- Año: 1995
- Capítulos: 26 (Primera temporada)
- Estudio: E&G Films
- Género: Acción, Comedia, Fantasía, Magia
Buscando aventuras
Sinopsis
Entre los hechiceros que pueblan cierto mundo fantástico, Lina Inverse se ha hecho conocida por ser el terror de los bandidos y los monstruos que azotan pueblos y caminos. Su interés, sin embargo, no es el propio de una heroína sino de una muchacha ansiosa de riquezas. Sus últimas víctimas, una banda de ladrones, la emboscan en un bosque a la espera de cobrarse su venganza. Pero cuando Lina está a punto de golpear sin esfuerzo a los atacantes, el espadachín Gourry Gabriev hace acto de presencia. Asumiendo que la joven es una damisela en apuros, Gourry se enfrenta a los bandidos para rescatarla y, una vez derrotados, decide escoltarla a Atlas City. No obstante, el espadachín no es consciente del problema en que se encuentran. Entre el botín saqueado a los ladrones estaba la famosa Piedra Filosofal, escondida en una escultura de Oricalco. Dicha piedra está siendo buscada por un mago muy poderoso cuyo objetivo es recuperar la vista resucitando al temible Shabranigdu, el Rey de los Demonios. ¿Podrán detener sus planes malvados?
Trama y Desarrollo
Desde finales de los años 80, el número de títulos con la etiqueta de fantasía heroica se disparó rápidamente en el anime. Aunque la influencia de los juegos de rol contribuyó a dar vida a unas cuantas animaciones, se podría decir que el verdadero catalizador fueron los videojuegos JRPG. En particular, Dragon Quest se convirtió en una franquicia multimedia que expandió sus raíces hasta el anime, con productos como el conocido Dragon Quest: Dai no Daibouken (1991-92). Sin embargo, el género pronto fue poblado por multitud de tópicos, de los cuales se burlaron parodias como el manga Dragon Half (1988-95), quien, por cierto, cita a Dragon Quest para una pequeña broma relacionada con sus abundantes entregas.
Aunque en el primer episodio Lina Inverse señale la falta de imaginación de aquellos bandidos y caballeros que replican frases y actitudes manidas del género, Slayers (1995-97) no convierte este tipo de comentarios en su estandarte, es decir, no es una sátira al mismo nivel que Dragon Half. Sus aspiraciones, en cambio, le llevaron hacia el camino de las aventuras desenfadadas. Aquellas dotadas de altas dosis de humor, pero cuya dimensión dramática no tiene mucho espacio hasta la conclusión del anime. De hecho, Slayers es uno de los principales representantes de esta tendencia. Su influencia a lo largo de la segunda mitad de los 90 es muy notoria porque acumuló en poco más de un lustro tres temporadas de TV, cuatro películas y dos series de OVAs.
Una particularidad de Slayers es que aparentemente abraza el planteamiento argumental del JRPG, es decir, el periplo que reúne a un grupo de héroes cuya misión es evitar la resurrección del Rey Demonio. La troupe de Lina Inverse no se corresponde con tan noble imagen porque el viaje es una mera coincidencia a la que se ven arrastrados unos aventureros cuya líder le mueve la riqueza en vez de la justicia. Lina es una mujer que, sin ser una desalmada, busca prosperar al negociar sus servicios con gente en apuros o arrebatarle sus posesiones a los bandidos. Su poder también tiende a generar más problemas de los que resuelve, sin querer posteriormente responsabilizarse de la destrucción causada. De ahí que su imagen pública sea nefasta, siendo temida como si fuera una criminal. Esta superioridad en el ámbito mágico alimenta mucho su ego, creyendo que sus virtudes incluyen también su apariencia física a pesar de que no está muy desarrollada físicamente. A la vanidad se suma un carácter bastante infantil e ingobernable, tendiendo a las rabietas y las quejas así como a no dejarse dirigir por otros.
En general, Lina Inverse es un personaje carismático cuyos defectos morales y ocurrencias causan la adhesión inmediata por parte de la audiencia. Ahora bien, esta joya no brillaría tanto sino fuera porque tiene un grupo de compañeros que la complementan bien. De ellos su mejor complemento es el deuteragonista Gourry Gabriev, el guardaespaldas de Lina. Este diestro espadachín, portador de la Espada de la Luz, tiende a tener problemas para entender a su compañera. Desde su dificultad para comprender sus explicaciones sobre asuntos graves o complejos, como el funcionamiento de la magia; hasta su falta de tacto, dejando en mal lugar a Lina cuando se refiere alegremente a su escaso de desarrollo físico o defectos de personalidad. Esta torpeza y lentitud hacen que la muchacha le propine un buen golpe, como si estuvieran en un manzai. A pesar de ello, destaca por ser su mejor amigo, prestándole su ayuda cuando más lo necesita y siendo inesperadamente caballeroso. De ahí que vayan construyendo una relación de confianza que a la larga, y sin recurrir al romance, les convierta en un dúo inseparable.
Sus otros compañeros son Zelgadis Graywords, un hombre quimera que busca restaurar su humanidad y sobresale en la magia chamánica; y Amelia Wil Tesla Saillune, una princesa del reino de Saillune. Aquí Zelgadis tiene un papel relevante, ya que es el único capaz de mantener la seriedad y la cabeza fría frente al resto de idiotas. Lo negativo es que le falta la chispa para destacar, desatando su comicidad solo cuando se enfada. Por el contrario, Amelia nos recuerda un poco a Lina respecto a meterse en problemas y ser ruidosa. La diferencia, sin embargo, es que no posee su carácter multifacético limitándose a un papel de autoproclamada aliada de la justicia. Un rol que es incapaz de llevar a cabo debido a su torpeza, gustando de hacer grandes entradas desde un lugar alto y soltando frases rimbombantes. Si bien ninguno experimenta un desarrollo notable a lo largo de la serie, la reunión y la interacción del grupo de “héroes” es el principal atractivo sobre el que orbita la propuesta de Slayers.
Desgraciadamente, las desventuras de Lina y compañía no explotaron su máximo potencial en el primer arco de la serie. Este arco narrativo, que se extiende del capítulo 1 al 10, consiste básicamente en un forcejeo en el que los héroes intentan evitar que Rezo y sus secuaces obtengan la Piedra Filosofal robada a los bandidos del Colmillo de Dragón. Aquí la serie extrae, con muy buenos resultados, el potencial cómico de situaciones como la negociación entre Lina y Zelgadis, el tonto interrogatorio en el castillo o el apetitoso destino del pez andante. No obstante, la insistencia deliberada en estirar el conflicto y los constantes errores de planificación acabaron por perjudicar gravemente la narrativa.
Al igual que otras series de TV de la época como Captain Tsubasa (1983-86) y Dragon Ball (1986-89), el ritmo de Slayers decae alarmantemente a medida que nos aproximamos al final y en especial cuando entramos en combate. Así, el estudio pretende ganar tiempo con intercambios de miradas, flashbacks, repetición de la misma información, entre otros recursos detestables. Uno puede tolerar la fórmula de la recapitulación con sus 30-45 segundos al inicio de cada episodio porque tiene un propósito justificable, pero no lo anterior. Y lo peor es que no es lo más insultante porque el otro problema hace parecer a Slayers un anime del montón: un guion totalmente descuidado en su planificación. Probablemente con la intención de seguir alargando el arco, la serie dinamita no solo el ritmo sino la tensión dramática y la coherencia a partir de numerosas situaciones donde los muchachos se vuelven lerdos. Véase Lina desbaratando la capacidad curativa de los trolls solo para cometer el error de atacarlos sin tenerla en cuenta minutos después o Gourry quedándose paralizado ante la retirada de su enemigo provocando que Lina sea raptada sin resistencia. De esta lista de despropósitos, no obstante, lo peor fue la decisión de irse a comer a un restaurante en el clímax del arco cuando enfrentan a Shabranigdu. No solo fue anticlimático al extremo sino que hizo que la muerte de Zolf y Rodimus fuera opacada sin impacto alguno.
Tras superar este periplo, sin pena ni gloria, la segunda parte del anime mejora sustancialmente por un cambio de enfoque. Si bien todas las temporadas de los 90 están divididas en dos mitades conectadas por los planes de un antagonista, la narrativa lineal es abandonada en favor de un status quo en el que las posibilidades de la comedia son aprovechadas a partir de capítulos mayormente autoconclusivos. En general, la fórmula consiste en que los héroes, tratados como criminales en busca y captura, intentan pasar inadvertidos pero se involucran en diversos problemas que deben resolver. Véase Lina fingiendo ser novia para una boda amañada o la troupe participando en una representación teatral. Aquí los elementos de continuidad vienen a partir de la integración de Amelia, como una aliada más; y la persecución recurrente de los antagonistas Zangulus, un espadachín que maneja la Howling Sword y toma como rival a Gourry; y Vrumugun, un hechicero desconocido cuyos poderes rivalizan con los de Lina, hasta Sairaag. Aunque no alcanza ningún grado de excelencia, y hacia la conclusión se repiten muchos de los inconvenientes del anterior arco —en especial, la previsibilidad de los empates técnicos con Zangulus y Vrumugun—, Slayers se transforma en una serie entretenida que saca partido a las situaciones atolondradas del formato episódico.
Otro de los progresos de la segunda parte fue la animación, aunque en líneas generales no exceda el estándar televisivo de mediados de los años 90. La primera mitad puede presumir de un primer y un último episodio que son notables, pero los restantes se paseaban constantemente por la mediocridad. Aquí ocurre algo similar, pero cada vez son más frecuentes las secuencias destacables, por breves que sean. Su mayor fuerte radica, como es evidente, en las secuencias de acción, específicamente en los despliegues de ataques mágicos. Ahí abundan las poses cool y un movimiento dinámico a partir del trabajo de cámara y la animación de los fondos. Algo que el estudio aprovecha para su reciclaje posterior dado que se pueden insertar fácilmente en otros contextos. Entre las que más repiten está, por ser la más impresionante, la invocación del Dragon Slave, que está acompañada del tema musical más memorable. Otro inconveniente, propio de la primera parte, era el movimiento artificial y tosco de los monstruos. Con el dragón triunfaron, pero con los otros no tanto. El peor ejemplo era el Rey de los Demonios, que por su tamaño y complejidad, daba la impresión de ser un muñeco gigante.
Un último aspecto a abordar es el universo de Slayers, que responde a las convenciones del género fantástico propio de los JRPG. Desde las categorías de monstruos (trolls, hombres lobo, orcos, dragones, etc.) hasta las profesiones de los habitantes (monjes, caballeros, hechiceros, bandidos, aldeanos) cumple trayéndonos lo que ya hemos visto en multitud de ocasiones. Tal vez el peor aspecto, haciéndolo asimilable al común denominador del género, sean las localizaciones que visitan los personajes. Ninguna de ellas tiene nada de particular, siendo casi intercambiables por otras. El mediocre trabajo de los fondos y la falta de influencias concretas lo hace muy olvidable a diferencia de otros como El Hazard: The Magnificent World (1995-96), muy inspirado en el arte musulmán. Al menos, si hubiera una exploración de los lugares, con algo más que un mero nombre que permita identificarlas, habría ganado muchos puntos.
Sin duda, Slayers está lejos de títulos como One Piece (1999) en términos de construcción de mundo. Ahora bien, la adaptación de Hajime Kanzaka tiene sus propias virtudes respecto a las peculiaridades de su sistema mágico. Un aspecto muy interesante es la fuente de la magia, cuyo origen se encuentra en el caso de la magia negra en emociones negativas como el miedo o el odio. Un hecho que explica, por ejemplo, porque el Rey de los Demonios no podía ser vencido con el Dragon Slave, un conjuro de magia negra cuyo origen era él mismo. En cambio, Lina pudo vencerlo al utilizar un tipo de magia negra procedente de un ser superior, el Señor de las Pesadillas. Otra dimensión de la magia está relacionada con su categorización y función: la magia negra tiene un carácter ofensivo, la magia blanca opta por la defensa y la curación y el chamanismo es una mezcla de ambas. El problema de Slayers, sin embargo, es que no realiza una diferenciación visual efectiva entre chamanismo y magia negra, pareciendo prácticamente iguales. Además, la magia blanca apenas hace acto de presencia, por lo que se convierte en material de explicación teórica en lugar de una realidad práctica. Y si comparamos con el Chakra (Naruto, 2002-07) o el Nen (Hunter x Hunter, 2011-15) la magia de Slayers aún queda en peor lugar. Que vale que pertenezcan a otra época, pero no mejoran su imagen actual.
Calificación: 6
3 Comentarios
A pesar del tono general de la serie, también hay sitio para algunos combates épicos contra las fuerzas del mal y momentos entrañables entre los personajes principales, a los que se coge cariño enseguida. Sin duda un anime perfecto para estar tumbado en el sofá y no comerse la cabeza. Lo recuerdo con nostalgia.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Sí, para desconectar no está mal. Yo prefiero los episodios de la segunda mitad centrados en aventuras tontas. Son bastante mas divertidos que los centrados en la trama, excepto algún pequeño tramo.
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na, pero la trama de darkstar es buenisima por mucho, una obra de arte, muy dificil encontrar animes tan buenos hoy en dia
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