de las gallinas. Sigue con tu buen trabajo.
ResponderEliminarSaludos.
Tenía ganas de revisar todo lo bueno que hubiera en ese tiempo, aunque no es mucho porque aún no se estaba pensando demasiado en términos de calidad.
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